Afganistán es el mayor productor mundial de heroína, con entre el 80 % y el 90 % de la producción del planeta, por lo que la política antidroga del nuevo régimen talibán tendrá una importancia crucial. El precio de la heroína, los niveles de adicción, así como la violencia y el contrabando relacionados con las drogas estarán influenciados por la política de los talibanes de un país en el que la producción de opio es una de sus mayores industrias.
Los esfuerzos internacionales de los últimos 20 años para erradicar el cultivo de amapola, de la que se obtiene la savia para la producción de morfina y heroína, han fracasado rotundamente, y la superficie cultivada es ahora aproximadamente cuatro veces mayor que en 2002.
Anja Korenblik trabaja en la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), que publica el estudio anual sobre el opio en Afganistán, basado en imágenes por satélite y entrevistas con agricultores de 1.500 pueblos. Esta investigadora explicó a la AFP lo que está en juego y las dificultades para combatir el tráfico de heroína.
¿Por qué los agricultores afganos cultivan amapola?
“Para los agricultores que no tienen acceso a medios de sustento alternativos, el cultivo de amapola es una buena opción ya que ofrece varias ventajas. Con un poco de terreno se puede cultivar amapolas y obtener unos ingresos relativamente buenos.
Otros cultivos son difíciles de comercializar. Con la amapola, pueden vender fácilmente el opio en la puerta de sus granjas. Los comerciantes vienen a ellos. Y aunque su cultivo es ilegal, no se aplica la ley”.
¿Qué países consumen heroína afgana?
“Afganistán suministra a más o menos todo el mundo, excepto al continente americano, que se abastece en México, y también hay algún cultivo en Colombia.
Los principales mercados están en Europa occidental, pero Afganistán también suministra en menor medida a los mercados asiáticos y africanos”.
¿Cómo se beneficiaron los talibanes de la heroína?
“Sus ingresos procedían de los impuestos sobre el opio. En muchos pueblos, los agricultores tenían que pagar impuestos por la venta de opio de alrededor del 6%. Dependiendo de las hectáreas cultivadas, esto suponía entre 15 y 30 millones de dólares al año.
Pero además, si se controla una zona, también se puede gravar la fabricación y el tráfico de opiáceos, y suponiendo que esto se grave de forma similar, los ingresos anuales pueden ascender a 100 millones de dólares o más”.
Los talibanes prohibieron el cultivo de adormidera en 2000. ¿Qué pasó?
“El cultivo de opio se redujo de 82.000 hectáreas en 2000 a 8.000 hectáreas en 2001, y esas 8.000 hectáreas estaban en la región del norte, que en ese momento no estaba bajo el control de los talibanes.
Tuvo un gran impacto en los precios del opio, que subieron de 30 dólares por kilo hasta alcanzar un máximo de 700 dólares por kilo. Sin embargo, el problema no se resolvió porque no se abordaron las verdaderas causas de toda esta economía ilícita del opio”.
¿Qué importancia tiene el opio para la industria agrícola afgana?
“La mayoría de los agricultores son muy pobres. Están bajo presión porque en 2018 hubo una sequía, en 2019 hubo inundaciones y luego el covid. Los precios de los alimentos han subido.
Sus vidas no han mejorado. Las infraestructuras no han mejorado o muy poco. Si no pueden cultivar opio, tendrá que haber otra solución para que la gente tenga trabajo, ingresos y alimentos.
La gente suele pensar que el cultivo de drogas ilícitas hace rico a todo el mundo. Eso no es en absoluto así. Sí que hace muy ricos a algunos, pero mucha gente no saca provecho de ello. Para ellos, es simplemente la única manera de sobrevivir de forma decente”.
Con información de AFP