La historia de John List es quizás una de las más recordadas en Westfield, New Jersey, Estados Unidos, y por años se mantuvo en vilo hasta que, gracias a un programa de televisión, las autoridades estadounidenses pudieron dar con el paradero del asesino de su propia familia.
Todo ocurrió el 9 de noviembre de 1971 cuando List, en ese entonces de 46 años, despertó a sus hijos, Patricia (16 años), John Junior (15 años) y Frederick (13 años), les dio el desayuno y los envió al colegio.
Acto seguido, según narra Infobae, List fue a su carro, sacó dos armas una calibre .22 y otra 9 mm y se dirigió a la cocina donde estaba su esposa Helen y le disparó a sangre fría en la nunca causando la muerte instantáneamente.
Luego, subió a la habitación de su madre, Alma List de 84 años y quien vivía con la familia desde que habían decidido comprar una impresionante mansión de 19 habitaciones.
La abuela estaba desayunando y, tras darle un beso, List le disparó sobre su ojo izquierdo causando su muerte. El cuerpo de la madre quedó en el tercer piso de la mansión, ya que no pudo cargarla por las escaleras, así que solo la cubrió con una sábana.
Por su parte, el cuerpo de la esposa lo puso dentro de una bolsa de dormir y la dejó en el piso del imponente salón de baile que tenía el salón.
Horas después, List fue al colegio a recoger a su hija, pero al llegar a casa, tomó su arma y le disparó a la menor y, al igual que a su esposa, la puso en una bolsa de dormir en el salón de danza.
El cuarto muerto en esta tragedia familiar fue su hijo Frederick, de 12 años, quien fue asesinado por su padre luego de volver del colegio de la misma forma que todos los demás.
El último fue John, de 15 años, a quien mató luego de almorzar y a quien le disparó más de nueve veces tras haber sobrevivido al primer disparo.
Los cinco cuerpos quedaron en el salón de baile y List partió al banco a cerrar sus cuentas bancarias y dejar una carta de cinco páginas dirigida a su pastor en la que explicaba todo lo que había sucedido.
¿Por qué lo hizo?
John List era contador, había trabajado en importantes compañías y había escalado poco a poco de cargos hasta llegar a ser el director de servicios contables de Xerox.
Sin embargo, su personalidad complicada y los constantes choques con sus compañeros obligaron a la empresa a despedirlo. Tras su despido, se presentó a varios trabajos, pero no era elegido, sin embargo, esto era desconocido por su familia ya que nunca les contó que no tenía trabajo.
Poco a poco, List se fue llenando de rencor; su esposa se había consumado en el alcohol y las deudas se sumaban casi llevando a la familia a quiebra.
Además, el contador era profundamente religioso y pensaba que sus hijos, especialmente Patricia, estaba consumiendo drogas y teniendo relaciones sexuales, lo que para él era un verdadero pecado.
Por eso, organizó todo el plan para asesinarlos y, como dijo en su carta, “librarlos del mal al que estaban expuestos”. Luego de cometer los asesinatos, canceló la llegada de los periódicos, las cuentas y dejó la casa con el aire acondicionado al máximo para que no se sintiera el fuerte olor de los cuerpos.
Además, se encargó de cortar su rostro de todas las fotografías de la casa para no ser reconocido y se escapó.
Su fuga y cómo lo encontraron
El hombre condujo su auto hasta el aeropuerto John F. Kennedy, parqueó en el lugar, pero escapó a la estación del tren para empezar una nueva vida.
Para evitar ser seguido, avisó en el colegio que sus hijos faltarían un par de semanas porque visitarían a su abuela en Carolina del Norte.
Sin embargo, a uno de los profesores de sus hijos le pareció extraño y solo 29 días después lograron descubrir los cadáveres de toda la familia y, para ese momento, List se encontraba a kilómetros de distancia de allí.
Empezó una nueva vida con el nombre de Robert Clark, consiguió trabajo y una nueva familia y logró vivir así por 18 años.
Sin embargo, en 1989, el periodista John Walsh, que trabaja para el programa America’s Most Wanted o Los más buscados de América, revivió el caso y fabricó un busto de List con los mismos anteojos que tenía en el momento de los asesinatos.
Durante la emisión del programa, vecinos de John o Bob, se percataron de que era él e hicieron la respectiva denuncia en Richmond, Virginia.
En un principio, List lo negó todo, pero al cotejar las huellas tuvo que asegurar que era él y en 1990 confesó sus crímenes. Habló de sus deudas financieras y los problemas que tenía su familia y por eso quería salvar sus almas.
A pesar de sus intentos por tratar de salvarse asegurando problemas mentales, fue sentenciado a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional y en 2008, con 82 años, falleció de neumonía.
La tragedia de los List conmocionó al mundo y luego se pudo determinar que uno de los vitrales que tenía la mansión, la cual se quemó nueve meses después de la tragedia, costaba alrededor de 688.00 dólares, que hubiesen sido suficientes para pagar las deudas y haber evitado el crimen.