La central nuclear ucraniana de Zaporiyia, la más grande de Europa, ocupada por las fuerzas rusas y recientemente objeto de bombardeos, fue reconectada a la red eléctrica este viernes, un día después de su desconexión, anunció el operador ucraniano.
“Uno de los reactores de la central de Zaporiyia interrumpidos la víspera fue reconectado a la red eléctrica hoy” viernes a las 14H04 (11H04 GMT), anunció el operador, Energoatom, en Telegram, asegurando que los sistemas de seguridad funcionaban con normalidad.
El reactor reconectado “produce electricidad para las necesidades de Ucrania”, agregó Energoatom. “Se está llevando a cabo el aumento de (su) potencia”.
“Los trabajadores de la central de Zaporiyia son auténticos héroes” que garantizan “la seguridad nuclear de Ucrania y de toda Europa”, comentó el grupo.
Ucrania anunció el jueves que la central, situada en el sur del país, había sido “totalmente desconectada” de la red eléctrica, por primera vez en su historia, debido a que las líneas eléctricas habían sido dañadas.
Zaporiyia ha sido objeto de preocupación desde que cayera en manos de las fuerzas rusas a inicios de marzo, pocos días después de haber invadido Ucrania, el 24 de febrero.
Conmoción pueblo ucraniano tras mortífero bombardeo ruso
“¡Me da tanta pena por ese niño, tanta pena!”. Un día después del ataque, Viktor apenas puede esconder su conmoción por el bombardeo ruso que se cobró la vida de su joven vecino en el pequeño pueblo ucraniano de Chaplino.
Múltiples misiles rusos cayeron en la tarde del miércoles sobre esta localidad de 4.000 habitantes, un nudo ferroviario en la región de Dnipropetrovsk (centro-este), causando 25 muertos y 31 heridos, según el último balance anunciado por la presidencia. Entre las víctimas mortales había dos menores.
“Un niño de 11 años murió bajo los escombros, y otro niño de seis años falleció en un vehículo incendiado cerca de la estación ferroviaria”, dijo el jefe adjunto de la presidencia, Kirilo Timoshenko, en Telegram.
Uno de los proyectiles destruyó la casa de los vecinos de Viktor, donde ahora se extiende un enorme cráter. Este hombre de pelo canoso y polo azul no estaba en casa en ese momento, pero escuchó de lejos las explosiones.
“Mi hija me llamó para decirme la pesadilla que ocurría aquí. Volví en bicicleta. La casa de al lado ya no existía. Había un agujero de unos cinco metros de profundidad”, explica Viktor.
La vecina y su otro hijo fueron hospitalizados por las heridas. Pero los vecinos sabían que todavía quedaba un segundo niño bajo los escombros y empezaron a buscarlo.
“Después llegaron los socorristas y lo sacaron” ya muerto, dice Viktor. “Lo veíamos todos los días, es como si fuera nuestro niño”, se lamenta.
Su hija y su suegra estaban en casa en el momento del ataque. “Las dos estaban conmocionadas”, explica al borde de las lágrimas Kateryna, la esposa de Viktor. “Gracias a Dios que están vivas”.
El ataque afectó la estación de tren e incendió cinco vagones, indicó Artem Yuravliov, responsable local del servicio estatal de urgencias.
La empresa ferroviaria ucraniana informó de tres empleados muertos y otros cuatro heridos, y publicó imágenes de los vagones de pasajeros calcinados.
“Tren militar”
El bombardeo se produjo en el 31º aniversario de la independencia de Ucrania de la URSS, la fiesta nacional del país. También coincidió con la fecha en que se cumplía medio año de invasión rusa, lanzada el 24 de febrero.
Moscú aseguró que había atacado “un tren militar” que partía hacia “las zonas de combate” del este de Ucrania, el objetivo prioritario del ejército ruso en estos momentos.
Un misil Iskander “impactó directamente en un tren militar de la estación de Chaplino, en la región de Dnipropetrovsk, eliminando a más de 200 militares de la reserva de las Fuerzas Armadas ucranianas”, declaró el ministerio de Defensa.
La fiscalía general ucraniana dijo por su parte que “diez civiles murieron” en la estación de Chaplino y sus alrededores, dejando abierta la posibilidad de que las otras víctimas no fueran civiles.
“Mirad lo que Rusia nos ha hecho”, se desespera Anatoli frente a su casa devastada. “Sin vehículo, sin casa, sin cobertizo”, enumera este hombre de 60 años.
Detrás suyo, su viejo Lada azul ya no tiene ningún cristal entero. La carrocería está fuertemente dañada por escombros del tejado de la casa, donde solo queda el marco y la chimenea.
“Pensábamos hace tiempo que iba a haber un bombardeo. Pero no pensábamos que iban a bombardear a civiles”, lamenta.
*Con información de AFP
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