El Holocausto es uno de los genocidios mejor documentados de la historia, pero disponemos de muy pocos datos que hablen de cifras, incluso aunque se trate de sucesos de una importancia capital. Es más, este episodio de la historia a menudo es explicado en cifras tan extensas que resultan muy difíciles de asimilar. Un número tan grande como los infames seis millones de asesinatos opacan el significado de las operaciones clave que dieron forma al genocidio, convirtiendo un devastador acontecimiento masivo en una vaga caracterización.

En la era digital en la que vivimos, las matemáticas, la ciencia de datos y las herramientas de visualización de las que disfrutamos pueden ayudar a dotar de sentido a este tipo de sucesos para las generaciones venideras. Al examinar un conjunto de datos desordenados y erróneos de la época acerca de las deportaciones de personas, comencé a descubrir la verdadera magnitud de la matanza. Se puede comprobar en el estudio que realicé y que fue publicado el 2 de enero.

La Operación Reinhard

Mi investigación se centra en un período de 1942 en el que tuvo lugar la conocida Operación Reinhard, durante la cual los nazis transportaron alrededor de 1,7 millones de víctimas (entre ellas comunidades judías al completo) a través de la red europea de ferrocarriles con destino a Treblinka, Bełżec y Sobibor. Casi todas las personas trasladadas a los campos de exterminio fueron asesinadas en cámaras de gas, normalmente tan solo unas horas después de su llegada. Debido a que los nazis destruyeron prácticamente todos los registros de la masacre, es importante intentar descubrir qué ocurrió realmente.

Durante la elaboración del estudio me fijé en la “tasa de crímenes”, es decir, en los asesinatos llevados a cabo cada día. Este índice revela una repentina masacre tras la orden de “acelerar las acciones”, emitida el 23 de julio de 1942 por Hitler, tal y como aseguró un oficial de las SS. Aproximadamente 1,5 millones de judíos fueron asesinados en solo cien días, tanto en la cámara de gas como en fusilamientos fuera de los campos de exterminio. En agosto, septiembre y octubre se perpetraron alrededor de 500.000 asesinatos cada mes, es decir, unas 15.000 muertes al día. La matanza terminó poco después, ya que apenas quedaban judíos en la zona.

El alcance completo de esta masacre genocida parece no estar documentado en la historia. La información de la que disponíamos antes del estudio fue reconstruida en su mayoría de manera indirecta con base en conjeturas parciales y en una escala de tiempo anual, en lugar de diaria o mensual, lo que propiciaba que se pasase por alto esta aniquilación de tres meses de duración.

Mi análisis se apoya en los registros de trenes cuidadosamente recopilados y reunidos en un libro escrito por el historiador del Holocausto Yitzhak Arad, publicado en el año 1987. Arad documenta aproximadamente 500 traslados con origen en unas 400 comunidades judías de Polonia, clasificados por días según la ubicación, el número de víctimas de cada traslado y los campos de exterminio a los que fueron a parar.

Mi investigación requirió una clasificación pormenorizada de los diferentes documentos, así como la inclusión de datos que habían sobrevivido al paso del tiempo. Además, creé un vídeo en el que expongo un mapa espacio-temporal en el cual sitúo las 400 comunidades judías en el territorio polaco e indico la secuencia cronológica de las deportaciones a campos de exterminio durante todo el año 1942.

Si bien la Operación Reinhard es considerada la mayor campaña de exterminio del Holocausto, se ha subestimado el vertiginoso ritmo al que los nazis operaron para eliminar al pueblo judío. La mayoría de la población mundial desconoce que esta masacre sin precedentes se desarrolló en tan solo tres meses, y solo gracias al conjunto de datos recopilados por Arad tenemos ahora un conocimiento más aproximado de lo que realmente ocurrió.

Este corto espacio de tiempo indica la increíble coordinación de una maquinaria estatal que respondía a la avidez del Führer por erradicar a todo un pueblo. Los registros de los trenes muestran cómo zonas enteras fueron vaciadas de comunidades judías una por una de manera organizada, y cómo las cifras de los asesinatos fueron creciendo hasta que no quedaba prácticamente nadie más a quién eliminar. El gráfico a continuación resalta el ritmo y el frenesí con los que se ejecutaron masivamente a cientos de miles de personas a lo largo de 1942.

La medida real del genocidio

A pesar de más de setenta años de investigación sobre el Holocausto, este parece el primer intento de dibujar en un gráfico datos adicionales sobre el genocidio de manera cronológica y espacial. Mi enfoque basado en los datos retrata la Operación Reinhard desde una perspectiva diferente a la que se puede encontrar en los volúmenes de informes históricos.

A menudo, los expertos en genocidios comparan los datos de exterminios recientes con los del Holocausto nazi, considerando este último el punto de referencia para establecer la gravedad de un genocidio. Así las cosas, muchos científicos sociales defienden que el genocidio de Ruanda fue “el más grande” del siglo XX: en el país africano, sostienen, el ritmo de los asesinatos en masa fue de tres a cinco veces mayor que en el Holocausto.

Sin embargo, mi estudio muestra que mientras en Ruanda los crímenes produjeron 8.000 víctimas al día durante un período de cien días, el Holocausto duplicó estas cifras en el mismo período de tiempo durante la Operación Reinhard.

Estos datos sugieren que la tasa de asesinatos del Holocausto se ha subestimado en una proporción de seis a diez veces. En mi opinión, este tipo de comparaciones tienen una utilidad limitada y degradan la importancia histórica del exterminio del pueblo judío. El Holocausto es el ejemplo más esclarecedor de cómo la maquinaria eficiente de un gobierno se volvió contra el pueblo de manera irracional. Traspasó todos los límites de crueldad y se erigió como un sistema eficaz. Esta es la lección clave del Holocausto que creo que no debemos olvidar.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en The Conversation.

Por Lewi Stone

Professor of Biomathematics at Tel Aviv University and, RMIT University