Lo que comenzó como una celebración de Navidad en un ancianato en Bélgica terminó en tragedia, luego de que un hombre que se disfrazó de papá Noel y fue a repartirles regalos a los abuelos del lugar, diera positivo por coronavirus y así mismo contagiara a 98 adultos mayores y a 20 empleados, uno de los cuales ya falleció.
“Se hizo con la mejor intención, pero salió mal. Es un día muy triste”, manifestó al respecto Wim Caeyers, alcalde de Mol, población donde se encuentra el ancianato.
De acuerdo con el medio Brussels Times, estas actividades están prohibidas, y Armonea, la empresa que dirige el centro, había decidido llevarla a cabo sin la pertinente comunicación a las autoridades.
“Si hubieran solicitado permiso, habríamos dado una respuesta negativa”, agregó el alcalde Wim Caeyers
No obstante, el personal del ancianato ha argumentado todo el tiempo que tomaron las medidas necesarias y que supuestamente la presencia de papá Noel se había limitado a las zonas comunes, algo que evidentemente no habría sido así, teniendo en cuenta lo ocurrido finalmente.
El propio director del ancianato lamentó lo ocurrido en el evento sorpresa que tenía como objetivo elevar el ánimo de los abuelos durante esta temporada navideña. “Se hizo con la mejor intención, pero salió mal. Es un día muy negro”, dijo.
De acuerdo con el medio Brussels Times, el hombre que se disfrazó de papá Noel para animar a los adultos mayores y entregarles regalos, es hijo de uno de los residentes. Aseguran que días después de dicho encuentro empezó a padecer síntomas de la covid-19, y luego los ancianos y empleados del ancianato también se empezaron a enfermar.
“Nos sentimos como muebles”: dura carta de abuelo abandonado por confinamiento
“Soy el grito sordo y mudo de miles de personas que pedimos ayuda. Somos los abuelos que habitan las residencias. Los que más hemos sufrido la muerte en esta pandemia, muchos se fueron y no volvieron”, estas son las primeras líneas con las que Manuel Sánchez, de 79 años, inicia una dura y triste carta que envió al portal de noticias 20 Minutos en España, para narrar la situación en la que se encuentran.
La carta está cargada de nostalgia y tristeza, pero también de muchas verdades. Y es que en ella, el anciano recuerda cómo su población, los adultos mayores, han sido quienes más han muerto durante la pandemia por la covid-19 y cómo ahora “nadie se acuerda ya”.
“Queremos y necesitamos buscar soluciones y darle luz a la dura realidad que vivimos en nuestros centros, que se han convertido en cárceles para nosotros. Somos prisioneros inocentes, no hemos muerto por la covid pero nos van a matar la soledad y la pena”, narra el anciano.
En la carta, Sánchez detalla cómo llegó al centro para adultos. Asegura que hace 26 años sufrió un derrame cerebral y “desde entonces y hasta hace 2 años mi familia me ha estado cuidando y mimando todos los días, dándome su amor y dedicación”, explicando que su cabeza funciona bien, pero su cuerpo no.
“Quedé hemipléjico. Hace dos años que estoy en una residencia porque mi familia ya no me podía atender. Hemos derramado muchas lágrimas porque ha sido una decisión muy dura y difícil para todos”, insiste.
Una de las partes más conmovedoras de la carta tiene lugar cuando el adulto mayor asegura que su única alegría era ver diariamente a la familia, que le llevaran siempre “alguna cosita para alegrarme un poco el día (un zumo, un bollito...)”, además de poder darle un paseo.
“De repente todo esto se paraliza. Nos confinan, nos aíslan, la mayoría no podemos comunicarnos con la familia”. Agrega que se sienten como muebles porque no se pueden valer por ellos mismos.
Sánchez asegura que no quiere buscar culpables, “por lo mal que lo hicieron las administraciones, Gobierno y altos directivos de las residencias (con el tiempo ya se irán depurando responsabilidades)”, declara.
En otro apartado de la carta, el anciano dice tener la sensación de que se han olvidado de ellos.
“No nos pueden traer nada de comida (ni siquiera un simple caramelo). El enemigo parece que es la familia. Nos vigilan para que no se nos acerquen y no nos toquen. Es muy triste, señores, pero muy triste de verdad. No podemos entenderlo”.
Finalmente, dice entender que hay que tomar medidas y que quizás haya una buena solución, como que los familiares lleven una prueba PCR negativa, que demuestre que no tienen el virus.
“No sé, alguna solución para poder estar con ellos de otra manera, porque esta situación nos está quitando las ganas de vivir y ya estamos en el límite y no aguantamos más”, sentencia.
“Nos sentimos abandonados por una sociedad que no ve más allá de su mascarilla y de su incómoda nueva realidad. Piensen un poco en nosotros. Les necesitamos”.