Mientras que los británicos vivían un confinamiento estricto por la pandemia de la covid-19, su primer ministro, Boris Johnson, asistió a una fiesta en Downing Street, lo cual ha generado rabia y descontento en el Reino Unido. Una buena parte de sus habitantes piden que Johnson renuncie al cargo o sea destituido por la polémica reunión.
La fiesta era una invitación de otro miembro del gobierno para, supuestamente, celebrar “que habían vencido al coronavirus”. Se dice que Johnson estuvo tan solo cinco minutos en la reunión, a la que asistieron por lo menos unas 30 personas, incluida su esposa y su secretario privado, Martin Reynolds, acusado de ser la cabeza del polémico festejo.
Igualmente, los detalles de la fiesta no han dejado bien parado a nadie en la sede del Gobierno británico. En la invitación la única medida de cuidado era que cada invitado debía traer su propia bebida, algo que se constató en una foto revelada hace unos pocos días en la que se ve a Johnson bebiendo con algunos de sus asesores políticos. Pero la defensa del mandatario ha dicho que fue en una reunión de trabajo.
Todo esto ocurría mientras miles de británicos no podían siquiera asistir a los entierros de sus familiares fallecidos por covid-19, una estricta restricción para trabajos y estudios, además de la vida social limitada a que, a duras penas, dos personas de hogares diferentes podían encontrarse en espacios abiertos y con la regla de dos metros de distancia.
Como parte de la indignación que ha rodeado a la ciudadanía frente al gobierno de Johnson, se recordó que el mismo día de la fiesta en Downing Street el entonces ministro de Salud, Matt Hancock, le había pedido a la ciudadanía “quedarse en casa tanto como sea posible” y que “siguieran las reglas, vigilaran a su familia y no se arriesgaran” durante la época del confinamiento.
El primer ministro, además, había tenido ya un contacto con el virus un mes antes de la reunión, cuando fue hospitalizado por su grave condición. Ahora, mientras piden su renuncia, se aísla por un positivo en su familia.
Después de revelado el escándalo, Johnson había preferido guardar silencio; pero, tras una ola de protestas y pedidos de renuncia, el mandatario, cabizbajo y recogido en hombros, presentó disculpas en el Parlamento este jueves. “Soy consciente de la rabia que sienten hacia mí y hacia mi gobierno cuando piensan que las reglas no se cumplieron en Downing Street”, dijo a la ciudadanía. Además, este viernes, se disculpó con la reina Isabell II, tachando su comportamiento como lamentable.
Una pobre defensa
Durante el discurso de disculpas, Boris Johnson dio su explicación acerca de lo que pasó en la fiesta de mayo. Según su versión, jamás leyó la invitación en su correo electrónico en la que decía que cada invitado debía llevar su propia bebida. Al llegar al jardín, pensaba que era una reunión de trabajo y no una celebración común y corriente.
Además, dijo que asistió, pues quería felicitar a sus funcionarios por la labor de los últimos días, al considerar que era común que miembros del gobierno estuvieran en el jardín de Downing Street, ya que se había convertido en una especie de oficina al aire libre por temas de la pandemia.
También, aseguró que pasó menos de media hora en la fiesta, para luego dirigirse a su despacho de nuevo donde siguió trabajando con normalidad. Mientras tanto, según informaciones, la reunión de los funcionarios de gobierno se mantuvo hasta altas horas de la noche.
Ahora Johnson ve cómo sus opositores y algunos de sus partidarios se van en su contra, mientras las acusaciones de que Downing Street se convirtió en una sede de fiestas clandestinas parecen ir en aumento. De acuerdo con distintos medios de comunicación del Reino Unido, la reunión de mayo de la que el primer ministro fue partícipe no fue la única en su especie.
Al parecer, en Downing Street también hicieron una gran fiesta navideña en diciembre de 2020, mientras en Londres estaban prohibidas las reuniones sociales. Así mismo, hubo otros cuatro encuentros más de funcionarios del gobierno, que está investigando Scotland Yard, la policía metropolitana de Londres; dependiendo de los resultados, podrían salpicar aún más la imagen de Johnson y sus allegados. Se sospecha que el primer ministro pudo haber estado en otra de estas fiestas ilegales.
¿Puesto en riesgo?
Más de la mitad de los británicos (54 por ciento) cree que Johnson debería renunciar al cargo, según la encuesta de YouGov. Esto refleja el descontento creciente hacia el mandatario, que no solo tiene que luchar contra la oposición, sino también contra sus propios partidarios, que podrían hacerlo dimitir a pesar de haberse vuelto una bandera de la lucha contra la pandemia y de haber soluciona do el trámite del bréxit.
No obstante, a Johnson no le ha llegado la hora cero y, de momento, aún parece algo lejano, ya que para la destitución se necesita que 54 parlamentarios conservadores voten en contra suya; por ahora, solo seis de los partidarios se han manifestado públicamente en oposición al primer ministro.
Lo que teme Johnson y su gabinete es que el movimiento en su contra se vuelva una bola de nieve y crezca de a pocos, en especial por su desfavorable imagen pública y las múltiples protestas de los ciudadanos indignados ante su participación en la fiesta de Downing Street, sede del Gobierno.
Por ahora, la única manera de que Johnson salga del cargo es mediante la renuncia, algo que parece imposible, o que 54 parlamentarios lancen su carta de ‘retirada de confianza’, lo que impulsaría una votación en el Parlamento. En esta institución, sí parece mucho más probable que se respalde la destitución del primer ministro, pero es difícil que sus copartidarios se vayan en su contra en medio del pico de covid por culpa de la variante ómicron y la continuación de las consecuencias del bréxit.