El parlamento italiano iniciará a partir del 24 de enero las votaciones para elegir al nuevo presidente de la República, un nombramiento clave para la estabilidad del país.
Según muchos observadores, entre los candidatos con mayores posibilidades figura el actual primer ministro, Mario Draghi, lo que podría por último desestabilizar el Gobierno en un momento delicado, cuando Italia intenta recuperarse de las consecuencias económicas y sociales de la pandemia.
Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, de 74 años, un prestigioso economista que desde febrero de 2021 lidera el ejecutivo, podría terminar en el palacio del Quirinale, sede de la presidencia, y suceder a Sergio Mattarella, cuyo mandato de siete años finaliza el 3 de febrero.
Si bien las funciones del presidente son esencialmente honorarias en Italia ya que se rige por el sistema parlamentario, para el delicado cargo se suele escoger a una personalidad de renombre con notables capacidades de mediación y que esté por encima de los partidos.
Aunque no tiene a cargo la gestión diaria del país, la Constitución le otorga poderes claves frente a las crisis políticas, ya que es el encargado de disolver el Parlamento, convocar elecciones anticipadas y aprobar los ejecutivos.
La mayoría de los expertos reconocen que Italia se encuentra ante una verdadera encrucijada si el actual jefe de Gobierno es elegido, ya que la Constitución prohíbe que una sola persona ocupe los dos cargos.
Reemplazar a Draghi, que gestiona actualmente la crisis sanitaria y los colosales fondos otorgados por la Unión Europea para la pospandemia (191.500 millones de euros, unos 216.000 millones de dólares, para 2021-2026), no será fácil, por lo se iniciaron unas complejas negociaciones secretas. Draghi “es el candidato preferido, nadie más puede obtener el apoyo de todos los partidos políticos”, explicó Lorenzo Codogno, profesor invitado de la London School of Economics, entrevistado por la AFP.
Por ahora no se sabe si Draghi cuenta con el mismo apoyo que obtuvo para llegar al cargo de jefe de Gobierno gracias a una coalición nacional variopinta que incluía desde la izquierda hasta la ultraderechista Liga de Matteo Salvini pasando por el centroderecha de Silvio Berlusconi, el centroizquierda del Partido Democrático y los antisistema del Movimiento 5 Estrellas.
En efecto, muchos preferirían que permanezca en el cargo de primer ministro hasta las próximas elecciones legislativas en 2023, de manera que garantice la puesta en marcha de las reformas exigidas por la Unión Europea lanzadas hace un año y evitar una crisis de gobierno y elecciones anticipadas.
¿Una mujer presidente?
La prensa italiana lleva semanas lanzando nombres de candidatos para suceder a Mattarella, un democrata cristiano de 80 años, con un hermano asesinado por la mafia siciliana, que ha encarnado la unidad en medio de la tormenta. Entre los nombres que circulan figuran el del expresidente de la Cámara de Diputados, Pier Ferdinando Casini, y el de los octogenarios exjefes de gobierno Romano Prodi, expresidente de la Comisión Europea, y Giuliano Amato, quien participó en la redacción de la Constitución Europea.
El que más desata debate, e inclusive protestas, es el del magnate y exprimer ministro Silvio Berlusconi, de 85 años, famoso por los escándalos por corrupción, las fiestas eróticas con chicas jóvenes y los exabruptos con la Unión Europea, cuyo sueño es terminar su carrera política como presidente de la República.
“Ha llegado el momento de elegir a una mujer”, reclamó un grupo de personalidades del mundo de la cultura, entre ellas la escritora Dacia Maraini. Sin embargo, las posibles candidatas mujeres por el momento no parecen contar con los votos necesarios, aunque no existen certezas y las negociaciones secretas seguirán hasta el último momento. Más de mil “grandes electores”, entre diputados, senadores y representantes de 20 regiones, deberán elegir al nuevo presidente.
En las tres primeras rondas de votación es necesaria una mayoría de dos tercios, pero a partir de la cuarta ronda de votaciones es suficiente una mayoría simple. La votación se realiza mediante voto secreto, y en el pasado las sorpresas no han faltado.