Sorprendido quedó Gioacchino Gammino, jefe de la mafia italiana quien había sido buscado por décadas y cuestionaba a los policías: “¿Cómo me han encontrado? Ni siquiera he llamado a mi familia en diez años”.

Esto se logró debido a la aplicación de Mapas de Google, que fue vital a la hora de dar con el paradero del jefe mafioso, de quien no se tenía ningún rastro.

Con ayuda de la herramienta ‘Street View’, la cual permite a los usuarios andar por las calles de las diferentes ciudades del mundo, ya sea para conocer sin necesidad de estar presencialmente, o para dar con una dirección, se logró la aprehensión de Gammino, un temible capo de una estructura criminal, según El Universal.

Así las cosas, se reveló que las autoridades policiales de Europa conocían que el jefe mafioso estaba radicado en España, sucursal de las mafias italianas, pues una fotografía del sujeto mientras hablaba por teléfono fue de suma importancia para comenzar a investigar, según el reporte de la policía siciliana.

Su identidad se logró confirmar cuando la policía investigó el nombre del restaurante “La Cocina de Manu” en Facebook, y descubrió una fotografía del sujeto vestido de chef, pero el detalle de una cicatriz en el mentón fue la que confirmó su identidad.

De acuerdo con el diario de la capital italiana La Repubblica, Gammino, de 61 años de edad, vivía en España y se identificaba como Manuel. Además era buscado por las autoridades italianas desde 2002, luego de escaparse de una prisión de Roma.

Un año después de haber escapado, fue condenado a cadena perpetua por un asesinato, el cual desató una guerra entre mafiosos por el dominio del mercado de la droga en Sicilia.

De esta manera, el capo tendrá que cumplir la pena de cadena perpetua en una cárcel italiana, sumado a que la investigación por parte de las autoridades continúa para confirmar que detrás de las actividades comerciales de Gammino no hubiesen otro tipo de negocios, pues contaba con antecedentes por tráfico de drogas y colaboraciones con la ‘Cosa Nostra’.

Un jugador de hockey lituano, clave en la captura de alias ‘La diabla’

En diciembre del año pasado, las autoridades policiales de España y Alemania capturaron en una zona de Hamburgo a Leudis Isaac Corro Camacho, apodada ‘La diabla’, quien era una de la personas más buscada en Europa por, presuntamente, explotar sexualmente a mujeres y transexuales.

Alias ‘La Diabla’ fue acusada de trata de personas, lavado de capitales y crimen organizado. De acuerdo con la investigación llevada a cabo por la Europol, Leudis Isaac Corro Camacho, presuntamente explotaba sexualmente a las mujeres y transexuales durante su permanencia en diferentes puntos de España, en ciudades como Barcelona, Oviedo y Zaragoza, de donde logró huir en el último instante de una intervención policial.

Aseguraban que ‘La Diabla’ captaba a sus víctimas en Venezuela, tras ganarse la confianza de estas. Posteriormente, les prometía un trabajo en España y luego las obligaba a realizarse cirugías estéticas de aumento de seno y liposucciones.

Sin embargo, en la captura de una de las mujeres más buscadas de Europa fue crucial un reconocido jugador de hockey llamado Robert Licitis.

De acuerdo con El País de España, la policía lituana siguió la pista de un número de teléfono, pues las autoridades españolas habían advertido que la mujer podría estar en ese país.

“Sabíamos que podía estar en Lituania, o en Alemania”, apuntaron los investigadores, pues ‘La Diabla’ mantenía relaciones sentimentales con un expolicía alemán y con el jugador lituano, a quienes les siguieron la pista.

“El expolicía alemán, con quién se fugó de España a finales de 2020, fue detenido por la policía alemana al día siguiente de aparecer su foto entre los fugitivos más buscados [...] Ambos estaban acusados de los mismos delitos”, señalaron.

Solo quedaba la pista del jugador de hockey, y junto con él, la encontraron en la ciudad alemana de Hamburgo, quienes estaban en la habitación de un hotel, en el número 8 de la calle Graumannsweg.

La Policía de ese país reveló que las mujeres debían estar disponibles las 24 horas del día, no les permitían descansar y eran controladas con cámaras de videovigilancia. En muchas ocasiones, según las autoridades, no podían cobrar el salario pactado, como forma de castigo y control.