Somalia está en crisis. No hay agua, no hay comida y enfrenta una guerra civil cruda y larga. Esta situación ha orillado a muchas madres a tomar medidas drásticas para acceder a unos pocos alimentos.
De acuerdo con un reportaje realizado por el diario El País de España, muchas mujeres envenenan a sus hijos para así poder llevarlos a centros médicos, donde les darán algunos alimentos altos en nutrientes. Según revelaron algunas mujeres a ese medio, obligan a los niños a comer una mezcla de detergente con sal que les genera una diarrea acuosa.
Entonces se dirigen a las ciudades con los niños enfermos para que sean atendidos en hospitales gubernamentales. Allí se les dan galletas y gachas con multivitamínicos que sus madres guardan para también alimentar a sus otros pequeños. Otras mujeres, sin embargo, recurren a otras técnicas para ganarse la vida. Por ejemplo, alquilan a sus hijos para que muchas otras mendiguen en las ciudades, pues de acuerdo a este reportaje, encuentran la mendicidad más rentable que dedicarse a limpiar casas.
El problema con este país es que no hay ayuda humanitaria suficiente y mucho menos gubernamental. De acuerdo con la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, OCHA, la ayuda para esta nación hasta ahora está comenzando a llegar, pero se estima que hasta junio los campos de refugiados verán algunas ayudas.
Sin embrago, otra tragedia ha empezado a azotar a este país ubicado en el cuerno de África. Tras en fin de la temporada seca, llegó la tan esperada temporada de lluvias, pero esta ha traído consigo una serie de inundaciones que ya han cobrado la vida de varias personas.
Al menos 22 personas han muerto y casi 219.000 han tenido que abandonar sus hogares debido a las graves inundaciones que han afectado a las regiones interiores de Somalia, según el último balance publicado por la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).
Las crecidas han inundado viviendas, tierras de cultivo, se han llevado el ganado y han obligado a cerrar los colegios y los centros de salud, ha explicado la OCHA en un comunicado.
Según las primeras estimaciones, hay al menos 460.470 afectados, de los cuales 219.000 han tenido que abandonar sus hogares por la crecida del río Shabelle.
“Las inundaciones de la temporada de lluvias han dejado un rastro de destrucción en especial en el distrito de Belet Weyne, en el estado de Hirshabelle, y en Baardheere, en el estado de Jubalandia”, ha destacado la OCHA.
En el lado positivo, las lluvias rellenarán las reservas de los pozos de agua y facilitarán la regeneración de la vegetación, pero será necesarias muchas más precipitaciones para aliviar el impacto de la reciente sequía.
La OCHA ha puesto, además, en valor la activación del Plan de Respuesta y Preparación para las Sequía y el Plan de Respuesta Humanitaria de 2023, una iniciativa que necesita financiación urgente, puesto que solo ha cubierto el 25 por ciento de su presupuesto.
El Gu es una temporada de lluvias que suelen tener lugar entre abril y junio imprescindible para los agricultores y los ganaderos somalíes, en su versión más moderada, ya que supone el principal medio de reposición de cosechas y pastos de cara a los meses de sequía.
Según los expertos de la ONU, todo apunta a que el país volverá a padecer su sexta temporada consecutiva de lluvias por debajo del promedio, un fenómeno sin precedentes desde el inicio de los estudios al respecto e incluso a pesar de las precipitaciones de los últimos días.
Con información de Europa Press **