Luego del tensionante fin de semana en Rusia, donde el grupo paramilitar Wagner intentó llegar a Moscú para tomar el control del país liderado por el presidente Vladimir Putin, el ministro de Defensa del país, Sergei Shoigu, uno de los amenazados por el grupo de mercenarios, hizo su primera aparición pública.
El grupo Wagner pedía su destitución, una acción que buscaba apartarlo del camino como jefe de cartera y de esta manera tomar el control de las milicias rusas que llevan combatiendo a Ucrania por más de un año.
Una disputa entre el líder del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin, y la cúpula militar rusa enquistada en torno a los combates en Ucrania derivó en un motín en el que combatientes del grupo militar privado abandonaron el frente en Ucrania para tomar una ciudad sureña rusa y marchar sin oposición aparente hacia la capital, para luego retirarse en menos de 24 horas el sábado 24 de junio.
La incertidumbre, pese a la “calma”, aún persiste. El ministro Shoigu decidió aparecer nuevamente ante las cámaras, pasando revista a tropas rusas en Ucrania, intentando mostrar una sensación de orden tras la peor crisis política y militar del país en décadas.
El Kremlin dijo que había llegado a un acuerdo según el cual el líder mercenario se trasladaría a Bielorrusia y recibiría una amnistía, al igual que sus soldados. Pero este lunes 26 de junio, medios rusos dijeron que la pesquisa penal contra Prigozhin seguía adelante y su paradero era desconocido.
El jefe del Estado Mayor, el general Valery Gerasimov —objeto de la ira de Prigozhin, al igual que Shoigu— no ha aparecido en público desde entonces.
Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, reapareció este lunes en un video difundido por el Kremlin en el que habla por primera vez desde el motín fallido del jefe del grupo Wagner el pasado fin de semana.
En el video, Putin ofrece un discurso en un foro de jóvenes llamado “Ingenieros del futuro”, elogiando a las empresas por garantizar “el funcionamiento estable” de la industria del país “frente a varios desafíos externos”.
No estaba claro qué ocurriría finalmente con Prigozhin y sus tropas, según el acuerdo con el Kremlin mediado por el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko. El vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo el sábado que Putin había dado su palabra de que se permitiría que Prigozhin llegara a Bielorrusia.
La investigación penal contra Prigozhin no se ha cerrado, pese a declaraciones precias del Kremlin, según dijo la agencia estatal de noticias RIA Novosti, que citó fuentes no identificadas en la Fiscalía General. La agencia de noticias Interfax emitió un reporte similar.
Si el caso sigue adelante, la presencia de Prigozhin en Bielorrusia —un firme aliado del Kremlin— ofrecería pocas protecciones ante la detención y extradición.
Putin se mantuvo al margen de la disputa, mientras que Shoigu y Gerasimov no respondieron, en un posible reflejo de incertidumbre sobre el apoyo de Putin. Los expertos señalaron que al no poner fin a las diferencias, Putin había animado a Prigozhin a subir las apuestas de forma drástica.
Medios y comentaristas rusos especularon que Putin podría sustituir a Shoigu, pero que el mandatario, que evita tomar decisiones bajo presión, probablemente esperaría antes de anunciar el cambio.
Algunos analistas vieron la revuelta de Prigozhin como un movimiento desesperado para evitar que el Grupo Wagner fuera desmantelado tras una orden de que todas las compañías militares privadas firmaran contratos con el Ministerio ruso de Defensa para el 1 de julio.
Las diferencias de Prigozhin con los mandos militares se remontaban años atrás, a la intervención militar rusa en Siria, en la que también participó el Grupo Wagner. Escaló de forma drástica en los últimos meses durante los combates en Bájmut.
El motín hizo que parte de las mejores tropas de Rusia fueran retiradas del campo de batalla: las tropas de Wagner, que demostraron su eficacia en Bájmut, la única victoria terrestre el Kremlin en meses, y los soldados chechenos enviados a detener su marcha hacia Moscú.
*Con información de AP.