Una mujer londinense tomó la justicia por su cuenta cuando se enteró de que un convicto había abusado de tres de sus hijos. Ante la combinación de emociones, esta madre decidió usar un arma blanca para acabar con la vida del agresor. Los hechos ocurrieron en 2014, pero no fue sino hasta esta semana que las víctimas dejaron atrás su anonimato y se refirieron al caso.
Era “agradable saber que estaba muerto”, fueron las palabras de uno de los hijos, quien en el momento de lo ocurrido tenía 11 años. Hoy, ocho años después, tanto él como los demás miembros de la familia resaltan que su mamá haya enfrentado a aquel hombre (de 77 años).
BBC publicó el relato de lo que aconteció en una noche de 2014, cuando la británica, que responde al nombre de Sarah Sand, tomó un cuchillo y se apresuró hacia la vivienda de un adulto mayor. Una vez en el lugar, descargó su ira ocho veces contra Michael Pleasted, un acto descrito como “ataque predeterminado y sostenido”.
“Nos hizo sentir más seguros”
Sentimientos encontrados despertó entre los ahora jóvenes la acción emprendida por su progenitora. “Pensé que estaba mal (...). No lo voy a negar”, dijo uno de ellos al medio británico, mientras que otro (quien se identifica como Alfie), comentó que lo había embargado la tranquilidad al conocer que su agresor estaba muerto: “Nos hizo sentir más seguros”.
El recuerdo de la agresión y el saber que su mamá había matado a alguien, en consecuencia, se hacía presente con mayor notoriedad en las noches; sin embargo, era más fuerte el saber que aquel hombre ya no estaría presente. “No detuvo las pesadillas. Pero nos dio una sensación de seguridad porque no tenías que caminar por la calle pensando que te lo ibas a encontrar a la vuelta de la esquina”, aseveró Bradley, otro de los hijos.
Luego de que el agresor murió, el sentimiento de serenidad fue cambiado por otro: la incertidumbre y dolor que les produjo saber que su mamá estaba presa. “No detuvo lo que vino después, ya sabes, a menudo nos despertábamos llorando (se cuestionaban), ‘¿dónde está mamá?’”.
El comienzo del fin
En diálogo con BBC, Sara Sands recordó que se hizo amiga de Pleasted cuando se mudó con su familia a Silvertown (un distrito en el este de Londres). Inicialmente, admite que lo consideraba como una persona “encantadora”, por lo que no tuvo problema en cocinarle y acompañarlo cuando sus otras actividades no se lo impedían.
Sands evocó un momento en el que el individuo le expresó su interés en que uno de sus pequeños le colaborara en la clasificación de periódicos, una actividad en la que algunos menores lo asistían el fin de semana. ”Preguntó si Brad podía ayudarle y estaba muy emocionado”. Ahora considera que él ya tenía la mirada puesta tanto en su hijo mayor como en los gemelos y, cuando Pleasted obtuvo la confianza, los invitó a su residencia.
De acuerdo con BBC, poco después los tres menores le contaron a su progenitora que habían sido abusados. Lo que siguió a la confesión fue el arresto del anciano que, a pesar de la acusación, quedó en libertad mientras llegaba el momento del juicio. Con el tiempo, se supo que sobre él recaían más de 20 condenas por delitos sexuales y que había cambiado su nombre.
Sands afirmó que, la noche de los hechos, cuando se dirigió a la casa de Pleasted no estaba en su mente matarlo, sino llegar a un acuerdo para que los niños no tuvieran que exponerse en un tribunal, pero que el acusado había afirmado que los menores mentían. Después, la mujer fue declarada culpable por homicidio involuntario y, aunque la pena preveía siete años de cárcel, cumplió casi cuatro de estos.