Contrario a la creencia popular de que los vapeadores son inofensivos, Kyla Blight es un ejemplo alarmante de los riesgos asociados. Los cigarrillos electrónicos son dispositivos a batería que calientan líquidos con nicotina, saborizantes y otros químicos, convirtiéndolos en aerosoles que se inhalan.
Los químicos en estos aerosoles varían según el líquido, la potencia y las características del dispositivo, incluyendo metales que pueden transferirse a los usuarios. Además, muchos estudios han vinculado el uso de vapeadores con enfermedades respiratorias graves y daños pulmonares a largo plazo.
Desde su invención a mediados de la década de los años 2000 por el farmacéutico chino Hon Lik, los cigarrillos electrónicos han evolucionado significativamente. Aunque fueron diseñados como un sustituto para dejar de fumar, los modelos actuales son mucho más efectivos en la entrega de nicotina, lo que aumenta el riesgo de adicción, especialmente entre adolescentes y no fumadores. Esta evolución ha llevado a una proliferación de productos en el mercado, muchos de los cuales están diseñados para atraer a los jóvenes con sabores y presentaciones llamativas.
El 11 de mayo, Mark Blight recibió una llamada angustiante informándole que su hija había sido llevada de emergencia a un centro médico tras desmayarse y ponerse azul. Los médicos operaron a Kyla durante cinco horas y media para extirparle parte de un pulmón, un procedimiento que requería una recuperación de dos semanas. La operación se llevó a cabo en el Hospital General de Newcastle, donde un equipo especializado trató la condición crítica de Kyla.
Los médicos diagnosticaron a Kyla con una ampolla pulmonar, una burbuja de aire en el pulmón, atribuyendo esta condición al uso excesivo del vapeador. “Su pulmón colapsó debido al agujero. Estuvo a punto de sufrir un paro cardíaco y tuvo un ataque en la mesa de operaciones”, relató Mark. Esta condición es extremadamente rara y suele ser resultado de una sobrepresión en los pulmones, comúnmente vinculada al vapeo intensivo.
Mark describió la experiencia como un infierno: “Fue aterrador para mí, lloré como un bebé. Verla así fue horrible. Era una amenaza para su vida”. La gravedad de la situación impulsó a Mark a compartir la historia de Kyla en Facebook, con la esperanza de que otros padres y adolescentes tomen conciencia sobre los peligros del vapeo. La publicación rápidamente se viralizó, recibiendo miles de comentarios y compartidos, mostrando el alcance y la preocupación de la comunidad.
Kyla comenzó a usar vapeadores a los 15 años, creyendo que era un hábito inofensivo. Su padre ahora espera que su historia sirva de advertencia para otros. “He estado con ella todo el tiempo. Ese día, estuvo muy cerca de sufrir un paro cardíaco”, contó Mark, enfatizando la necesidad de educar sobre los riesgos del vapeo. La familia Blight ha comenzado a colaborar con organizaciones locales y nacionales para aumentar la conciencia sobre los peligros del vapeo, especialmente entre los jóvenes.
En respuesta a historias como la de Kyla, varios gobiernos y organizaciones de salud han comenzado a implementar medidas más estrictas para regular el uso de vapeadores. Estas medidas incluyen la prohibición de ciertos sabores, campañas educativas en escuelas y restricciones más severas en la publicidad dirigida a menores. Los padres y educadores están siendo alentados a hablar con los jóvenes sobre los riesgos del vapeo y a estar atentos a los signos de adicción.