La Justicia de la ciudad de Chernígov, en el norte de Ucrania, sentenció a diez años de prisión a un soldado ruso acusado de crímenes de guerra en el marco de la invasión a ese país.

El tribunal consideró que se demostró que el soldado disparó desde un tanque contra edificios de apartamentos durante los primeros días de la invasión iniciada a finales del mes de febrero.

Según recordó Sociedad de Chernígov, la cadena de televisión pública de la región ucraniana, el décimo piso del apartamento quedó destruido, si bien no se registraron víctimas civiles ni heridos.

El soldado autor de dicho ataque se declaró culpable ante la Justicia, por lo que ha sido condenado, si bien la decisión no será firme hasta después de una posible apelación.

Esta es la segunda gran sentencia a prisión que la Justicia ucraniana impone a un soldado ruso. La primera de ellas se produjo en mayo, cuando en un principio se condenó a cadena perpetua a un militar por el asesinato de un civil ucraniano, pero la pena se redujo posteriormente a quince años.

“La apelación de la defensa fue parcialmente satisfecha. El fallo del tribunal (...) fue modificado”, indicó en un comunicado el Tribunal de Apelación de Kiev.

El sargento Vadim Chichimarine, de 21 años, había admitido haber matado a tiros a Oleksandre Chelipov, un civil de 62 años, en el noreste del país durante los primeros días de la invasión.

Al declararse culpable, fue condenado el 23 de mayo por crímenes de guerra y asesinato premeditado.

Chichimarine declaró ante el tribunal que había actuado bajo la presión de otro soldado cuando trataba de huir a Rusia en un coche robado con otros cuatro militares.

Este militar, originario de Irkutsk, Siberia, había “pedido perdón” a la viuda de Chelipov durante un breve intercambio con ella en la sala del tribunal de Kiev en mayo.

El sargento Vadim Chichimarine, de 21 años, había admitido haber matado a tiros a Oleksandre Chelipov, un civil de 62 años, en el noreste del país durante los primeros días de la invasión. (Foto de Serguéi SUPINSKY / AFP) | Foto: AFP or licensors

Las fuerzas rusas son acusadas de crímenes de guerra y abusos por las autoridades ucranianas, en particular durante su ocupación de los alrededores de la capital, de la que se retiraron a finales de marzo.

También son acusadas por Kiev de detenciones arbitrarias y torturas en los territorios que ocupan en el sur de Ucrania.

Rusia y Ucrania se acusan de bombardear la mayor central nuclear de Europa

De otra parte, Rusia acusó este lunes a las fuerzas ucranianas de bombardear la central nuclear de Zaporiyia, la más grande de Europa y que se encuentra bajo control ruso en Ucrania, desde donde zarpó otro carguero con grano gracias al acuerdo sellado para aliviar la crisis alimentaria global.

Desde el viernes, Ucrania y Rusia se acusan mutuamente de los ataques en la planta de Zaporiyia, situada en el sur y tomada por los rusos desde marzo. Ninguna fuente independiente ha podido confirmar la veracidad de las acusaciones hasta ahora.

El bombardeo de la central “por las fuerzas armadas ucranianas” es “potencialmente extremadamente peligroso” y podría “tener consecuencias catastróficas para una vasta zona, incluyendo el territorio europeo”, advirtió el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov.

El Ministerio ruso de Defensa afirmó este lunes que el último ataque la madrugada del domingo había dañado una línea de alta tensión que suministra electricidad a dos regiones ucranianas.

El jefe de la agencia nuclear ucraniana Energoatom, Petro Kotin, hizo a su vez un llamado para desalojar a los ocupantes rusos y crear una “zona desmilitarizada” en el recinto de la planta.

“Debería haber una misión de mantenimiento de la paz que incluya también a expertos del OIEA [Organismo Internacional de la Energía Atómica] y otras organizaciones de seguridad”, continuó en un vídeo publicado en Telegram.

“Suicida”

“No hay ninguna nación en el mundo que pueda sentirse segura cuando un estado terrorista bombardea una central nuclear”, reaccionó el domingo el presidente ucraniano Volodímir Zelenski.

El OIEA consideró el sábado que los ataques representaban “la última de una larga serie de informaciones cada vez más alarmantes”. Tras el ataque del viernes, uno de los reactores tuvo que ser apagado.

Cuando los militares rusos tomaron la planta días después de la invasión de Ucrania el 24 de febrero, abrieron fuego contra uno de los edificios, provocando el riesgo de un accidente nuclear.

“Cualquier ataque a una planta nuclear es una cosa suicida”, advirtió el lunes en Tokio el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres.

“Espero que esos ataques terminen y, al mismo tiempo, espero que el OIEA pueda acceder a la planta”, agregó.

Con información de Europa Press y AFP.

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