Fue un sábado 23 de junio de 2018, cuando el entrenador y su equipo decidieron ir a explorar la cueva Tham Luang, a pasar un rato de diversión después del entrenamiento. En esa época el clima debía ser más bien seco o de lluvias más tranquilas; sin embargo, las inundaciones monzónicas llegaron inesperadamente impidiendo la salida de los niños, cuyas edades iban entre los 11 y los 16 años. Su entrenador, de 25 años en ese momento, logró mantener al equipo con vida hasta que los equipos de rescate los encontraron.

Los niños y su entrenador se encontraban a una profundidad entre 800 metros y un kilómetro de la superficie. Las familias de los niños notaron su ausencia la misma noche, y fue al llegar a la entrada de la cueva cuando encontraron las bicicletas de los pequeños y confirmaron que estaban atrapados.

¿Cómo sucedió todo?

La cueva se extiende por 10 kilómetros bajo la ladera de una montaña, es la cuarta cueva más larga de Tailandia y el camino para transitarla es un zigzag con suelo rocoso y lleno de barro. En total tiene nueve cámaras. Cuando los niños y su entrenador finalmente iban a salir para regresar a sus casas, empezaron a dirigirse a las primeras cámaras hacia la entrada; sin embargo, la fuerza del agua que entró, de manera inclemente, los obligó a retroceder una y otra vez, teniendo que ubicarse al final, en la última cámara, a cerca de cuatro kilómetros de la entrada.

La salida del equipo fue una hazaña liderada por el Gobierno de Tailandia, la dificultad que tenían para sacarlos era poder pasarlos por unos pasadizos completamente inundados, que apenas estaban al alcance de buzos, pero no cualquier buzo, sino expertos en buceo por cuevas. Un conocimiento realmente específico.

Un rescate en el que participó el mundo entero

La intensa cobertura de medios global fue lo que fue suscitó el interés del público a nivel mundial. Por eso, desde muchos países como Australia, Inglaterra, Japón, China y Estados Unidos conformaron un equipo, junto con el Gobierno tailandés para lograr la evacuación de los 13 jóvenes atrapados. Junto a la entrada de la cueva muchos voluntarios ofrecían comida, ropa, medicamentos y todo tipo de cosas para avanzar en el rescate, entre todos los que colaboraron sumaban más de 10.000 personas.

Elon Musk también quiso participar en ese momento del proceso de rescate. El multimillonario propuso, con su patrocinio, introducir un tubo de nailon lleno de aire dentro de la cueva para crear un túnel submarino. Musk ofreció para eso la participación de su compañía de excavación The Boring Company, pero finalmente la solución llegó, por otro lado.

Tras varios intentos con nadadores, luego con militares expertos tailandeses en condiciones acuáticas, finalmente fue una dupla de dos buzos británicos expertos en ese terreno, quienes pudieron llegar al punto donde se encontraba el equipo. El primer contacto fue un gran alivio para el mundo entero y una voz de esperanza para las familias. Tras un tránsito de tres horas y media entre fuertes corrientes y fango, el dúo logró obtener contacto con los niños y filmarlos en una cámara, para que sus familias comprobaran que estaban vivos y sanos.

El contacto con los niños y su entrenador fue un momento agridulce, porque coincidió con la llegada de la temporada de lluvias monzónicas, lo que causó que la cueva se inundara cada vez más. La serie de Netflix relata cómo se dio un rescate en el que la única posibilidad era bucear, al nivel de un experto.

El gran logro del Gobierno tailandés fue poder unir las fuerzas de gente de todo el mundo y lograr escuchar a los expertos. Eso lo que se muestra en esta serie de Netflix, además de los hechos trágicos que rodearon el proceso de rescate y la dificultad emocional de su entrenador, tras sentirse responsable de los hechos.