El fin de semana pasado, al presidente de España, Pedro Sánchez, le cayó un baldado de agua fría. Su partido, el Socialista Obrero Español, mejor conocido como PSOE, fue derrotado estrepitosamente en las elecciones regionales. Pero lo más doloroso no fue el revés, sino ver coronarse como campeón al PP o Partido Popular, uno que representa a la derecha tradicional y básicamente a todo lo que está en contra del oficialismo.

El PP se hizo con 6,9 millones de votos (31,53 por ciento) frente a los 6,2 millones (28,14 por ciento) del PSOE, de acuerdo con datos de la Junta Electoral Central (JEC). Ante los hechos, Alberto Núñez Feijóo, presidente del Partido Popular, afirmó que España “ha iniciado un nuevo ciclo político”. Además, añadió que han “ganado con claridad y hemos dado el primer paso para un nuevo ciclo político que vamos a abrir con todos y para todos en España”.

Estas declaraciones podrían ir más allá y describir no solo la situación española, sino la del mundo en general. Y es que cuando la izquierda parecía dominar el mundo y sumar más y más países a su causa, de la nada el timón ha virado hacia la derecha y parece dirigir a la embarcación cada vez más a los mares de la radicalidad. Los primeros síntomas se están viendo en Europa, donde no solo parece haber un aumento en los gobiernos de derecha, sino en la aceptación de los ideales que esta representa.

Pedro Sánchez, presidente de España, adelantó las elecciones presidenciales para que la izquierda no siga perdiendo terreno en el país. | Foto: 2023 Anadolu Agency

Uno de los continentes desarrollados del planeta se había convertido en el estandarte del progresismo actual. Incluye en su agenda la ideología de género, las energías limpias y la inclusión racial y étnica. Sin embargo, en los últimos años esto ha cambiado. Se podría marcar el inicio con la ola de migraciones masivas que empezó a arribar al continente. Barcos y barcos cargados de emigrantes africanos y asiáticos que huyen de la guerra, el hambre y la sequía invaden las costas de Europa desde 2015, lo que ha llevado a que el nacionalismo crezca y que haya una aceptación cada vez mayor a las ideas de antaño.

De acuerdo con Farid Kahhat, politólogo e internacionalista peruano, quien describe en su libro El eterno retorno que el nacionalismo es la causa base del auge de la derecha. “Hay un discurso que en el plano cultural presenta al grupo étnico mayoritario (grupo que en el caso europeo y estadounidense serían los blancos cristianos) como un grupo amenazado”, en el que, según explica, se vende que “habría un intento deliberado de reemplazar a la población local con inmigrantes”. De esta manera se logra crear un miedo hacia estas culturas y ganar adeptos para la derecha radical.

Esta podría ser la razón por la que un país como Italia, que fue marcado por el yugo del fascismo de Mussolini durante la Segunda Guerra Mundial, eligió a finales del año pasado a Giorgia Meloni como presidenta del Consejo de Ministros –cargo equivalente al de un presidente–. Meloni no solo es miembro del ala más radical de la derecha italiana, sino que es descendiente directa de la doctrina de Mussolini. Incluso subió al poder pregonando el mismo lema del dictador: “Dios, patria y familia”.

De hecho, una prueba fehaciente de esto fue el polémico discurso que dio de la mano del partido de ultraderecha español, Vox, en Andalucía, España, a finales de 2022. En este dijo textualmente: “Sí a la familia natural, no a los lobbies LGBTI, sí a la identidad sexual, no a la ideología de género (...), sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista, sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva…”.

Meloni también apoya abiertamente al régimen autoritario húngaro, dirigido por Viktor Orbán, quien asegura que Europa está siendo invadida por los migrantes.

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Por ejemplo, Francia está rápidamente virando hacia allá. En este momento, el presidente de ese país es Emmanuel Macron, quien acaba de entrar a su segundo periodo presidencial. El caso de Macron es interesante, porque era un líder de izquierda altamente aceptado y querido por su pueblo hasta inicios de 2023. En marzo, Macron decidió forzar la aprobación en el Congreso de una polémica reforma a las pensiones, lo que desató el caos en Francia. El país vivió protestas históricas que funcionaron como caldo de cultivo para que la popularidad de la oposición ultraderechista del Gobierno, Marine Le Pen, ascendiera estrepitosamente.

El periódico francés Libèration tituló en abril un artículo: ‘La izquierda a la calle’. Allí explicaba que gracias a Macron y al líder del partido de izquierda Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon, la izquierda está muriendo. Mélenchon está debilitado y ha hecho todo lo posible por acabar desde dentro con el progresismo, dejándoles la puerta abierta a radicales como Le Pen.

De hecho, de acuerdo con El País de España, Le Pen solo está recogiendo los frutos de la impopularidad del oficialismo y va catapultada a las presidenciales de 2027. “No ha hecho ni falta que ella y sus esbirros(...) hablaran de un programa social que por lo demás es bastante débil. Solo ha tenido que agacharse y recoger los frutos”. Además, una encuesta realizada por Elabe Group para el canal BFMTV reveló que si las elecciones se dieran en este momento, Le Pen vencería al oficialismo 55 a 45 por ciento.

Pero Europa no es el único lugar donde la derecha vuelve a tomar las riendas políticas. Estados Unidos está más cerca que nunca de volver a tener a los republicanos en el poder. Donald Trump, quien, de acuerdo con Kahhat, “es el líder de la derecha radical mundial”, está haciendo todo lo posible por volver a la Casa Blanca, y parece que en esta ocasión el tablero está de su lado.

El controversial gobernador de Florida, Ron DeSantis, ya formalizó su candidatura. Y él también es un fiel representante de los conservadores.

Cualquiera de estos dos deberá enfrentarse a Joe Biden en las elecciones de 2024, lo que complica aún más el panorama para los demócratas, a pesar de que Biden fue el presidente más votado de la historia, según la Administración Federal de Elecciones, la popularidad del presidente de los Estados Unidos está por el suelo, y muchos lo critican por su edad, 80 años.

Según The Economist, lo más probable es que Biden y Trump se vuelvan a enfrentar en 2024, pero nada garantiza que la victoria del partido azul se repita. Es más, si se tiene en cuenta que en las elecciones de medio término del año pasado ganaron los republicanos, se puede prever que serán estos los que vuelvan a la Casa Blanca.

América Latina es un caso similar. En esta región hasta ahora se ha empezado a ver la influencia de la izquierda, pero parece que esta victoria fue tan histórica como fugaz. En los últimos comicios, varios candidatos de izquierda han subido al poder, Boric en Chile, Fernández en Argentina, Lula da Silva en Brasil y Pedro Castillo en Perú. Pero de todos estos, el único que no ha fracasado ha sido Lula.

A Boric hace unas semanas lo derrotó la ultraderecha en las elecciones para escoger a los consejeros constitucionales, o sea, quienes escribirán la nueva constitución de Chile. Liderados por el radical José Antonio Kast, lograron hacerse con el doble de escaños que el oficialismo y darle una bofetada en la cara al presidente actual. En el caso de Argentina, Fernández es un fracaso. Su gobierno significó el regreso del kirchnerismo, pero su gestión parece augurar lo peor al movimiento en las elecciones del próximo octubre.

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De acuerdo con cifras del último estudio de la consultora Synopsis, todo apunta a que la presidencia será para Javier Milei, quien le ganaría a Cristina Fernández de Kirchner con 24 por ciento contra 18 por ciento. La situación se vuelve más favorable para este candidato con lo ocurrido en España, pues de acuerdo con varios medios españoles, estos resultados son un síntoma de cambio en Latinoamérica también. Todo parece indicar que está en marcha el giro a la derecha.