Un equipo de arqueólogos del Instituto Nacional Francés de Investigación Arqueológica Preventiva (Inrap) estuvo trabajando desde mediados de noviembre de 2020 en una excavación ubicada en Aulnat, una zona de aguas situada junto al aeropuerto Syndicat Mixte de Clermont-Ferrand / Auvergne en Francia.
En el terreno, que tiene una extensión de 3,5 hectáreas, los arqueólogos encontraron elementos que estarían relacionados con la Primera Edad del Hierro de la Antigüedad (800 a 450 a. C.), como también de la Alta Edad Media y la Edad Moderna.
Sin embargo, el hallazgo más significativo tiene que ver con la presencia de un niño pequeño que podría haber tenido un año de edad al momento de su muerte y que habría vivido durante le época de los asentamientos galo-romanos de la era augusto-tibetana, es decir, en las tres décadas posteriores al nacimiento de Jesucristo.
“[El niño] fue enterrado en un ataúd encajado de 80 cm, cuya madera no se conserva pero está materializada por numerosos clavos y una placa de hierro ornamental. Este pequeño ataúd se colocó en un foso más grande (2 metros de largo por 1 metro de ancho) que proporciona el espacio necesario para una notable cantidad de objetos”, según comunicó el Instituto Nacional Francés de Investigación Arqueológica Preventiva (Inrap).
De hecho, el equipo de arqueólogos encontró que alrededor del ataúd y en su tapa se colocaron más de veinte recipientes de terracota que pudieron ser usados para contener alimentos y bebidas en el marco de un banquete fúnebre. Además, encontraron un aro y su respectiva varita que le permitía rodar por el suelo, lo que podría ser un juguete.
A los pies del niño difunto estaba ubicado un cachorro que portaba un collar adornado con aproximadamente quince apliques de bronce y una campana. “También en la tumba había un depósito tan pequeño como conmovedor, colocado sobre un fragmento de un caparazón: un diente de leche perdido por un niño mayor que pudo haber sido hermano o hermana del joven fallecido”, señalaron los expertos.
Finalmente, encontraron artículos de carnicería como “un medio cerdo cortado a lo largo, al que se suman tres ejemplares de pierna de jamón, otras dos raciones más pequeñas de cerdo (paleta y jamón), pero también dos gallinas. Algunos jarrones en miniatura y dos balsamaria de vidrio pueden contener productos cosméticos o medicinales, que los análisis químicos deberían permitir identificar”, agregó el Inrap.
De acuerdo con los expertos, durante esa época los niños que fallecían no recibían el mismo procedimiento que los adultos, pues mientras a los infantes los enterraban, a las personas mayores las cremaban. Sin embargo, los elementos encontrados junto al pequeño niño revelan que se trataría de alguien cuya familia pertenecía a un rango privilegiado.
“En cuanto a la asociación del perro con un niño pequeño, está bien atestiguada en un contexto funerario, pero es aquí su collar y su campana los que aparecen inéditos. A modo de comparación regional, solo unas pocas tumbas de niños pequeños proporcionaron cantidades significativas de muebles, sin embargo, todavía menos de diez jarrones y dos piezas de carnicería”, complementaron desde el Instituto Nacional Francés de Investigación Arqueológica Preventiva (Inrap).
La investigación, que fue llevada a cabo por prescripción del Estado (Drac Auvergne - Rhône-Alpes), también encontró evidencias de varios edificios antiguos en la esquina sureste del lugar donde sigue en curso la excavación hasta finales de febrero de 2021. Aunque por el momento solo son visibles los niveles de demolición, la evidencia cerámica indica una ocupación entre el I y III siglo DC.
“La huella de la excavación se ubica en el gran pantano de Limagne en un sector desprovisto de relieve y cubierto de suelos negros”, concluyen desde el Inrap.