Hay poemas que parecen tener vida propia. Y por algún motivo "La marioneta", del mexicano Johnny Welch, es uno de ellos. Desde hace más de una década circula por internet bajo el nombre de Gabriel García Márquez y aunque Welch -y el propio Gabo- explicaron el error en varias ocasiones, el poema, como una hidra, resurge una y otra vez. Es lo que ha ocurrido en la última semana, luego de la muerte del premio nobel de literatura colombiano. Versos de "La marioneta" han sido citados incontables veces -e incluso en diferentes versiones- en las redes sociales para despedir al escritor. Y siempre se le atribuyen al García Márquez que, hace más de diez años, cuando supo que esto ocurría, tuvo una de sus legendarias salidas. En esos momentos se encontraba en Los Ángeles, bajo tratamiento por cáncer linfático y dijo que no se iba a morir de la enfermedad sino porque le estaban adjudicando un poema tan cursi. La increíble y feliz historia de La Marioneta En realidad nadie sabe cómo ni cuándo se empezó a decir que el poema lo había escrito Gabo. Pero toda la historia bien merece un lugar en los anales del realismo mágico. Según le relató el propio Welch a mi colega Will Grant, la bola de nieve empezó durante una teletón en Santiago de Chile. Welch, quien se define como "integrante del show business", es también escritor, cómico… y ventrílocuo. Y en esa calidad fue invitado por el famoso presentador de televisión chileno Don Francisco a la teletón chilena. "Sentí la necesidad de transmitirle al público algo serio, del alma, del corazón, así que un día decidí escribirlo. Y escribí La Marioneta". A pesar de que su representante no estaba muy convencido, Welch incluyó el poema como parte de su repertorio en Santiago. Entonces, algo extraordinario ocurrió. "Al cierre leí el poema, era en un teatro, cadena nacional, hago el poema y veo que todo el teatro se empieza a llenar de pañuelos blancos, la gente empieza a llorar". A su regreso a México lo invitaron a un programa de televisión donde recitó de nuevo el poema. "Ese día recibimos 500 llamadas pidiendo que se repitiera. Mi representante me dijo que tenía que escribir un libro. Lo hice y se vendió muy bien para ser México". Si hubiera terminado allí, la historia ya sería extraordinaria. Pero faltaba más. Internet Algún tiempo después, Johnny se enteró de que el poema circulaba de manera anónima por internet. No le dio importancia, como tampoco se la dio cuando le contaron -poco después- que se lo atribuían a García Márquez. "En ese momento no me provocó ninguna sensación porque lo que pensé es 'alguien lo subió a internet y se le ocurrió poner Gabriel García Márquez así como pudo poner Mario Benedetti'". Sin embargo, un año después recibió una llamada de una tía, quien le dijo que estaban hablando de su poema por la radio. A partir de ese momento, la bola de nieve se hizo irrefrenable: empezó a recibir llamadas de los principales programas de radio y televisión solicitando entrevistas. ¿Qué había ocurrido? "Unos días antes el periódico más importante de Perú, La República, saca un encabezado diciendo que el poema La Marioneta es la obra póstuma de García Márquez y que se lo está dejando a sus amigos en el momento en que está con un problema de cáncer en un hospital en Los Angeles". Esto llevo a que García Márquez convocara a una rueda de prensa para aclarar el tema. "Dijo: señores, yo quiero decirles que estoy vivo y que lo único que me podría matar es que digan que yo escribí algo tan cursi", recuerda Welch. ¿Le molestó que Gabo calificara su poema de "cursi"? "No me molestó. Lo que respondí es que eran unas declaraciones muy válidas: 'Es alguien que es el escritor más importante del habla hispana y yo no escribo con el conocimiento, escribo con el corazón. Y si yo logro cambiar en una persona en el mundo un sentimiento de odio por uno de amor, el poema a cumplió su función'". El maestro quiere conocerte Otro año y medio pasó. Entonces, asegura Johnny Welch, recibió una llamada de Ignacio Solares, director de Difusión Cultural de la Universidad Nacional de México, la UNAM me dijo: "Johnny, ayer en una entrevista con el rector estaba el maestro García Márquez y pidió conocerte". De esta manera, la historia dio el círculo completo. El cómico se descubrió sentando en la sala de su casa, conversando amigablemente con el gran Gabriel García Márquez. Y por supuesto, con el muñeco de ventrílocuo al lado. "Nos sentamos a platicar y me dijo: 'Ve, Johnny, yo estaba con problemas de salud en Los Angeles y me empezaron a bombardear con un poema, no sabía de qué me hablaban. Alguien me dice: es un poema cursi que está girando en internet. Entonces yo cometí el error de hacer la rueda de prensa y decir 'un poema cursi', pero yo no lo había escuchado, lo escuché cuando lo hiciste en un programa". Según Welch, Gabo remató con una frase increíble: "Y después de escucharlo decidí que era el momento de sentarme a escribir mis memorias'". "Me dijo que si sabía que, antes de morir, al actor Anthony Quinn le preguntaron qué era ser padre después de los 80 y citó un párrafo de mi poema. Me dijo que el poema había sido traducido a todos los idiomas y le había dado la vuelta al mundo". "Toda nuestra conversación fue llena de humor. Yo quería hablar en serio con él, aprender, y él sólo quería bromear. Me hizo sacar al muñeco y le hablaba al muñeco como si estuviera vivo, todo era muy en broma". Y el final de la charla es digno de un relato de García Márquez. "Hasta que llegó un momento en que le dije: 'Maestro, el hecho de que usted esté aquí frente a mí no puede ser una casualidad, son muchas casualidades'. Y me contestó: 'No Johnny, esto no es una casualidad, esta es una historia que tenía que ser'". La marioneta Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, Despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna. Regaría con lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalo... Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuán equivocados están, al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, Sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.