Luego de semanas de horror durante la ocupación rusa, los habitantes de Bucha buscan desesperadamente a sus familiares desaparecidos, después de que en este suburbio de la capital ucraniana se hallaron decenas de cadáveres el fin de semana.
Algunos unos esperan encontrarlos vivos, otros se resignan y saben ya lo que les ha ocurrido a sus amigos, vecinos y colegas. Tetiana Ustymenko perdió a su hijo y a dos de sus amigos que fueron baleados en plena calle. Enterró los tres cuerpos en el jardín de su casa.
Oleh Onyshchenko, en cambio, busca desesperadamente a dos miembros de su familia en un campo donde yacen 50 bolsas de cadáveres. Cree que sus familiares fueron quemados y que no podrá reconocerlos, aunque tiene la esperanza de encontrar un anillo o una alianza para poder identificarlos.
Otro habitante de la ciudad, Oleksandre Kovtun, todavía alberga esperanzas. No tiene noticias de su hijo, pero cree que puede haber sido tomado prisionero por el ejército ruso durante su repliegue hacia Bielorrusia.
Bucha, un suburbio ubicado en el noroeste de Kiev, fue ocupada por las tropas rusas los primeros días de la invasión. Tras el repliegue de los soldados a finales de marzo, las autoridades ucranianas descubrieron decenas de cadáveres vestidos con ropa de civil, algunos con las manos atadas detrás de la espalda.
“Mi hijo estaba muerto”
En la calle Kiev-Mirotska aún hay un automóvil acribillado. En su interior, se pueden ver las manchas de sangre coagulada en los asientos. Los cuerpos ya no están, porque fueron trasladados al jardín de Tetiana Ustymenko. La mujer, de 65 años, cuenta que enterró a su hijo Serguiy, de 25 años, y a sus amigos Nastia y Maksym, el 4 de marzo.
Unos días antes, su hijo le propuso sacarla de Bucha, pero pensaba que era demasiado peligroso. Sin que ella lo supiera, lo intentó igualmente. “Escuché disparos, pero estaba segura de que él no estaba”, cuenta. “Recibí una llamada. Pregunté: ¿eres tú hijo mío?, y un vecino me contestó que un coche había sido tiroteado por los rusos. Me dijo que mi hijo estaba muerto”, recuerda.
Según ella, un francotirador enemigo apuntó a los tres amigos: Serguiy fue alcanzado en la espalda, Maksym en la cabeza y Nastia en las piernas. Los cuerpos se quedaron fuera durante tres días antes de que el marido de Tetiana, Valerii, pudiera trasladarlos con ayuda de los vecinos para enterrarlos. “¿Cómo puedo seguir viviendo ahora?”, se lamenta Tetiana.
Buscando entre las bolsas de cadáveres
En el cementerio municipal, Oleh Onyshchenko, observa los cuerpos alineados en bolsas negras. Un grupo de policías se afana en el papeleo, redactando informes preliminares para identificar los cadáveres.
Cada pocos minutos abren una nueva bolsa. En una, los brazos de una mujer se enredan alrededor de su rostro sin vida. En otra, la rigidez del cadáver da la impresión de un hombre en posición de firme. Algunas bolsas solo contienen partes de cuerpos, quemadas o cortadas.
Oleh, de 49 años, da un paso atrás. En su bolsillo, tiene las fotocopias de los documentos de identidad de su cuñada Tamila y del certificado de nacimiento de la hija de esta, Anna, de 14 años. Salieron de Bucha en un coche prestado, cuyo propietario vio un video del vehículo quemado. Entendió todo de inmediato. Por eso, busca joyas para poder identificar a los cuerpos.
Cerca de ahí, un policía coloca un papelito en una bolsa. “Bucha, hombre, cerca de 30 años. Ojos abiertos. Heridas corporales en la parte izquierda del abdomen, el cuello y las manos”. “Hace un mes, nadie podría haber imaginado esto”, dice Oleh.
Con información de AFP
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