Desde el pasado 14 de mayo la familia Castelblanco Granados vive largas horas de incertidumbre a causa de la misteriosa desaparición de su esposa y madre, Marta Granados de Castelblanco.
Todo comenzó cuando ella y su esposo, el ingeniero agrónomo Carlos Castelblanco, se trasladaron a la finca Las Rusias, ubicada en el municipio de Ramos Arizpe, estado de Coahuila.
No se trataba de un viaje de placer, sino de trabajo, pues él había sido contratado por los dueños de la propiedad en calidad de asesor, para realizar la revisión de unos cultivos e impartir una capacitación a los empleados.
Los propietarios, luego de recogerlos en el Aeropuerto Internacional de Monterrey procedentes del estado de Querétaro, donde residen, e instalarlos en la finca, partieron. Lo mismo hicieron luego el capataz y su familia, le relató a SEMANA Juan Pablo Castelblanco, uno de los dos hijos de la pareja.
Los cuatro viven en México desde hace varios años, cuenta también Castelblanco, quien no oculta el desconcierto ante las extrañas circunstancias de la desaparición de su madre.
Al respecto de ella cuenta: “Mamá tiene un deterioro cognitivo leve, no es alzhéimer, porque mucha gente lo interpreta así. Es otra condición, que le genera lagunas en su memoria de corto plazo. Son episodios muy cortos, de segundos a minutos. Si tiene una persona ancla, el episodio se acaba. Pero si se encuentra sola y se desubica, el episodio se agrava”.
El domingo 14 de mayo, Carlos Casteblanco decidió revisar los cultivos, en lo cual su esposa lo acompañó algunos momentos, hasta que le manifestó que estaba cansada y regresó a la casa.
“Mi papá terminó sus diagnósticos de la huerta, regresó a la casa y lo único que encontró fue el libro abierto que mi mamá estaba leyendo”, cuenta Castelblanco.
Desde entonces se desató el enigma. Durante el recorrido entre la huerta y la casa, de unos 300 metros, es difícil que hubiese podido perderse, mucho menos a plena luz del día.
Y los alrededores del lugar tampoco ofrecen posibilidad de un destino incierto.
“Es muy extraño porque la visibilidad es larga, no hay muchas salidas, no muchos caminos, hay un solo camino que sale a la carretera”, explica.
Ese mismo día, con la luz que quedaba, unos 10 vecinos de la zona le ayudaron al esposo de Marta en la búsqueda, pero fue en vano.
El lunes se involucraron en la operación el servicio de Protección Civil (algo así como la Defensa Civil Colombiana) y la policía municipal, para hacer el rastreo, tanto de la casa de extremo a extremo como de las 600 hectáreas que tiene el rancho y el perímetro cercado de 20 hectáreas que la rodea.
“Es muy difícil salir si no es por la puerta”, anotó Castelblanco, teniendo en cuenta las condiciones del lugar.
El martes 16 de mayo el operativo fue mucho más grande. A la policía municipal se unieron la Fiscalía de personas desaparecidas del estado de Coahuila, la Agencia de Investigación Criminal del estado, la policía civil y perros de Protección Civil.
Llegó un momento, agregó el colombiano, en que “se tuvieron a disposición un helicóptero, 12 vehículos, 45 personas, dos drones con cámaras térmicas, personal entrenado para búsqueda de personas desaparecidas, pero no hubo suerte”. Además, el perímetro de la búsqueda se extendió a 11 kilómetros.
Como todos estos esfuerzos no tuvieron resultados, pues no se halló el más mínimo rastro de Marta Granados de Castelblanco, la investigación salió del área rural y se extendió a la carretera, lo cual, hasta el momento, tampoco ha arrojado ninguna luz.
Castelblanco, su padre y su hermano han participado activamente en la búsqueda, en auto y con un megáfono a la voz de “mami, mami, tu esposo y tus hijos te estamos buscando.
Él también narró que ya se han ido familiarizando con la zona, tras lo cual la desaparición de su madre resulta cada vez más inexplicable, pues allí hay mucho movimiento.
No descartan que su madre hubiera podido sufrir una laguna a causa de su condición. De ser así, seguro alguien la habría visto, pero nadie ha reportado nada.
“Pensamos que si ella llegó a la carretera, alguien la tuvo que ver, porque hay mucha actividad. En el cruce donde sale la carretera, hay unas casas y hay tienda, que es la única de la zona y ahí se junta la gente. Hay mucho tráfico, no es una zona desolada”, explicó.
Ellos mismos se han dedicado a hablar con los moradores del lugar, pero tampoco han obtenido respuestas, aunque sí recalca que han sido amables con ellos.
“Ya todos saben que buscamos a la señora colombiana y hasta nos ofrecen agua cuando nos ven caminando”, contó también el hijo de la mujer desaparecida.
La búsqueda se ha extendido también a hospitales, morgues y sitios de acogida, pero ello tampoco ha dado ninguna pista.
¿Pudo tratarse de un secuestro? “Las autoridades dicen que ante la falta de una comunicación por parte de alguien que diga ‘la tengo y quiero dinero a cambio’, no se puede girar la investigación en ese sentido”, informó Castelblanco, quien afirma que ha contado con la ayuda del consulado de Colombia en México, más exactamente de la agregaduría de policía, que tiene contactos en el país que han facilitado las cosas, aunque las pesquisas están enteramente en manos de las autoridades mexicanas.
“Es una cosa muy extraña, que nos tiene muy consternados”, concluyó Juan Pablo Castelblanco, esperanzado en que pronto toda pueda aclararse y su madre esté con su familia en casa.