Sin rastros de cualquier alegoría chavista, el nuevo presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Henry Ramos Allup, abre las puertas de su nuevo despacho, del que desaparecieron los emblemas de la revolución bolivariana. Se trata –ironías de la historia– de quien se ha mantenido al frente del partido socialdemócrata Acción Democrática, el mismo que gobernó Venezuela en lo que el chavismo llama el pasado y del que el propio Hugo Chávez siempre dijo que “No volverán”. SEMANA: ¿Volvieron? HENRY RAMOS ALLUP: No fue que volvimos, es que nunca dejamos de estar presentes. Este tipo de revoluciones entre comillas tienen mucho de nominalismo y mucho de simbolismo. Yo recuerdo que en su primera campaña electoral, Chávez habló de “freír las cabezas de los adecos en manteca” y yo siempre decía en son de broma que: “O faltó manteca o sobraron cabezas”. SEMANA: Ahora es usted el que sacó los afiches de Chávez. ¿Lo haría distinto después de la reacción mediática? H.R.A.: Yo creo que a estos efectos la forma vale muy poco. Que si lo hice con sigilo, que si dije palabras que desentonaron. Lo importante era sacar lo que nunca ha debido estar aquí porque, repito, el abuso fue meter esos cuadros y convertir la Asamblea Nacional en una especie de altar adoratriz de Hugo Chávez. Si él tiene devotos o cultores, muy bien, uno no se mete. Aquí en este país hay cultos satánicos, hay el culto a María Lionza, hay cultos nigrománticos, etcétera. Pero para notros eso no cuenta; el que quiera tener un culto que lo tenga, pero no a expensas de la institucionalidad de ningún poder. SEMANA: ¿Cuáles son ahora las prioridades del Parlamento venezolano? H.R.A.: Hay muchísimos proyectos, unos de carácter económico, otros de carácter social y político. Por ejemplo, está el proyecto de Ley de Vivienda, que introdujo el diputado Julio Borges como jefe de la Bancada de la Unidad, para dar títulos de propiedad a quienes recibieron casas del Estado. Está el proyecto de Ley de Amnistía para exiliados y presos políticos; también hay un proyecto para la modificación del Poder Judicial, que no puede actuar autónomamente con 70 por ciento de jueces provisorios… SEMANA: ¿Cómo van a responder a una Venezuela que votó y demanda día a día soluciones inmediatas? H.R.A.: Ya se declaró el tema gravísimo de la crisis humanitaria de salud por el desabastecimiento de medicinas, que es un problema terrible. Están en curso proyectos e investigaciones sobre el abastecimiento de agua. En fin, estamos atendiendo problemas sociales, económicos y políticos. Pero siempre tenemos presente que la ejecución en definitiva corresponderá al Ejecutivo. SEMANA: ¿Qué puede hacer o qué van a hacer los diputados venezolanos por la frontera con Colombia, un tema que afecta a ambos lados? H.R.A.: Para nadie es un secreto que el gobierno de Chávez abandonó ese amplísimo territorio, y que tenía un maridaje con la guerrilla narcoterrorista. Eso se convirtió en un aliviadero, una autopista para que saliera por allí hacia ámbitos internacionales la droga que se producía en Colombia, cuya producción y tráfico estuvieron protegidos por el ELN y las Farc, ahora en trance de entendimiento con el gobierno colombiano. Ojalá se entiendan. SEMANA: Entre tanto la frontera permanece cerrada. H.R.A.: La facultad de decretar ese tipo de medidas es del gobierno. Si el gobierno maneja mal la política económica, maneja mal la hacienda, maneja mal las relaciones exteriores, se produce lo que estamos padeciendo en Venezuela. SEMANA: El Tribunal Supremo de Justicia sacó del juego a tres diputados que ya estaban proclamados. ¿Será ese el contrapoder de esta Asamblea Nacional? H.R.A.: Yo en ese aspecto he sido muy cuidadoso y lo he dicho muchas veces: este no es un contrapoder. Lamentablemente, al Ejecutivo le ha resultado algo más que traumático tener ahora un Poder Legislativo autónomo y a eso se tendrá que resignar. SEMANA: ¿Qué viene ahora en Venezuela? H.R.A.: Nosotros vamos a seguir actuando como poder autónomo. Aunque el gobierno llegara a su término natural por elección, que sería dentro de tres años, esta es una legislatura para este gobierno y para el que venga, porque fue electa por cinco años. Ahora, que no se escape que en medio de esta crisis pueda haber conclusión del gobierno antes de su periodo de vencimiento natural, como puede ser por vía de referéndum. Puede haber renuncia, puede haber enjuiciamiento del presidente, puede haber constituyente. En fin, mil cosas. Lo cierto es que uno ve casi con ojos de incredulidad que este gobierno, así como está, en esta situación pueda llegar a su término natural dentro de tres años. SEMANA: El 5 de enero, durante la instalación de la Asamblea Nacional, usted dijo que iban a estudiar en seis meses una salida. ¿Qué quiere decir esa salida? H.R.A.: Que quede claro que esa no fue una propuesta o una ocurrencia del presidente de la Asamblea Nacional a propósito del discurso de toma de posesión. La oposición suscribió el 23 de julio de 2015 un documento donde, entre otras cosas, nos comprometíamos a buscar en el lapso de seis meses a partir de la instalación de la Asamblea Nacional una salida pacífica, democrática, constitucional y electoral para salir de este gobierno. SEMANA: ¿Cuál será esa salida? H.R.A.: Veamos en el momento preciso, es la dinámica y la realidad la que nos va a decir cuál debe ser la vía que vamos a tomar. Aunque no lo admite expresamente así, todo el mundo sabe que en el seno del propio chavismo hay fuerzas muy importantes que se están moviendo incluso en torno a la renuncia del presidente. SEMANA: Pero seis meses pasan pronto, ¿qué se plantean para ese momento? H.R.A.: La crisis no es nuestra, la prisa la pone la propia dinámica. ¿Cómo salimos de esa crisis? Se supone que dialogando. Dialogando si ambas partes o si todos los factores que pueden solventar la crisis estamos dispuestos a salir de ella. SEMANA: ¿Venezuela va a una guerra civil? H.R.A.: ¡No! Por Dios. SEMANA: ¿A dónde va Venezuela entonces? H.R.A.: Aquí puede haber un estallido social. Ahora, uno sabe cuándo se produce, pero no para dónde va. Nadie quiere un estallido. Yo creo que si aquí no ha habido un estallido –pese a que hay todas las condiciones para que se produzca– es porque la gente le tiene más miedo a un reventón y a una confrontación en la que necesariamente tendrían que intervenir de facto los militares. O sea, mi conclusión personal es que en la psiquis colectiva prefieren aguantar como un mal menor el desabastecimiento y la inflación que un reventón. SEMANA: ¿Cuál es el papel de los militares? H.R.A.: Bueno, les hemos dicho claramente –durante la Memoria y Cuenta de Maduro ante la Asamblea Nacional– lo que pensamos de ellos y han entendido el mensaje. Yo no quisiera meterme en este momento en honduras, pero creo que una cosa es la cúpula y otra cosa es la Fuerza Armada como totalidad. Allí adentro hay mucho malestar y mucha discusión, porque ellos saben que se viola la Constitución cada vez que los militares se entrometen en actividades político-partidistas. SEMANA: ¿Se han planteado algún mecanismo de diálogo? H.R.A.: Se supone que hay que dialogar, pero nada gana uno con proponer cosas que reboten ante un gobierno que sigue sordo y terco tratando de implementar un modelo que fracasó. El diálogo pasa por que el gobierno admita que su modelo fracasó y que la crisis no cayó del cielo.El primer preso político que tiene Venezuela es Maduro. Puede que en determinado momento quiera corregir, pero cada vez que pretende hacerlo sus factores internos de disidencia lo acusan de antirrevolucionario, de traicionar los principios de la revolución, de traicionar la memoria del ‘Comandante Eterno’, etcétera. Entonces, está atrapado en su propio esquema. SEMANA: ¿Quién manda entonces en Venezuela? H.R.A.: Ahora hay una tetrarquía: Maduro, Cabello, el ministro de la Defensa sea quien sea y otro factor que ha surgido últimamente con un gran poder de diversa naturaleza, el gobernador del estado Aragua, Tareck El Aissami.La verdad es que si a mí me dijeran que la oposición tiene que hablar con el gobierno, uno diría no por simple malicia: ¿con cuál sector?¿Cuál de esos sectores es el que tiene capacidad de compromiso? ¿Cuál es el que puede llegar a acuerdos razonables para salir de esta crisis en representación de todos los demás? SEMANA: ¿Qué papel juega Cuba en esa “tetrarquía”? H.R.A.: Ah, bueno, ese es el supertutor. SEMANA: ¿Cuba todavía interviene en Venezuela? H.R.A.: Claro, absolutamente. Cuba ha sido el gran beneficiario del fracaso del régimen venezolano. Por ejemplo, hay que ver lo que nos costó a todos esa ayuda que se le dio al Caricom con petrodólares venezolanos y, por órdenes de Cuba, esos países cerraron filas a favor de Guyana ante la reclamación venezolana del territorio Esequibo. Eso dejó a Venezuela poco menos que desairada; la dejó –como decimos aquí– en pelo. SEMANA: Ahora que tanto escasean medicinas y alimentos, el propio Maduro ha hablado de una “guerra económica” y ha comparado el momento con el de Salvador Allende. ¿Hay alguna similitud entre el Chile de 1973 y la Venezuela de 2016? H.R.A.: Yo la verdad no creo que podamos equiparar el Chile de Allende con el caso venezolano. Son dos realidades y dos momentos distintos, de verdad. SEMANA: ¿El chavismo puede reinventarse? H.R.A.: En los modelos unipersonales, todo se va acabando cuando fallece o se va diluyendo esa persona. La célebre “Quinta República” chavista ha colapsado a los 17 años, un poco menos de la mitad de los 40 años que duró el sistema que estuvo antes de Chávez desde 1958 a 1998. Porque el de antes fue un modelo institucional y este, un modelo unipersonal. SEMANA: ¿Cómo debe ser la transición venezolana? H.R.A.: En todos los regímenes de transición entra lo que se denomina ‘justicia transicional’ con las célebres leyes de perdón y olvido, y quiero aclarar que hablo de transición y no de golpes de Estado.Vale la pena el sacrificio si eso significa la consolidación de un régimen democrático en sustitución de uno autoritario. Hay mucha gente que dice: “¿Cómo es posible que los políticos hayan perdonado a fulano?”. O eternizas los conflictos o tratas de solventaros, y eso significa sacrificar partes para salvar el todo. SEMANA: En Colombia está planteada una justicia transicional. ¿Cómo ve el proceso de paz? H.R.A.: Todo lo que sea para lograr la paz es bueno. Ahora, si van a comenzar a hacer un inventario de los excesos de las Farc y el ELN en 50 años, y los excesos que hayan cometido los sucesivos gobiernos para reprimir, no vas a llegar a nada. Yo creo que esas conversaciones de paz son buenas porque traen la paz y la estabilidad para Colombia. SEMANA: ¿Le gusta cuando le dicen “presidente” en el Parlamento venezolano? H.R.A.: Esa es una denominación formal, así como yo digo “señor diputado”, “señora diputada” y al salir del hemiciclo los tuteo. Este año me dirán “presidente”, el año que viene “diputado”. SEMANA: ¿Y después? H.R.A.: Por esta legislatura yo soy diputado. Ver al futuro en Venezuela es ver hacia lo oscuro, nadie sabe lo que va a pasar aquí.