En 2010, Julian Assange estaba en la cima del mundo. Había alcanzado el reconocimiento por su labor como fundador y director de WikiLeaks.org, una página web dedicada a filtrar información confidencial de distintos Gobiernos en el planeta. El activista web tocó el cielo cuando filtró fotos e informes de las torturas que se vivían en la prisión de Guantánamo, a cargo de Estados Unidos.

La opinión internacional pintaba a Assange como un superhéroe de internet que revelaba los secretos de los Gobiernos globales, sobre todo mostrando la cara más oscura de Estados Unidos en su cruzada contra el terrorismo. Pero terminará siendo este país el que seguramente será su destino a menos que ocurra un verdadero milagro legal.

Después de que el Gobierno ecuatoriano de Lenín Moreno pusiera fin a su asilo político en la embajada de ese país en Reino Unido, Assange ha ido en caída libre y rumbo a lo que parece un destino ineludible hacia la cárcel. En diciembre del año pasado, la Justicia británica aprobó su extradición hacia Estados Unidos por 18 delitos relacionados con espionaje e intrusión informática.

Varios seguidores de Assange piden su liberación en Reino Unido | Foto: Con derechos gestionados de Getty Images

Según las estimaciones con los cargos juzgados, la condena de Assange suma hasta 175 años de prisión por los miles de revelaciones que hizo durante sus años de actividad en WikiLeaks. Sin embargo, él y su defensa se aferran a una última esperanza que pueda impedir su extradición hacia un futuro de por vida tras las rejas.

La defensa de Assange ha declarado bajo la Justicia británica que no puede ser extraditado por su condición de salud y la afectación mental y física que le produce su posible llegada a Estados Unidos. Por ejemplo, en enero de 2021, una jueza ya había impedido su traslado, pues se estimaba que el fundador de WikiLeaks seguramente atentaría contra su vida de llegar a ser entregado a la Justicia norteamericana.

Además de lo que se ha denominado como una frágil salud mental, antes de conocerse la decisión de su extradición Assange había sufrido un pequeño derrame cerebral en la cárcel de alta seguridad de Belmarsh, cerca a Londres, producto de toda la situación de su detención y posible sentencia en Estados Unidos, según su familia y allegados. Este argumento ayudó a evitar su traslado.

Julián Assange, fundador de Wikileaks en 2015. | Foto: AFP/ Niklas Halle'n

Esta semana, los mismos jueces que habían aprobado su extradición reconocieron que aún queda otra instancia para el acusado, por lo que dieron la salvedad para que se presentara un nuevo recurso. Así pues, Assange y su defensa legal deberán llevar el caso a la Corte Suprema, que determinará si acepta o no su apelación de la decisión tomada. Esto por lo menos le dará un poco más de aire y de tiempo al equipo del fundador de WikiLeaks, pero parece ser la última carta que tendrá y es difícil que funcione.

A Julian Assange se le acabaron las opciones y parece que el tiempo también. A pesar de que se puede celebrar la decisión como un pequeño triunfo, está lejos de hacerse realidad, ya que este mismo alegato había sido negado por el Tribunal Supremo de Londres; pero finalmente decidieron dejarlo en manos de la Corte Suprema, que tendrá que dictar el futuro del que llegó a ser la viva imagen de la lucha de la información libre en internet.

Por ahora, Assange y su equipo penden de un hilo para evitar su extradición. Cuentan con 14 días para presentar el recurso de apelación y después tendrán que aferrarse a un verdadero milagro si quieren evitar un muy mal ‘sueño americano’ para el polémico activista, que desde que ganó reconocimiento mundial no ha parado de caer en picada.