Desde el pasado jueves 24 de febrero, el presidente ruso Vladimir Putin anunció una operación militar en Ucrania, pero la captura rápida de Kiev, la capital de Ucrania, se estaría viendo afectada presuntamente por la falta de combustible y dificultades logísticas.
El análisis realizado por The Jerusalem Post reveló que según un informe de Philip G. Wasielewski y Seth G. Jones para el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, “las fuerzas logísticas del ejército ruso no están diseñadas para ofensivas terrestres a gran escala lejos de los ferrocarriles”.
Además, agregó que “después de cuatro días de intensos combates y cientos de kilómetros de conducción, las fuerzas rusas deben reabastecerse (en términos de municiones y personal) y reabastecerse de combustible”.
Por tal razón, “la velocidad del avance ruso se ha ralentizado temporalmente, probablemente como resultado de graves dificultades logísticas y fuerte resistencia ucraniana”, según un funcionario estadounidense citado por The Jerusalem Post.
Hay que señalar que de acuerdo con Global Firepower, sitio especializado en seguimiento militar, y que fue citado por el medio israelí, “Rusia es el segundo ejército más poderoso del mundo, mientras que Ucrania ocupa el puesto 22 de 140″.
¿Por qué empezó el conflicto entre Ucrania y Rusia?
De acuerdo con Jesús Agreda, internacionalista y docente de la clase de Rusia y Asia Central, de la Pontificia Universidad Javeriana, hay dos miradas para entender el conflicto entre ambos países. La primera es a nivel global y para ello es necesario hablar del fin de la Guerra Fría en 1989.
“Cuando Estados Unidos, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) y la actual Unión Europea ganaron este enfrentamiento y definieron las reglas de juego del sistema internacional, Rusia quedó a un lado. Años después, la estructura política del nuevo gobierno ruso fue fuertemente criticada”, afirma el experto.
Ahora bien, cuando la Guerra Fría llegó a su fin y se disolvió la Unión Soviética (Urss), que estaba conformada por 15 repúblicas, muchas naciones dependían entre sí.
“Inicialmente, al ser Ucrania un Estado agrícola y Rusia uno industrial, necesitaban mantener lazos comerciales y de seguridad fuertes, pues una parte del ejército de la URSS quedaba en Ucrania, otra en Rusia y otra en Bielorrusia”, esto significaba que si el Kremlin quería recuperarse y consolidarse como una potencia mundial debía mantener una relación cercana con todos los estados exsoviéticos.
Pero esa relación “cercana” se vería interrumpida por el deseo de Ucrania de tener mayor independencia política y, por ende, de formar parte de la Unión Europea y la Otan, algo que incomodó a Rusia por varios motivos.
Uno de ellos es que si entra a esta Alianza Atlántica, según explica Agreda, no podría tener en su territorio tropas de un país tercero que no pertenezca a la organización; es decir, Rusia tendría que buscar otro puerto para situar su flota sur y Ucrania podría albergar tropas y misiles de cualquier miembro de la Otan, lo que dejaría al Kremlin en una posición incómoda.
A esto se suma, de acuerdo con Agreda, que gran parte del gas que Rusia envía a Europa debe pasar por Ucrania. Por tal motivo, Putin ordenó la construcción del gasoducto Nord Stream 1 y 2, que le permite transportarlo directamente hasta Alemania sin atravesar territorio ucraniano.
“El problema es que a pesar de que la segunda parte ya está terminada, aún no ha entrado en funcionamiento debido a que la Unión Europea y Estados Unidos no lo han permitido, esto con el fin de evitar una posible invasión a Ucrania”, dice el experto. Ahora, su entrada en vigor es aún más impredecible, pues occidente canceló la certificación del gasoducto como parte de la sanción aplicada a Rusia por el incumplimiento del cese al fuego.
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