Después de confirmar su elección como gobernador, Sergio Garrido resaltó la importancia del símbolo del lugar donde acababa de ser escogido. “En Barinas nació y murió la fulana revolución”, dijo Garrido, quien triunfó en unos comicios que parecen ser una luz de esperanza de cambio en Venezuela, pero que, de salir mal, pueden ser la tumba de la oposición.

La elección, de por sí, fue un contundente triunfo para la oposición, al tener más del 55 por ciento de los votos, frente al 41 por ciento del candidato del chavismo, el polémico excanciller Jorge Arreaza, acompañado en campaña por la exsenadora colombiana Piedad Córdoba. Esta es la segunda vez que se realiza esta elección, ya que en un primer intento Garrido había derrotado a Arreaza en una reñida competencia, pero el Gobierno decidió que se debía repetir.

Obviamente, Sergio Garrido no la tendrá fácil, ya que el régimen de Nicolás Maduro, cuando pierde una elección democrática, suele designar ‘protectores de estado’, que son personas fieles a su Gobierno que supervisan la labor de los líderes de la oposición y así torpedear su labor.

“Esperamos y aspiramos que cumplan con su palabra de no nombrar protector en ningún estado, pero, si eso llegara a suceder, tendrán que entender que este pueblo de Barinas no lo quiere, quiere a su gobernador legítimo y elegido por el pueblo”, fue el mensaje que Garrido le lanzó a Maduro, un día antes de anunciar que se reunirá con el mandatario a fin de pedir recursos para la población.

Barinas es un golpe simbólico para el chavismo, ya que fue derrotado en el estado natal de Hugo Chávez y con una figura importante para Maduro como el excanciller Jorge Arreaza, que adquirió fama por ser un gran contradictor de Colombia, del Gobierno de Iván Duque y de varias naciones, tal como lo evidenció durante sus discursos en la ONU.

Prueba de la estrellada del chavismo en Barinas es que después de la primera elección se empezaron a enviar en gran cantidad camiones de gasolina y agua, que anteriormente demoraban varios días para abastecer al estado y ahora llegaban con más frecuencia.

Los intentos del partido gobernante para remontar la primera elección en Barinas fueron en vano, y tras la victoria de la oposición figuras como el autoproclamado presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, calificaron los comicios como “una lección a todos los venezolanos y a la dictadura, principalmente, de resistencia, de coraje, de foco, de unidad y de desprendimiento por parte del liderazgo”.

Guaidó no vivía precisamente una luna de miel con su gobierno alterno, pues, después de varios escándalos de corrupción y unas negociaciones hasta ahora fallidas con el Gobierno de Maduro en México, había sido reelegido como presidente de la Asamblea Nacional, pero perdiendo varios de sus poderes; inclusive, estuvo cerca de quedarse sin puesto.

Para varios analistas, la victoria de Garrido implicará más aire para la oposición y para la voz de unidad que ha lanzado Guaidó, que pretende callar las propuestas abstencionistas de oposición en las elecciones, al no considerarlas legales.

Por ahora, Barinas parece ser, al menos, una cachetada a Nicolás Maduro y su régimen, y, si la dictadura lo permite, tendrá un gobernante de oposición elegido democráticamente después de cuatro años de mandato de Argenis Chávez, hermano del fallecido expresidente, en los que el estado tuvo un gran deterioro, a tal punto que el mismo Arreaza terminó reconociendo el mal mandato de Chávez. El pueblo ha hablado. Ahora todos estarán atentos para que su voz se escuche.