La primera vez que la diputada surcoreana Yong Hye-in dejó su casa tras dar a luz, terminó llorando cuando le negaron la entrada a un café por su bebé. Para esta diputada de 33 años, una de las más jóvenes del país, la experiencia supuso el inicio de una misión: erradicar las “zonas sin niños” de Corea del Sur. En el país con la menor tasa de natalidad del mundo, el incremento de recintos que vetan a niños como cafés, librerías o galerías de arte enfurece a padres como Yong.
La diputada asegura que este fenómeno boicotea décadas de política natalista, en las que los gobiernos destinaron miles de millones de dólares para estimular a los surcoreanos a procrear. Subsidios en efectivo, servicios de niñeras o apoyo a los tratamientos de fertilidad no consiguieron hacer remontar las tasas de natalidad, que se sitúan en 0,78 nacimientos por mujer, muy inferior a la necesaria para mantener la población.
Muchos expertos aseguran que no es fruto solo de factores económicos, sino también sociales. Las zonas sin niños suelen alegar un amplio abanico de motivos para la exclusión, desde el ruido a los padres “desconsiderados”, pero Yong lo considera pura discriminación, especialmente contra madres jóvenes.
“Siento que me han expulsado de la sociedad”, dice Yong a la AFP al recordar la experiencia de ser rechazada en un café. Después de sufrir depresión posparto y “llorar cada día durante la lactancia”, ir a un café era para ella un paso hacia la normalidad, pero se convirtió en lo contrario. “Me había convertido ahora en una persona que podía ser rechazada tan fácilmente en restaurantes, cafés, bares, cine. Recuerdo llorar tanto en mi camino a casa…”, cuenta.
Poco interés parlamentario
Su mismo espacio de trabajo, la Asamblea Nacional de Corea del Sur, es una zona sin niños que solo permite la entrada a diputados y personal autorizado. Tampoco dispone de una política obligatoria de baja de maternidad para los diputados (Yong es solamente la tercera parlamentaria en dar a luz durante su mandato). Cuando volvió a trabajar propuso una ley para permitir a los bebés de menos de 24 meses acompañar a sus madres al trabajo, pero, sin sorpresa para ella, todavía está pendiente.
“Como la Asamblea Nacional está dominada por hombres en los 50 años o más, hay poco interés en los sistemas que pueden combinar el cuidado de los hijos y las actividades parlamentarias”, dice en su oficina junto a su hijo de dos años, Dan. “No es una cuestión urgente para ellos dado que no afecta sus vidas”, agrega.
Pero Yong, fundadora y líder del Partido Renta Básica, advierte que el gobierno no podrá resolver la crisis demográfica si no presta atención a cuestiones sociales como la desigualdad de género o la brecha salarial entre hombres y mujeres. Para muchos jóvenes “es difícil siquiera predecir qué harán para sobrevivir el próximo año”, afirma.
La diputada critica la creciente desigualdad, especialmente acusada entre los jóvenes y que ella misma experimentó. Para tirar adelante en sus años universitarios trabajó como camarera en un deslumbrante hotel donde cobraba 3.500 wones por hora (2,70 dólares) y tenía que acumular hasta 14 horas diarias para llegar a final de mes. En cambio, cada filete que servía costaba 70.000 wones (54 dólares).
“Incluso si trabajaras 14 horas, tu salario diario no servía para comprar el filete que servías”, afirma. “Cuando ni siquiera sabes qué pasará con tu vida en un año, es una apuesta tener un hijo”.
Hijos sí, pero criarlos lejos
Yong acaparó por primera vez la atención nacional cuando fue acusada de organizar “ilegalmente” una protesta silenciosa por el desastre de un ferri en 2014 en el que murieron cientos de personas, en su mayoría escolares. Tras seis años de batalla legal fue declarada no culpable en 2020, el mismo año en que consiguió entrar en la Asamblea Nacional con el fuerte apoyo de jóvenes votantes.
Después del accidente de ferri en Sewol de 2014 y la estampida mortal de Halloween de 2022 en el barrio de ocio Itaewon de Seúl, muchos jóvenes surcoreanos han perdido la fe en su gobierno. La gente siente que “incluso si das a luz a tus hijos y los crías, el estado no los protegerá”, afirma. Para muchos jóvenes, querer ser padre es algo “irracional”, asegura.
La diputada considera las zonas sin niños un buen ejemplo de cómo la sociedad coreana ve las dificultades de la paternidad (como la falta de sueño y la lactancia) como algo para las mujeres. El gobierno dominado por hombres quiere impulsar la natalidad, pero “preferiría que el proceso ruidoso, difícil y doloroso de criar un niño pudiera hacerse por separado, en algún lugar lejos de la vista, en una isla remota”.