Mientras el hemisferio norte sufre una ola de calor sin precedentes, al sur, en pleno invierno, la Antártida enfrenta una situación climática alarmante. El hielo marino antártico ha alcanzado niveles sin precedentes para esta época del año, preocupando a los científicos que buscan entender la causa de este fenómeno.
Tradicionalmente, hacia finales de febrero, el hielo marino antártico llega a sus niveles más bajos debido al verano del continente. Sin embargo, este año ha sido diferente. El hielo marino no ha vuelto a acumularse en los niveles esperados y se encuentra en los niveles más bajos registrados en los últimos 45 años.
De hecho, “está aproximadamente 1,6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del récord anterior establecido en 2022, según datos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC, por sus siglas en inglés)”.
Hacia mediados de julio, el hielo marino antártico se ubicaba 2,6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del promedio de 1981 a 2010. Esta área es casi tan grande como Argentina o las áreas combinadas de varios estados de Estados Unidos.
“El fenómeno ha sido descrito por algunos científicos como excepcional”, expresa CNN en una entrevista realizada al glaciólogo de la Universidad de Colorado Boulder, Ted Scambos, lo que indica que podría ser algo que ocurra solo una vez en millones de años.
El glaciólogo aseguró que el sistema ha experimentado cambios significativos y que hablar de las probabilidades anteriores puede no ser útil en esta situación.
Los científicos tratan de encontrar las causas
La comunidad científica se ha embarcado en una búsqueda para entender las razones detrás de esta alarmante pérdida de hielo marino. Varios factores podrían estar contribuyendo a ello, incluidos los cambios en la fuerza de los vientos del oeste alrededor de la Antártida, que se vinculan con el aumento de la contaminación y el calentamiento global.
También se señala el impacto de las temperaturas oceánicas más cálidas al norte del límite del océano Antártico, que afectan la región.
El hielo marino antártico desempeña un papel crucial en el ecosistema de la región. Su desaparición expone las capas de hielo costeras y glaciares, haciéndolos más vulnerables al derretimiento y desprendimiento.
Además, afecta la vida silvestre, como los krill, que son parte fundamental de la alimentación de ballenas, pingüinos y focas que dependen del hielo marino para alimentarse y descansar.
Además, el hielo marino también contribuye a la regulación de la temperatura del planeta al reflejar la energía solar. Cuando se derrite, expone las aguas oceánicas más oscuras que absorben la energía del sol, lo que puede tener efectos en cascada en el clima global.
La Península Antártica, por ejemplo, ha experimentado un calentamiento rápido y preocupante en las últimas décadas. También se ha señalado el peligroso estado del glaciar Thwaites, conocido como el “Glaciar del Juicio Final”, que se encuentra en la Antártida Occidental y podría desencadenar un aumento global del nivel del mar si colapsara completamente.
El iceberg más grande del mundo se fragmentó en la Antártida; ¿qué implicaciones tiene?
El impresionante iceberg A-76A, que en su apogeo tenía dimensiones colosales, equivalentes a casi la mitad del territorio de Puerto Rico, ha llegado a su fin. Nuevas imágenes captadas por el Observatorio de la Tierra de la NASA han confirmado que este monumental bloque de hielo se ha fragmentado.
Este titánico iceberg, bautizado como A-76A, medía aproximadamente 170 kilómetros de largo por 25 kilómetros de ancho, con una superficie total de 4.320 kilómetros cuadrados. En mayo de 2021, los expertos de la NASA informaron que se desprendió de la banquisa de Ronne en la Antártida, siendo en ese momento el doble del tamaño de la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos.
Durante más de dos años, este gigante de hielo navegó por los océanos, flotando a la deriva por las aguas de todo el mundo. Sin embargo, el reciente informe del Observatorio de la Tierra de la NASA, publicado el 7 de junio de 2023, confirmó su destrucción.
Las imágenes fueron capturadas por el satélite ‘Terra’, gracias al espectrorradiómetro de imágenes de resolución moderada (Modis), y revelaron que varias piezas del iceberg flotaban cerca de la remota isla de Georgia del Sur, un territorio británico de ultramar ubicado a unos impresionantes 2.400 kilómetros de distancia de su lugar de origen, la plataforma de hielo Ronne.