Mehmet Ali Agca, el terrorista turco de extrema derecha que intentó asesinar al Papa Juan Pablo II en 1981, ha pasado de anunciarse como el nuevo Mesías a acusar al Vaticano de estar detrás del atentado. Abonado a las declaraciones polémicas y a los intentos de captar la atención pública, Agca acaba de protagonizar un nuevo escándalo al asegurar en una entrevista exclusiva con la televisión pública turca que fueron altos mandatarios del Vaticano quienes le encargaron la muerte del Papa Wojtyla. El propio primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, ha tenido que salir al paso de las críticas vertidas contra el ente público por dar publicidad a Agca, asegurando que "no hay diferencia entre los canales público y los privados. Estas cosas se tratarán también en la televisión pública". En su primera entrevista desde que salió de la cárcel a primeros de año, Agca aseguró ayer que la orden del atentado le fue dada por el cardenal Agostino Casaroli. El turco explicó además que fue contactado por dos agentes del Vaticano y con ellos planeó el modo de disparar al Papa. Agca también afirmó que todas las declaraciones que hizo durante los 19 años que pasó en la cárcel en Italia, luego pasó otros 10 en prisiones turcas, fueron preparadas por los fiscales italianos y los jueces y funcionarios del Vaticano. "Es muy simple: el gobierno del Vaticano lo tenía todo planeado. En primer lugar me pagaron de 40.000 a 50.000 dólares. Compré la pistola en Austria con la ayuda de un amigo. (El Vaticano) me prometía ser liberado después de dos años en la cárcel. Pero me quedé mucho más tiempo cuando me negué a algunas de las peticiones del Vaticano. Me negué a convertirme al cristianismo ", aseguró. En la entrevista, Agca relató que el objetivo no era matar, sino herir al Papa, por lo que así se cumpliría el llamado milagro de Fátima. Al referirse a las acusaciones que en su día vertió sobre la implicación de Bulgaria y la KGB soviética, Agca dijo que "todo fue un montaje". "Yo era anticomunista. El Vaticano era anticomunista. La CIA era anticomunista. Querían detener el Partido Comunista Italiano y contribuir a la caída de la Unión Soviética. Todo funcionó tal y como fue planeado ", aseguró. "El objetivo era destruir la imagen del imperio soviético a los ojos de dos mil millones de cristianos", dijo Agca, quien aseguró que todas las teorías detrás del ataque -como la pista búlgara, el enlace Mason y el negocio de lavado de dinero en el Vaticano- son infundadas y falsas. Por sus declaraciones en la cárcel y ante los tribunales, muchos en Turquía creen que Agca está loco o que, al menos, trata de convencer a todos de estarlo y, de hecho, tras su liberación a principios de este año los médicos turcos le diagnosticaron un grave "desorden antisocial de la personalidad". El 13 de mayo del 2007, aniversario de su frustrado atentado, decidió abjurar de su fe musulmana y convertirse al catolicismo. Hace dos años escribió una nueva Biblia en la cárcel y pidió a Benedicto XVI que creyese en ella. "Yo no soy Dios. Tampoco soy el hijo de Dios. Yo no soy Jesús. Yo soy el Mesías, y declaro hoy día del juicio final", gritaba cuando fue puesto en brevemente en libertad por error en 2006 y detenido de nuevo una semana más tarde. Antes de su liberación definitiva, escribió varias cartas a países como Polonia, Portugal, Croacia y el Vaticano pidiendo la ciudadanía o un visado. Llegó incluso a pedir permiso para visitar el santuario de Fátima el mismo día que Benedicto XVI visitó el santuario en mayo. Nacido en un pueblo de la provincia oriental de Malatya el 9 de enero de 1958, se trasladó a Estambul para cursar sus estudios y, en el periodo álgido de las luchas entre izquierda y derecha a mediados de la década de 1970,se unió al grupo de jóvenes ultranacionalistas conocido como "Lobos Grises". En Turquía se le recuerda sobre todo por ser el asesino de Abdi Ipekçi, redactor jefe del diario Milliyet, y cuya muerte en 1979 aceleró la preparación del golpe militar el 12 de septiembre de 1980. EFE