El hielo marino de la Antártida alcanzó niveles mínimos históricos por segunda vez en dos años, lo cual responde a la crisis climática y al daño del ecosistema.
El Centro Nacional de Datos sobre Nieve y Hielo (NSIDC) indicó que el cuerpo helado que bordea la Antártida descendió a 1,91 millones de kilómetros cuadrados el pasado 13 de febrero, situándose cerca al récord alcanzado el año pasado, el cual fue de 1,92 millones de kilómetros cuadrados, establecido el 25 de febrero del 2022. No obstante, cabe la alta posibilidad que el hielo marino podrá reducirse más.
Este fenómeno altera la tendencia que se ha presentado en los últimos dos años, aunque en mayor medida. En ese lapso de tiempo, el hielo descendió dos millones de kilómetros cuadrados; lo que pasó recientemente es casi igual a lo que estaba pasando entre 2021 y 2022.
En principio, los investigadores justifican este fenómeno por los vientos, las corrientes oceánicas y el propio calor del mar. A la par que se presentó esto, descubrieron que la temperatura en la Antártica ha estado 1,5 °C por encima de la media. Es decir, un periodo caluroso.
Otra elemento importante es el cinturón de vientos del oeste que rodea la Antártida, conocido como Modo Anular del Sur u oscilación antártica. Estos vientos han aumentado por la fusión del hielo marino y son más fuertes de lo habitual. Por lo tanto, ocasiona condiciones meteorológicas que presentan un aire cálido a la región y aportan al descenso del cuerpo helado.
La tercera causa de esta situación, según la NSIDC radica en que el calor de la superficie de los océanos está elevada y esta, al entrar en contacto directo con el hielo, la puede derretir con facilidad. Es por ello que el calentamiento de los océanos a nivel mundial ha tenido implicaciones.
La extensión del hielo marino antártico ha oscilado al alza y a la baja, lo que hace que su estudio y monitorio sea más complejo y volátil. Su estado es diferente al presente en el Ártico, donde el ritmo de pérdida de hielo marino sigue una trayectoria descendente constante. En el caso de la Antártida, puede haber momentos de cierta estabilidad, pero que en cualquier momento (como ahora) caen bastante.
Las dos regiones polares son diferentes por sus ubicaciones. Mientras que el Ártico es un océano rodeado de continentes, la Antártida es un continente rodeado por el océano, lo que significa que su hielo marino puede crecer hacia el exterior, sin estar limitado por tierra. El hielo antártico es más fino que el ártico, con mayores máximos en invierno y descensos más pronunciados en verano.
La institución norteamericana suponía que una disminución del hielo marino antártico similar a la del Ártico. Sin embargo, el reciente hallazgo cambia por completo los planes. Cabe recordar que la región alcanzó un récord de extensión de hielo marino en invierno en 2014, cuando alcanzó los 19 millones de kilómetros cuadrados, lo que parecía apoyar la idea de que la Antártida podría estar relativamente aislada del calentamiento global.
No obstante, todo se modificó dos años después, cuando notaron una tendencia diferente, apuntada a la disminución y no al fortalecimiento de la capa sólida. Al inicio, los investigadores consideraron que la razón de esto es la volatilidad en la región, pero con el paso de las temporadas, la situación continuó.
Es por eso que el descenso que ocurrió recientemente tiene preocupados a los expertos, debido a que una caída tan estrepitosa es un riesgo para los territorios aledaños, tanto en el aumento del nivel del mar como en la fuerza de los vientos y olas.
Un paisaje antártico alterado por la temperatura corre el riesgo de tener repercusiones en su fauna, desde los microorganismos y algas que son alteradas por la presencia de bacterias, lo cual genera que las especies que se alimentan de estos, experimenten complicaciones. Eso quiere decir que la disminución del hielo es un factor negativo para los pingüinos, focas y ballenas.