Si bien, hay efectos secundarios comprobados con la aplicación de vacunas, estos suelen ser mínimos o inexistentes en comparación con los grandes beneficios que trae la inyección contra la covid-19. Sin embargo, aún hay detractores a las vacunas que mal o bien tienen sus razones para oponerse y que van desde lo entendible hasta lo ridículo.
No obstante, la libertad que se predicaba en el pasado sobre vacunarse se desvanece ante el peligro de variantes como delta. Y hay países que no están dispuestos a colapsar por un grupo de inconformes. Las decisiones pueden variar de caso en caso, pero sin duda, han mostrado una severidad sin antecedente contra los antivacunas.
Ejemplo de esto es el de un juez en Estados Unidos que le revocó a una mujer la custodia compartida de su hijo hasta que se vacune, ella dice no aplicarse la inyección por posibles reacciones adversas. Mientras tanto el padre, que sí está vacunado, ha aplaudido la decisión.
Pero este caso no es aislado, ya que los duros castigos contra los rebeldes no solo son en el ámbito familiar, sino que han traspasado a lo laboral. La CNN decidió despedir a tres de sus trabajadores que se negaron a vacunarse y que estaban asistiendo presencialmente a las oficinas sin informar que no estaban inmunizados. Por otra parte, en Francia, el gobierno de Emmanuel Macron ha dicho que sancionará a los empleados de salud que no se vacunen, y en China, directamente se les quitará el sueldo, no podrán acceder a servicios públicos ni a créditos bancarios.
Así mismo, el ámbito social no es la excepción de las medidas, en Los Ángeles se exigirá certificado de vacunación para entrar a bares y discotecas, mismas medidas que se han tomado en Escocia, En otros lugares cerrados como restaurantes, estadios y conciertos en distintas ciudades también se pedirá estar vacunado o una prueba PCR negativa reciente, este es el caso de Bruselas, São Paulo, Nueva York y en toda Suiza.
Medidas con las que esperan tener un efecto parecido al de Francia, que después de anunciar la necesidad del ‘pase sanitario’, rompió su récord de vacunación, haciendo especial énfasis en los jóvenes, que sigue siendo el grupo mayoritario de las personas que se oponen a la inyección.
Excluirlos de la sociedad y tratarlos lo más parecido posible a los fumadores, es el trato que se les dará a quienes no quieran vacunarse. Y las razones son más que acertadas, ya que si no se vacuna a un porcentaje importante de la población es más probable que el virus siga circulando y que pueda mutar en variantes que debiliten las defensas adquiridas por las vacunas.
La guerra contra los antivacunas ya está pactada y el campo de batalla es desde la cotidianidad de la vida misma. Mientras un bando anuncia medidas restrictivas y sanciones a los rebeldes, el otro se mantiene en sus opiniones, donde muchas son sin fundamento científico, impulsando remedios alternativos peligrosos como el uso del dióxido de cloro, ivermectina o betadine, entre otros.
Por ahora, parece que la lucha que dan los países será un proceso largo, pero a pesar de la severidad de algunas medidas, la defensa es que se está combatiendo una amenaza, ya que la misma Organización Mundial de la Salud ha registrado a los antivacunas como el octavo peligro más grande que tiene la humanidad en materia de salubridad.