El Kremlin indicó este jueves en rueda de prensa que Rusia le exige a Ucrania que acepte la independencia de la península de Crimea, anexionada en 2014.
De acuerdo con el Kremlin, Rusia espera que Ucrania tome consciencia de la “situación real” que se ha creado en la actualidad sobre el terreno y ceda a las exigencias, de modo que se pueda negociar un alto el fuego.
“Moscú espera de Kiev que acepte sus exigencias y tome consciencia de la situación real, la que existe de facto en la actualidad”, indicó en rueda de prensa Dmitri Peskov, portavoz de la Presidencia rusa.
A propósito, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, apeló a la “autoconfianza” y la unidad de Occidente para tomar medidas frente a la invasión rusa e instó también a los gobiernos aliados a asumir que “Ucrania es parte de su mundo”.
Zelenski tomó la palabra de nuevo en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza) para admitir que Ucrania depende en gran medida del apoyo militar y financiero de esos gobiernos, a los que ha emplazado a no tener miedo de Rusia, según un comunicado de la Presidencia.
Una Rusia a la que ha acusado de bloquear cualquier avance en el proceso de negociaciones por interés expreso de su presidente, Vladimir Putin. “Cuando esté listo para asumir la realidad y entienda que están muriendo muchas personas inocentes, entenderá también la necesidad de hablar”, ha dicho.
Zelenski, no obstante, se mostró en contra de “acuerdos artificiales” y dijo confiar en que sus aliados brinden garantías de seguridad a Ucrania: “Sin socios poderosos y serios, no hay nada que hablar”.
Asimismo, insistió en que Kiev no renunciará a sus habituales ‘líneas rojas’ y que “luchará hasta recuperar todos sus territorios”.
Inquietud en una región ucraniana gobernada por Rusia
En la única región ucraniana conquistada completamente por las tropas rusas en la guerra, las autoridades respaldadas por Moscú promueven una anexión formal mientras los habitantes que se quedaron allí se muestran inquietos ante su futuro.
Los periodistas de AFP participaron en un viaje para la prensa a la región meridional de Jersón organizado por el ministerio de Defensa ruso, acompañados por soldados en vehículos armados.
La zona ha sido menos destruida por los combates que otras partes de Ucrania.
Las fuerzas rusas se adentraron rápidamente desde la vecina región de Crimea, anexada por Moscú en 2014, y tomaron el control de la región de Jersón y la ciudad del mismo nombre a principios de marzo.
En ese momento, el ejército ucraniano estaba concentrado en defender la capital Kiev.
En la ciudad de Jersón, donde solo ondean algunas banderas rusas, no hay rastros de daños causados por los combates. En las carreteras hacia la ciudad, hay algunos vehículos militares carbonizados.
A la distancia, se pueden escuchar esporádicas descargas de artillería y de los sistemas de defensa aérea procedentes de la línea del frente entre la región de Jersón y la ciudad de Mikolaiv, controlada por Ucrania, unos 60 km al norte.
Desde su caída bajo control ruso, la información sobre qué ocurre en Jersón depende mayoritariamente de lo explicado por las nuevas autoridades designadas por Moscú.
Aunque algunos mensajes en Telegram han informado de protestas dispersadas por las tropas invasoras, Rusia y sus aliados en el terreno tratan de restar importancia al descontento.
“Es simplemente la guerra”
Durante una visita a una terminal de trolebuses en la ciudad, un conductor, Alexander Loginov, de 47 años, se aventura a hablar con AFP desde la cabina del vehículo.
“Para ser honesto, la gente está muy inquieta” por cuestiones como la “inestabilidad” o el pago de salarios porque “los bancos ucranianos están cerrando”, explica.
“Para ser honesto, es simplemente la guerra”, afirma usando una palabra que Rusia ha vetado bajo amenaza de una larga condena de prisión, insistiendo en describir su intervención como una “operación militar especial”.
“Mucha gente todavía no comprende qué ha pasado”, añade.
El responsable de la nueva administración municipal, Alexander Kobets, presenta dos objetivos principales: garantizar que la población local “no se siente abandonada” y obtener un estatus legal como parte de Rusia, una ambición que tampoco esconden desde Moscú.
Con Jersón bajo control y la ocupación parcial de la vecina Zaporiyia, el Kremlin busca crear un estratégico puente terrestre que una Rusia y los separatistas prorrusos del Donbás, en el este, con la península de Crimea, en el sur.
“Muchos (residentes) apoyan formar parte de Rusia, no siendo repúblicas recién creadas, sino teniendo jurisdicción legal real. Es decir, que esto sea Rusia”, dice Kobets.
Las manifestaciones proucranianas fueron “limitadas” y “previsibles”, afirma, insistiendo en que cualquiera en la región “puede expresar su opinión, nadie lo prohíbe”.
Si la presencia militar en la ciudad es discreta, en los alrededores rurales se perciben numerosos puntos de control y patrullas junto a zonas de densos bosques.
La región ha vivido un éxodo de su población. Las autoridades ucranianas calculan que un 45 % de los 300.000 habitantes de la ciudad huyeron y un 20 % de la región circundante, que tenía un millón de residentes.
En las calles de la ciudad, un reportero de AFP observó que más de la mitad de tiendas y cafés estaban cerrados.
Mientras, Rusia expande su control militar también a la economía. El lunes, las nuevas autoridades regionales introdujeron el rublo ruso como moneda junto a la grivna ucraniana.
*Con información de Europa Press y AFP.
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