Si se le pregunta a un bachiller en los Estados Unidos cómo se llaman las embarcaciones en las que llegó Cristóbal Colón a América, lo más probable es que sepa. Se lo enseñaron en el colegio. Si se le pregunta cómo se llamaban los indígenas que poblaban su estado antes de Colón o cuándo llegaron de África los primeros esclavos, es muy probable que no sepa. No se lo enseñaron en el colegio. Esa es tal vez la manera más sencilla de explicar qué es la “teoría crítica de la raza” (critical race theory) y por qué está hoy en el centro del debate académico en esa nación.

Esta semana cumplió un año de muerto George Floyd, un hombre negro a manos de un policía blanco en Minnesota. Los nueve minutos y medio previos a su muerte, cuando Derek Chauvin le sostenía su rodilla sobre la nuca, hoy hacen parte de la historia de Estados Unidos, pero no serán enseñados en las escuelas ni el tema se puede tratar en un salón de clase. La muerte de Floyd abrió el debate sobre cómo se debe enseñar en los colegios la historia racial y de racismo en ese país.

Los manifestantes marchan a través del Puente de Brooklyn mientras recuerdan a George Floyd en el primer aniversario de su muerte, el martes 25 de mayo de 2021, en Nueva York. (Foto AP / Eduardo Munoz Alvarez) | Foto: AP

La discusión se dividió a lo largo de los dos principales partidos políticos y ya genera profundas grietas. “La teoría crítica de la raza” es una corriente de pensamiento que nació hace 40 años gracias a un grupo de académicos, la mayoría negros, que creen que el racismo ha definido la historia de su país, sus instituciones y, sobre todo, su ley, y que hace falta enseñarlo para erradicarlo. “Todo se construye sobre lo que ya existe”, dice Kimberlé Crenshaw, una de sus fundadoras. “Es decir –agrega– que el llamado dilema americano no es solo un asunto de prejuicios, sino de desventajas que se han extendido por toda la sociedad americana”.

La propuesta es enseñar en colegios, universidades y espacios laborales una mirada crítica hacia el racismo y, eventualmente, ampliarlo a la historia de injusticia hacia otras minorías como latinos, asiáticos y nativos americanos. “Estamos hablando de la necesidad de conocer la historia con el fin de estar capacitados para ampliar la democracia”, de esa manera explica Eduardo Escallón, historiador y decano de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, la postura académica hacia la propuesta, en diálogo con SEMANA, “Esta enseñanza es esencial en un país como Colombia o Estados Unidos, que es multiétnico y multicultural, y donde existen grupos sociales cuyos miembros no fueron reconocidos durante siglos como sujetos de derechos.

Black Lives Matter (AP Photo/Jae C. Hong) | Foto: Copyright 2021 The Associated Press. All rights reserved.

El racismo es un producto humano y por lo tanto puede transformarse”. Sin embargo, políticos conservadores como Donald Trump creen que enseñar sobre raza es antiamericano, “Es una doctrina marxista que presenta a América como una nación mala y racista, donde hasta los niños son cómplices de opresión y donde la sociedad entera se vería radicalmente cambiada”, señaló Trump cuando aún era presidente, haciendo eco del sentir de la mayoría de los miembros de su partido. En por lo menos 20 estados, donde los legisladores son de mayoría republicana, ya pasaron resoluciones o propuestas prohibiendo este tipo de enseñanza.

La muerte de George Floyd no resultó ser en vano. Su asesinato dio paso a la necesaria conversación sobre raza y racismo. Mientras su familia se acostumbra a su ausencia, demócratas y republicanos siguen enfrascados en el debate sobre si enseñar a los niños la verdad o protegerlos de una realidad incómoda y dolorosa, pero que mientras no conozcan, corren el riesgo de repetir.