El joven vive en la ciudad de Zelenodolsk, Rusia, un país que ha sido la cuna de grandes pianistas como Chaikovski, Antón Rubinstein o Vladimir Horowitz. Las discapacidades con las que nació –la falta de ambas manos y de una pierna- no le impidieron perseguir su anhelo de tocar música y, en un principio como autodidacta y después ayudado por sus amigos, Alexey pudo aprender a tocar el piano con maestría. A pesar de que Alexey tiene prótesis, rara vez las usa pues las encuentra incómodas. El joven dibuja, chatea y toca piano sin ellas. Su último logro fue dar un concierto en Kazan, acompañado de una orquesta sinfónica. Cuando se sentó frente al piano y comenzó a ensayar, el director de la orquesta no podía creer que el joven tocara únicamente con los muñones de sus manos.