Cuando alguien está inconforme con su gobierno, suele llamar “payaso” a su gobernante. Pero en Guatemala el nuevo presidente sí es un payaso y no es un chiste. “Cuando sea presidente habrá vivienda, salud y educación gratis para todos. Sus problemas se solucionarán así no más...”, decía Jimmy Morales en uno de sus sketches en los que imitaba a un candidato en campaña. Pero ahora su personaje, Neto, cumplió sus sueños. En efecto el comediante guatemalteco, con el 67,43 por ciento de los votos, arrasó en segunda vuelta presidencial a Sandra Torres, la ex primera dama percibida como la continuación del expresidente Otto Pérez Molina, que ahora se encuentra en la cárcel a la espera de una condena por el escándalo de corrupción aduanera de ‘La Línea’. Guatemala se decidió por la antipolítica, y la nación tomó en serio a este humorista, una especie de Suso local, que decidió guardar su disfraz de payaso. “La elección de Morales es producto del rechazo de los electores hacia quienes estaban vinculados a la forma tradicional de hacer política, que se caracterizó por la corrupción y el abuso de poder”, dijo a SEMANA Luis Linares, analista de la Asociación de Investigación y Estudios Sociales. Inclusive, el ganador aprovechó este escenario utilizando el lema “Ni corrupto, ni ladrón” para convocar a los electores tanto de izquierda como de derecha a un ‘voto de castigo’. Morales tiene 46 años y es evangélico. Estudió administración de empresas y se desempeñó como profesor de teología. De él los guatemaltecos solo conocen su faceta de cómico, pues por más de 15 años actuó en un programa llamado Moralejas junto a su hermano, en donde hacían toda clase de sketches disfrazándose con exageradas dentaduras postizas y contaban chistes de tinte moralista. “El humor me abrió mucho las puertas para llevar grandes mensajes”, afirma. Como se podría pensar al escuchar sus bromas, se ha definido como un “nacionalista cristiano”. Inclusive, en varias ocasiones proclamó que entre sus principios están la familia y el temor a Dios; además rechaza el aborto y el matrimonio entre parejas del mismo sexo. Pero en el campo de la política es un desconocido, un hombre salido de la nada, circunstancia que, paradójicamente, jugó a su favor a pesar de que sus oponentes critican su inexperiencia. El camino es incierto para Guatemala, porque lo único que se tiene claro del plan de gobierno de Morales es el combate a la corrupción. En la conferencia de prensa que ofreció tras conocerse los datos oficiales de la votación reiteró que sus apuestas son la medicina en hospitales y días de clase de calidad en las escuelas. Pero no detalló cómo pretende hacerlo. Y tampoco lo dice su propuesta de nación, de apenas seis páginas. Para el analista Linares, “un punto que ya se anuncia difícil es su relación con el Congreso, donde predominan los partidos derrotados electoralmente en la Presidencia”. De hecho, Morales tiene apenas un 7 por ciento de los escaños, es decir, 11 de los 156 diputados y es consciente del reto: “El desafío es enorme, pero el pueblo está dispuesto al cambio. Soy un hombre honrado y no ofrezco lo que no puedo cumplir”, dice. Otro factor que agrava la situación es que detrás de Morales está el Frente de Convergencia Nacional (FCN), un partido fundado en 2008 por militares retirados a los que varios grupos de derechos humanos vinculan a vejámenes cometidos durante el conflicto armado que azotó al país entre 1960 y 1996. Sin embargo, el comediante niega cualquier vínculo con los uniformados y dice que desde que se convirtió en el secretario general del partido en 2013, el grupo está compuesto por personas de su “entera confianza, sin experiencia política pero con el deseo de construir un país feliz e inmortal”. Y en este perfil del partido encaja quien será su vicepresidente: Jafeth Cabrera, un médico; pero también Édgar Ovalle, un militar retirado que ocupó importantes cargos en el Ejército y ahora encabeza el listado de sus diputados. Lo cierto es que esta mezcla de inexperiencia política y militares en el poder le puede salir cara a Morales. Como afirma Linares, “la insatisfacción ciudadana puede regresar muy rápido y la luna de miel de Jimmy con el electorado puede terminar muy pronto. El próximo año las calles podrían llenarse de nuevo de manifestantes como los que se rebelaron contra Pérez Molina”.