¿Alguna vez ha sentido que en su lugar de trabajo no lo tienen en cuenta y que le han limitado sus funciones? ¿O tal vez considera que, pese a no devengar un salario bajo, sus labores no están en línea con su preparación y quisiera hacer cosas diferentes y crecer profesionalmente?

Eso es lo que le sucede a Dermot Alastair Mills, un hombre que llevó a instancias judiciales su situación laboral de la que asegura estar “cansado”. Según él, devenga unos 130.000 dólares por año (628.258.800 pesos colombianos a conversión de hoy), solamente por almorzar y leer periódicos.

Justamente esas son las “funciones” que llevaron a que ir a “trabajar” se convirtieran en una práctica insostenible que cruzó los límites. Sumado a la imprecisión sobre las actividades a realizar, Mill denuncia que ha sido víctima de discriminación por no “hacer nada” para ganarse ese dinero.

El caso llegó a oídos de la Comisión de Relaciones Laborales en Irlanda, entidad en la que expuso cuál era su día a día. “Diría que si tengo algo que me obliga a trabajar una vez a la semana, estaría encantado”, denunció en medio de una situación que tomó relevancia en la prensa inglesa.

“Compro dos periódicos, el Times y el Independent, y un bocadillo. Entro en mi cubículo, enciendo mi computadora, miro los correos electrónicos. No hay correos electrónicos asociados con el trabajo, ni mensajes, ni comunicaciones ni comunicaciones con colegas”, dijo a esa dependencia, según medios como Irish Central.

¿Qué llevó al cambio “repentino”?

Para este británico, todo cambió luego de que bajo la Ley de Divulgaciones Protegidas de 2014, supuestamente fuera sancionado por plantear interrogantes sobre la parte contable de Irish Rail, la empresa ferroviaria de la que es gerente de finanzas. Esa compañía asegura que su empleado sí divulgó información “protegida”, pero rechaza que lo hubiese penalizado por ello.

No obstante, desde el momento en el que se difundieron las presuntas inconsistencias económicas, Mills afirma que gradualmente empezó a perder poder y participación en varias decisiones. A partir de 2010 alega que fue blanco de acoso y que, tres años más tarde, eso lo llevó a tomar tres meses de licencia por enfermedad.

Su regreso a la oficina estuvo condicionado a que la empresa mantendría hacia él “mismo estado, misma antigüedad y mismo salario”, recogió el Irish Independent. En ese orden de ideas, sus funciones agrupaban el cargo como gerente financiero; sin embargo, las cosas empezaron a tomar distancia de la realidad y, para él, todo se quedó en un cargo con solo nombre “ostentoso”.

“Me siento y leo el periódico y como mi sándwich. Luego, alrededor de las 10:30 a. m., si hay un correo electrónico que requiere una respuesta, lo respondo. Si hay trabajo asociado con eso, yo hago ese trabajo. (...) Si no hay nada que hacer, me voy a casa”, dijo Mills antes de añadir que “cuando digo que no hago nada, quiero decir que no uso mis habilidades”, recogió ese medio de sus declaraciones.

Para este gerente general su lugar de trabajo lo fue relegando cada vez más, al punto que no lo tenían en cuenta en las reuniones ni hacía parte de nuevas capacitaciones. Aunque Iris Rail lo acusa de no tener pruebas, la discriminación habría empezado también a tener lugar.

“No tenía motivos para pensar por qué me discriminaban. No me dieron ninguna respuesta, esa fue una de las formas en que pensé que podría obtener una respuesta”, informó Irish Independent sobre lo que aseveró este hombre. Por ahora no hay una resolución clara y no se prevé que la justicia retome el caso sino hasta el próximo año.