Hackers y expertos programadores de todo el mundo llevaban años esperando que se anunciara el ataque de un virus digital a una planta nuclear. Finalmente, el día llegó. Hace algunos días el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung titulaba: "Ha tenido lugar el primer ataque digital", con una imagen de la central atómica de Bushehr, en Irán.Según el artículo, un virus llamado Stuxnet había sido diseñado para sabotear el programa nuclear iraní. Programadores en todo el mundo empezaron de inmediato a especular sobre el creador del arma digital. Algunos apuntaron a Estados Unidos, país que posee el arsenal digital más poderoso del mundo. Y otros señalaron a Israel, que tendría motivos reales para llevar a cabo un ataque semejante, dadas las tensiones entre los israelíes con Irán.Pocos días después, el mismo gobierno iraní confirmó el ataque. "Una guerra digital ha sido lanzada contra Irán", dijo el ministro de Industria, Mahmud Liayi. El troyano, según afirmó otro funcionario, habría penetrado a los laptops de técnicos de la planta nuclear de Bushehr e infectado, además, 30.000 centrales de computación, de manufactureras y de plantas eléctricas e hidráulicas alrededor de todo el país. Quince días después de la publicación del diario alemán, el servicio secreto iraní arrestó a cuatro supuestos "espías cibernéticos".Esta cadena de eventos de las últimas semanas viene planteando una pregunta que hoy parece más pertinente que nunca: ¿Cómo enfrentarán las naciones del mundo los arsenales informáticos que han desarrollado los países más poderosos del planeta?"Aún nadie sabe a ciencia cierta cómo reaccionará el mundo el día que dos países se enfrenten usando armamento digital", dijo a SEMANA Kenneth Geers, analista del Ccdcoe, un centro de estudios cibernéticos fundado por la Otan y establecido en Estonia. A diferencia de la carrera armamentística nuclear, en la que se han trazado normas y tratados internacionales, en el terreno digital aún no existen limitaciones. El subsecretario de la ONU para informática, Hamadoun Touré, incluso equiparó los riesgos de una guerra electrónica con los de un tsunami.Según Jeffrey Carr, asesor de varios gobiernos y director del centro de análisis GreyLogic, el ataque de finales de septiembre contra la infraestructura industrial de Irán ha sido llevado a cabo por "el virus más sofisticado jamás creado". Stuxnet estaba equipado con técnicas hasta ahora desconocidas que le permitieron romper las barreras de defensa del sistema operativo Windows y manipular el famoso software Simatic WinCC, de Siemens, que es usado en plantas industriales en todo el mundo. Así, Stuxnet estaba en la capacidad de entorpecer operaciones y causar accidentes en la planta nuclear de Bushehr. El gobierno iraní, sin embargo, aún niega que el virus les hubiera producido estrago alguno.Pero aún es difícil llegar a ese tipo de conclusiones. "Hay que esperar la evidencia forense", dijo a SEMANA Carr, quien asegura que todavía no hay pruebas de que Stuxnet estuviera destinado a atacar exclusivamente el programa nuclear iraní. Por ejemplo, el país más afectado por el virus ha sido India. Pero ha sido detectado también en Pakistán, Indonesia, Rusia, Irak e incluso en Alemania.La otra pregunta sobre Stuxnet es la de quién lo fabricó. Dadas sus características y la gran inversión financiera que probablemente se requirió para crearlo, se da por hecho que fue un Estado el que patrocinó su diseño. "Pero será muy difícil atribuir la responsabilidad a alguien", comentó a esta revista Mikko Hyppönen, analista de la firma finlandesa de seguridad F-Secure. Según él, "muy probablemente nos quedaremos con la incertidumbre".