“Estoy aquí esta noche, después de haber creado, con la ayuda de muchas personas en esta sala, 12 millones de nuevos empleos, más empleos creados en dos años que los que cualquier presidente haya creado en cuatro años”, dijo Joe Biden en su segundo discurso de la Unión. El presidente de los Estados Unidos habló enérgico. Y comenzó por el tema que más les importa a millones: la economía de la primera potencia del mundo.
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En ese aspecto, las cifras son alentadoras. “Veamos los resultados. La tasa de desempleo es del 3,4 %, el nivel más bajo en 50 años”, agregó el presidente. Sobre la gran preocupación del mundo, la inflación creciente en ese país, también hizo referencia: “La inflación ha sido un problema global porque la pandemia hizo una disrupción en las cadenas de producción y porque la guerra de Putin generó lo mismo en la energía y en las cadenas de alimentos”, dijo.
Agregó que Estados Unidos está mejor posicionado para crecer económicamente “que cualquier otro país de la Tierra” y prometió que la inflación en los alimentos cederá pronto. “La inflación está cayendo todos los meses durante los últimos seis meses, mientras que el salario neto ha aumentado”, advirtió.
Sobre esto dio una razón: “Durante demasiadas décadas, importamos productos y exportamos empleos. Ahora, gracias a todo lo que hemos hecho, estamos exportando productos estadounidenses y creando empleos estadounidenses”. Pero aprovechó para mandar un sablazo y aseguró que los republicanos quieren tomar como “rehén” la economía de EE. UU.
“Mi plan económico es invertir en lugares y personas que han sido olvidados”, que “se han quedado atrás o han sido tratadas como si fueran invisibles” en medio de la agitación económica de las últimas cuatro décadas.
El primer mandatario también inició su discurso con una frase: “La covid-19 ya no controla nuestras vidas”, dijo. Y aseguró que era un privilegio poder verse las caras, sin tapabocas. Biden llega a un Congreso que no le es extraño. La nueva conformación del Capitolio resultó mucho mejor de lo que se esperaba para los demócratas y el presidente así lo celebró. “Si pudimos trabajar juntos en el último Congreso, no hay razón para que no podamos trabajar juntos en este nuevo Congreso”, dijo en una cámara de representantes con mayoría republicana.
El cambio climático fue el otro gran protagonista del discurso. Biden lo calificó de “amenaza existencial”. Habló también de crear un impuesto para los multimillonarios y calificó de “escandalosas” las ganancias de las grandes petroleras del mundo.
Otro de los temas fundamentales del discurso fue la salud. Como se sabe, Joe Biden vivió con su hijo toda una travesía para cubrir los gastos de un cáncer cerebral. Él mismo ha contado que pensó en hipotecar la casa y que el entonces presidente Barack Obama ofreció prestarle dinero.
El presidente contó algunos de sus logros y sus apuestas en ese frente: “Hemos limitado el costo de la insulina a 35 dólares al mes para los mayores con Medicare. Pero hay millones de estadounidenses que no tienen Medicare… Acabemos el trabajo esta vez”.
Sobre esa inequidad en los precios, el primer mandatario culpó a las grandes farmacéuticas. “La insulina ha existido durante 100 años. A las compañías farmacéuticas les cuesta aproximadamente $10 por vial para hacer esa insulina... Pero las grandes farmacéuticas han estado cobrando injustamente a la gente cientos de dólares, de 400 a 500 dólares, y obteniendo ganancias récord”, dijo. Y aseveró que una de sus metas en lo que le resta de gobierno será ponerle control al precio de los medicamentos.
El discurso tuvo un momento muy emotivo cuando los padres de Tyre Nichols, un afroestadounidense muerto a manos de la Policía, se pusieron de pie en medio de los aplausos de solidaridad de los asistentes. El joven recibió tal paliza de la Policía que, según su familia, quedó irreconocible y murió tres días después en el hospital.
Las terribles imágenes de la detención fueron difundidas, sin cortes, por las principales cadenas de televisión del país, lo que hizo temer a las autoridades una conmoción social. En su funeral del miércoles, los oradores –entre ellos la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris– se pronunciaron contra la violencia policial. El presidente pidió en su discurso mayores controles. El presidente dijo que no puede “dar la espalda” a las reformas policiales en el país. Y llamó a “prohibir” los fusiles de asalto.
Biden, de 80 años y que según sus asesores prevé presentarse a la reelección en 2024, insistió en “recobrar el alma de la nación”, la “columna vertebral de Estados Unidos: la clase media, la unidad del país”.
A Ucrania le dijo: “Vamos a estar con ustedes todo el tiempo que sea necesario”. Y sobre China aseguró: “No se equivoquen al respecto, como dejamos claro la semana pasada, si China amenaza nuestra soberanía, actuaremos para proteger a nuestro país”.
El presidente también se refirió a la última sentencia de la Corte Suprema sobre el aborto y advirtió que si en el Congreso se tramita una ley que lo prohíba, él la vetará.
Al final, Biden habló de la causa de su vida: la lucha contra el cáncer. Y narró la historia de una pareja con una niña de cuatro años que padece esa enfermedad.
“El Estado de la Unión es fuerte. La gente es fuerte”, dijo en medio de aplausos al cierre de su intervención. “Nunca he estado más optimista sobre el futuro de América”, dijo.