Famoso por su lago de lava perennemente activo en la cima del cráter, Erebus es objeto de estudio y admiración en el fascinante campo de la vulcanología. A pesar de su actividad volcánica incesante, su cumbre permanece inaccesible, cubierta por espesos glaciares que desafían las extremas temperaturas antárticas, que oscilan entre los -20 °C en los cálidos meses estivales y los gélidos -50 °C en los rigurosos inviernos.
La peculiar y casi surrealista liberación de oro tiene lugar cuando la ardiente lava del volcán emite gases calientes cargados de diversos materiales, entre los que se encuentra, de forma casi imperceptible, el oro. Al entrar en contacto con la gélida y desolada atmósfera antártica y enfriarse, estos materiales se precipitan esparciendo diminutas partículas de oro por el desolador y helado entorno circundante.
Aunque el interés económico por la explotación mineral de regiones remotas como la Antártida va en aumento, este fascinante descubrimiento suscita importantes debates sobre la conservación del frágil ecosistema del continente blanco. Las desafiantes expediciones científicas a lugares tan inhóspitos enfrentan desafíos logísticos monumentales, limitando la duración y la frecuencia de estas valientes misiones de exploración.
Sin embargo, la actividad del monte Erebus ofrece una valiosa y única oportunidad para estudiar en profundidad los efectos de sus emanaciones volcánicas en la frágil biodiversidad antártica y, por ende, en el delicado equilibrio del planeta. Este enigmático y misterioso volcán continuará atrayendo y seduciendo a aventureros, científicos y soñadores por igual, ofreciendo respuestas a los enigmas que aún están ocultos bajo el inexplorado manto de la Antártida.
Debido a que se encuentra en una zona donde la corteza ha adelgazado, le facilita al magma fluir hacia la superficie a través de fallas, liberando bolsas de gas que contienen hasta 80 gramos de oro en fragmentos pequeños de no más de 20 micrómetros.
Por su parte, el Observatorio de la Tierra de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (Nasa) apunta que otra de las razones por las que ocurre este fenómeno puede ser el bajo contenido de agua en el magma, volviéndose menos volátil a medida que va acercándose a la superficie.
Sin embargo, Kyle asegura que su recolección no es propicia debido a las pequeñas proporciones que se esparcen con el tiempo. “Nadie se enriquecerá con el monte Erebus”, mencionó.
Además de ser reconocido por la particularidad de su naturaleza, el volcán también es recordado por una tragedia ocurrida el 28 de noviembre de 1979, en el que murieron 257 personas en el vuelo 901 de Air New Zealand.