El domingo pasado, cuando el candidato ultraderechista, racista y nostálgico por la dictadura ganó las elecciones presidenciales en Brasil, los militares se volcaron a celebrar en las calles. Camiones del Ejército con miembros retirados pasearon en medio del júbilo por las principales avenidas de Río de Janeiro y São Paulo, donde el electo jefe de Estado arrasó con el 60 por ciento de los votos. Le sugerimos: ¿Qué está pasando en el mundo?
Los partidarios de Bolsonaro vitoreaban a los militares desde las aceras con fusiles de juguete, los cuales pronto serán armas de verdad si el nuevo presidente logra cumplir con su promesa de armar a los ciudadanos. Los más fervorosos se llevaban la mano a la frente, simulando el saludo militar; otros simplemente repetían “Dios por encima de todo”, consigna con la que Bolsonaro finaliza cada discurso. Mientras celebraban, el presidente electo delineaba el futuro de Brasil con representantes del poder militar, del poder religioso y del poder terrateniente, tres factores no muy alentadores para la democracia más grande del Cono Sur.
El general Antonio Moura, su vicepresidente, lo hace ver liberal. Sergio Moro, en Justicia, fue el juez que encarceló a Lula. Paulo Guedes, en Economía, en un ‘Chicago boy’. Su aliada, Tereza Cristina, lidera un grupo agrícola prodeforestación. La bala Bolsonaro y sus principales asesores anuncian que aplicarán un plan de reducción de gastos del Estado. Por eso, quieren recortar de 29 a 15 el número de ministerios. Para dirigir las carteras sobrevivientes resuenan desde ya los nombres de varios miembros del Ejército. De hecho, el jefe del Partido Liberal Social (PLS), Gustavo Bebianno, dijo en la semana que el gabinete tendrá entre cuatro y cinco generales. Como jefe de gabinete nombrará a Onyx Lorenzoni, un político de 64 años que ocupó un escaño en la legislatura estatal de Río Grande do Sul, luego en la cámara baja del Congreso y hasta hace poco era su estratega jefe de campaña. Le recomendamos: Las semejanzas entre el Brasil que eligió Bolsonaro y la Venezuela que escogió a Hugo Chávez El año pasado, Bolsonaro dijo en una entrevista que el general retirado Augusto Heleno Ribeiro podría tener “cualquier puesto que quisiera” en su gobierno, y que le hubiera encantado ser ministro en una presidencia suya. Heleno fue el instructor de la academia militar donde Bolsonaro estudió en los años setenta. El general de 71 años fue el primer comandante de la misión de paz de la ONU en Haití y muchos lo anticipan como el nuevo ministro de Defensa. Aunque Bolsonaro quería a Heleno como vicepresidente, el partido rechazó la propuesta y terminaron decantándose por otro general, Hamilton Mourão. De la fórmula vicepresidencial de Bolsonaro se dice que está aún más a la derecha que el propio presidente electo. Mourão construyó su carrera política mezclando amenazas de golpe de Estado junto a comentarios racistas y odas a la tortura. Es tan descabellado que ha llegado a incomodar hasta al propio presidente electo. Por ejemplo, en septiembre dijo que las familias sin padre eran “fábricas de elementos desajustados que tienden a ingresar en las bandas de narcos”. Oswaldo Ferreira, exjefe del Departamento de Ingeniería y Construcción del Ejército, completa por ahora la lista de los generales en el poder. A la cabeza del Ministerio de Transporte ahora responderá por la infraestructura y el impacto ambiental. Al respecto, Alexander Main, director para Suramérica del Center for Economic and Policy Research de Washington, dijo a SEMANA que “Lo que diferencia a Bolsonaro de la mayoría de los políticos, incluido el presidente Trump, que han llegado al poder para regresar a una edad de oro, es que él hace referencia a una antigua dictadura, y ha prometido restaurar una forma militar de gobierno con características extremadamente represivas”. La Biblia En parte debido a sus posturas ultraconservadoras sobre temas sociales, incluidos los derechos LGBT y los problemas reproductivos, Bolsonaro recibió el apoyo de varios líderes evangélicos. Esos votos resultaron esenciales para su victoria. De acuerdo con la firma encuestadora Datafolha, el excapitán empataba con su rival, Fernando Haddad, en los votos de mujeres y católicos; lo salvaron los apoyos de los hombres y los evangélicos. De hecho, en Brasil, el voto evangélico comprende al menos una cuarta parte de la población del país. Estos incluían a Edir Macedo, un pastor multimillonario cuyas redes nacionales de radio y televisión tenían una línea editorial pro-Bolsonaro. También lo impulsó José Wellington Bezerra, presidente de la mayor congregación evangélica de Brasil, la Assambleia de Deus, quien dijo que Bolsonaro es el “único candidato que habla el idioma evangélico”. Silas Malafaia, de otra asamblea reconocida en Brasil, ofició la última boda del ultraderechista en 2013. Y el pastor Everaldo Dias, presidente del Partido Social Cristiano y candidato a la presidencia de la república en 2014, lo bautizó simbólicamente en el río Jordán, en Israel. El apoyo de los evangélicos recibió un fuerte impulso con las noticias falsas y de gran alcance en las redes sociales brasileñas, en particular WhatsApp, que atribuían al Partido de los Trabajadores, y en particular a su candidato, Fernando Haddad, una agenda de género que supuestamente promovía el homosexualismo entre los jóvenes. En Brasil, WhatsApp posee 120 millones de usuarios y, de acuerdo con la firma encuestadora Datafolha, el 47 por ciento de los electores que utilizan la plataforma afirman creer en las noticias que reciben por ese medio. El buey El Frente Parlamentario Agropecuario (FPA) reúne a diputados federales y senadores brasileños vinculados al sector rural. Su negocio es la carne y su presidenta, la diputada Tereza Cristina, estuvo entre las primeras en darle el voto a Bolsonaro. Esta ingeniera agrónoma tiene el apoyo de 40 grandes empresas agrícolas, gracias a la fama que ganó durante su paso por la administración en la industria cárnica del Mato Grosso. Ella logró que las exportaciones de carne crecieran gracias a que obtuvo la certificación de área libre de aftosa. Ahora quiere llevar su ‘éxito’ a nivel nacional, y Bolsonaro es su caballo de batalla. Con él, Cristina tiene el camino libre para deforestar miles de hectáreas de la Amazonia y poder dejar esas áreas libres para la cría de ganado. Tal vez la locura con más impacto global dentro de las propuestas del gobierno de Bolsonaro. En varias ocasiones, el presidente electo de Brasil ha dicho que “no entiende nada de economía” y, por eso, Paulo Guedes, economista neoliberal formado en Estados Unidos, será su mano derecha en ese rubro. Guedes, de 69 años, encabezará un superministerio que reunirá al de Finanzas, el de Comercio y el de Planificación. Esa elección dejó satisfecho al sector empresarial del país; por eso no sorprendió que desde el momento de la elección de Bolsonaro los mercados hayan reaccionado con agrado: la Bolsa de São Paulo reportó durante toda la semana un dólar a 3,69 reales, su valor más bajo desde abril. Le recomendamos: La imagen que tienen las redes sociales de Bolsonaro Por otro lado, Sergio Moro, el juez de la corte que condenó a Luiz Inácio Lula da Silva a 12 años de cárcel, aceptó el jueves ser el ministro de Justicia. Esa escogencia alimenta las versiones según las cuales el juicio contra Lula y el impeachment de Dilma Rousseff solo enmascararon un verdadero golpe de Estado judicial, perpetrado por un sistema altamente politizado. De a poco, Bolsonaro configura un escenario político en el que la oposición tendrá cada vez menos espacio para la discusión pública. Desde antes de los comicios hubo casos de violencia y racismo contra minorías como indígenas y miembros de la comunidad LGTB por parte de ciudadanos ‘bolsonaristas’. A nivel externo, el ultraderechista ya anunció que trasladará la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Una pateada de tablero más que le valió el elogio de individuos como el asesor nacional de Seguridad de Estados Unidos, John Bolton, principal instigador de la ocupación gringa en Irak. Dijo que la elección de Bolsonaro es “una señal positiva para América Latina”. PODCAST Jair Bolsonaro, un candidato abiertamente misógino y racista, fue elegido presidente de Brasil. ¿Qué hay detrás de su discurso y qué implicaciones tendría su triunfo? Descúbralo en nuestra nueva edición del podcast internacional de SEMANA con los comentarios de Ricardo Betancourt, director de la carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.