A casi cinco meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, las alarmas de los demócratas están encendidas luego del primer debate entre el presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump. La prensa en el mundo, mayoritariamente, calificó la participación de Biden como “decepcionante” y “triste”. El mandatario se vio desconcentrado, lento y, según se conoció, su tono de voz fue aún más débil de lo normal porque tenía un resfriado.
En contraste, Trump, a quien también cuestionaron, entró y salió caminando firme del estudio de televisión donde se realizó el debate. En medio del rifirrafe, hubo un momento crítico en el que Trump dejó en evidencia a Biden. “No entendí qué dijo a lo último... pero no importa, él tampoco entendió”.
Lo cierto es que hoy, a raíz de lo ocurrido, analistas y columnistas han advertido que Biden no estaría en capacidad de darle la pelea a Trump en lo que resta de campaña ni de llevar las riendas de la Casa Blanca en un segundo mandato.
Este viernes, el consejo editorial de The New York Times publicó una opinión bajo el título: “Para servir a su país, el presidente Biden debería abandonar la carrera”. Y, en el texto, el diario argumentó: “Biden ha sido un presidente admirable. Bajo su liderazgo, la nación ha prosperado y ha comenzado a abordar una serie de desafíos a largo plazo, y las heridas abiertas por Trump han comenzado a sanar. Pero el mayor servicio público que Biden puede realizar ahora es anunciar que no seguirá postulándose a la reelección”.
No existe discusión de quién ganó el debate entre ambos líderes. Si bien, a juicio de algunos analistas, Trump no brilló especialmente por sus propuestas ante un eventual gobierno suyo, la actuación de Biden fue tan cuestionada que terminó impulsando al republicano. Según una encuesta publicada por CNN, la cadena que organizó el debate, un 67 por ciento de la audiencia consideró a Trump como el gran ganador.
Todo empezó mal para Biden: solo 12 minutos después de iniciado el debate, lució desorientado. Hablando de política migratoria, trastabilló y terminó su intervención arrastrando las palabras. Eso no pasó desapercibido para Trump, quien de inmediato aprovechó la situación. “No sé qué responder a ese argumento. Creo que ni él mismo sabe lo que acaba de decir”, dijo el republicano.
“Joe Biden sale perdedor, sobre todo por temas neurálgicos como el migratorio, el cual no pudo defender ni sustentar. En los ataques que recibió por parte de Trump, no fue capaz de argumentar correctamente su defensa, porque claramente no tenía la capacidad ni siquiera de vocalizar la respuesta de forma acertada. Se vio un presidente Biden distante y débil frente a un Trump firme, claro y contundente”, aseguró Christian Mancera, analista político, abogado y concejal en ejercicio del distrito 11 del condado de Miami-Dade.
Biden tiene 81 años y es el presidente más viejo de Estados Unidos. En caso de ser electo, tendría 82 cuando jure como presidente y saldría del poder con 86. Pero, más allá de su edad, al mandatario se le ve deteriorado física y mentalmente, y el debate solo fue la consolidación de todos los miedos de los demócratas. Al presidente se le escuchó ronco, por momentos no se le entendía, lucía desconectado y tenía que hacer pausas en medio de sus intervenciones, en contraste con un Trump que se dedicaba a mirar atónito y hasta de forma burlesca a su rival.
“Joe Biden está visiblemente acabado, apenas pudo hablar en el debate, incoherente por momentos, tuvo algunos instantes de acierto, pero esencialmente vimos a un hombre acabado. Y un hombre acabado física y mentalmente no puede ser reelegido como presidente de Estados Unidos. Joe Biden no es ni la sombra de lo que vimos hace cuatro años en debates con Trump, en los que fue bastante lúcido y ocurrente. Vimos a un hombre mayor, preso de los años y extraviado”, dijo a SEMANA Javier Maza, analista y asesor en comunicación política, desde Estados Unidos.
La campaña de Biden defendió a su candidato: alegó que el mandatario estaba resfriado y que esa fue la razón por la que se mostró más lento y ronco que de costumbre. Pero esta información se dio a conocer después de una hora del debate, cuando ya la debacle era inevitable.
El columnista Thomas Friedman, en The New York Times, fue contundente contra el mandatario. “Vi el debate Biden-Trump solo en la habitación de un hotel de Lisboa y me hizo llorar. No puedo recordar un momento más desgarrador en la campaña política presidencial estadounidense en mi vida, precisamente por lo que reveló: Joe Biden, un buen hombre y un buen presidente, no tiene por qué presentarse a la reelección. Y Donald Trump, un hombre malicioso y un presidente mezquino, no ha aprendido nada ni ha olvidado nada”.
Los titulares de la prensa estadounidense de este viernes apuntaron en un solo sentido: subrayaron lo accidentado que lució el mandatario y cómo en cuestión de minutos pudo haber perdido la reelección. The New York Times calificó el espectáculo del presidente como “una actuación torpe y una fiesta en pánico”. The Washington Post también puso la negativa en Biden asegurando que “los demócratas entran en pánico por el desempeño de Biden en el debate, dudan de su futuro”. NBC siguió por la misma línea, calificando el hecho como “alarma y diversión por la actuación de Biden”, mientras que CNN, organizadora del debate, manifestó que “el desastroso debate de Biden pone en crisis su candidatura a la reelección”.
A los errores, los silencios incómodos y la falta de expresividad de Biden, se sumó una imagen que le dio la vuelta al mundo: un Trump celebrando, enérgico, su victoria, mientras a pocos pasos estaba Biden, junto a su esposa, Jill, lo que dejó entrever que tenía que acompañarlo incluso a la salida. El contraste caló hondo en el electorado.
Más que un debate de ideas, este espacio pareció un ring de boxeo en el que se buscaba demostrar quién se encontraba en mejores condiciones para manejar la mayor potencia del mundo. Una materia en la que se rajó el presidente demócrata frente a millones de personas en todo el planeta durante hora y media de debate. A su lado, el republicano se vio sarcástico y contundente.
Si algo hizo saltar las declaraciones de Trump fueron las páginas de verificación de datos. Varias de ellas registraron que mintió gran cantidad de veces durante el debate. Según el diario The Guardian, al menos 75 veces el expresidente faltó a la verdad o dio declaraciones engañosas, sin contar sus respuestas ambiguas y evasivas en temas como el aborto, si reconocería a Palestina como un Estado, las acusaciones de rebelión por el asalto al Capitolio o los escándalos sexuales por los cuales ya ha sido declarado culpable civil y penalmente.
Aun así, Trump supo calar en los votantes, especialmente en materia geopolítica, ya que se comprometió a terminar la guerra en Ucrania en tiempo récord hablando con Vladímir Putin y que el territorio ucraniano no terminaría en manos de Rusia. En cuanto a la guerra en Gaza, le echó la culpa a Biden y aseguró que bajo su mandato algo así nunca habría ocurrido.
Alerta entre demócratas
Tras el debate, los demócratas aplaudieron la pobre actuación de Biden, como si hubiese ganado el cara a cara contra Trump. Hicieron una gran celebración en Atlanta, con cientos de asistentes que coreaban al mandatario, que estaba acompañado por su esposa, mientras este daba un nuevo discurso robótico. El partido sabe que tiene que guardar las apariencias. Lo cierto es que apenas finalizó la transmisión se inició una crisis interna que podría terminar con la salida de Biden de la candidatura.
El problema que tienen entre manos los demócratas no es nada sencillo: el jueves millones de personas vieron a Biden dar un triste espectáculo a solo meses de las elecciones del 5 de noviembre. Ahora, teniendo en cuenta la pobre popularidad del presidente de solo 39 por ciento, según la más reciente encuesta de Gallup, el Partido Demócrata se plantea reemplazar al octogenario a menos de dos meses para la convención del movimiento. Es una carrera contra el tiempo.
El proceso para que Biden deje de ser candidato no es precisamente fácil. Este ganó las elecciones primarias de su partido sin que hubiera competencia, la campaña del mandatario ha reunido millones de dólares a su nombre y los tiempos son muy cortos. Pero lo más difícil es que el Partido Demócrata no tiene ninguna herramienta para forzarlo a salir de su puesto como elegido para las elecciones.
“Es difícil porque requiere que él consienta que lo reemplacen, porque ya ha sido nominado por el Partido Demócrata. Entonces, requeriría que él aceptara”, afirmó Enrique Prieto, profesor de Derecho Internacional de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, sobre las voces que han empezado a hacerse más fuertes pidiendo que Biden dé un paso al costado. Pero él tendría que renunciar y, según se rumora, las únicas personas que podrían convencerlo serían el expresidente Obama o Jill, su esposa, algo que parece casi imposible.
En caso de que esto ocurriera y Biden aceptara dejar de ser el candidato del partido, son pocos los nombres que suenan para sustituir al mandatario. La vicepresidenta Kamala Harris parece la opción obvia, pero durante cuatro años no ha logrado protagonismo y su impopularidad es incluso mayor que la del presidente. Según Redfield & Wilton, su imagen negativa llega a un 44 por ciento y la positiva está en apenas 38 puntos.
Otros candidatos que suenan en caso de emergencia son el secretario de Estado, Antony Blinken; la gobernadora de Míchigan, Gretchen Whitmer; el gobernador de California, Gavin Newsom; el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, o el congresista Dean Phillips, el único que también quiso ser candidato del partido.
El problema de estos perfiles es que carecen del reconocimiento necesario para enfrentar al monstruo mediático que es Donald Trump. Por meses se rumoró el nombre de Michelle Obama, la ex primera dama, pero ella siempre ha rechazado esa posibilidad tajantemente.
“A estas alturas del partido, Biden es la mejor, y, francamente, la única, esperanza de los demócratas. Un candidato alternativo no solo tendría que generar entusiasmo entre los votantes demócratas, sino también tener un perfil nacional. Es difícil imaginar quién más podría sustituirlo como candidato para las elecciones generales de noviembre”, le aseguró Dorian Kantor, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, a SEMANA.
Al día siguiente del debate, Biden lideró un evento de campaña acompañado de su círculo cercano. Allí aceptó que su actuación no fue buena. “Sé que no soy un hombre joven. No camino tan fácilmente como antes. No hablo tan suavemente como antes. No debato tan bien como antes, pero sé que lo que sí sé, ¡sé cómo decir la verdad!”, dijo el presidente en un tono mucho más enérgico, pero las preocupaciones son persistentes con las elecciones tan cerca.
“Uno de los peligros que enfrenta este país, creo yo y también lo cree Biden, es el riesgo de una victoria de Donald Trump. Y después del debate es difícil evitar la sensación de que si Biden sigue en la carrera, aumentará la probabilidad de que Trump llegue a la Casa Blanca en enero”, dijo Nicholas Kristof, en su columna en The New York Times.
Aun así, todos los altos mandos demócratas a los que se les ha cuestionado responden que Biden debe continuar como candidato. “Esta elección sigue siendo una elección entre alguien que ha luchado por la gente corriente toda su vida y alguien que únicamente se preocupa por sí mismo. Entre alguien que dice la verdad, que distingue el bien del mal y se lo dará al pueblo estadounidense directamente, y alguien que miente entre dientes para su propio beneficio”, escribió el expresidente Barack Obama en su cuenta de X.
Por ahora, la crisis sigue para los demócratas, que temen que sus opciones para seguir en el poder se hayan desvanecido en cuestión de minutos tras el desastroso debate. Biden sigue firme, pero podría cambiar de opinión dependiendo de cómo se mueven las encuestas en las próximas semanas. De igual manera, el mandatario sigue con la intención de volver a debatir en septiembre con Trump y remontar su muy golpeada imagen.