El gobierno noruego no tiene establecida la cadena perpetua como condena y está convencido que cuando un preso salga de la cárcel es mejor que llegue como rehabilitado y no como resentido.Por eso, la cárcel de Halden tiene más cosas en común con un hotel campestre que con un centro de reclusión en Colombia. En esta prisión en Noruega nadie comparte celda, y en cada habitación hay televisión y baño privado y se puede trabajar y estudiar libremente, sin barrotes, sin restricciones.A los presos de Halden los tratan tan bien que incluso existen cabañas privadas para que cada uno de ellos pase tiempo con sus familias.Are Oidal, director del centro de reclusión ha dicho que una parte esencial del proceso de rehabilitación es enseñarle a los presos nuevas habilidades. Y es que para los directivos de este centro los reclusos no son más que seres humanos correintes que cometieron un error.Muchos de los detenidos aprenden a sentirse útiles para la sociedad en un futuro y aseguran sentirse mejores personas. Oidal es consciente que su metodología puede ser vista por muchos como “demasiado humanista” pero él le ha dicho a medios europeos que el sistema parece estarle funcionando, pues en un periodo de dos años desde que ponen a un preso en libertad solo el 20 por ciento de ellos regresa a prisión.