El ejército estadounidense se retiró completamente de Afganistán en la noche del lunes al martes, anunció el Pentágono, dejando el país en manos de los talibanes, sus enemigos en una guerra de 20 años.
En la madrugada de Kabul, talibanes y seguidores suyos celebraron ese momento histórico, doloroso para el presidente estadounidense Joe Biden, con disparos, fuegos de artificio y gritos de alegría.
“Hemos hecho historia”, se congratuló Anas Haqqani, responsable del movimiento talibán, una vez los últimos soldados estadounidenses habían salido del país, culminando dos semanas de evacuaciones precipitadas, incluso caóticas.
Mediante un comunicado difundido por la Casa Blanca, el presidente Joe Biden confirmó el término de la misión, agradeció a los mandos militares y a la tropa “su coraje, profesionalidad y resolución” y anunció que este martes se dirigirá a la nación para explicar su decisión de no ampliar el plazo para la retirada, por “recomendación unánime del Alto Estado Mayor y todos los mandos sobre el terreno”.
Sobre los estadounidenses que siguen en suelo afgano, Biden aseguró que “los talibanes han dado su palabra de que permitirán la salida segura y la comunidad internacional se encargará de que cumplan lo prometido”. En ese sentido añadió: “eso incluye reabrir el aeropuerto para permitir salir a estadounidenses, afganos o nacionales de terceros países, así como para la llegada de ayuda humanitaria”.
El mandatario terminó su breve comunicado con un homenaje a los 13 soldados muertos el jueves, “que dieron sus vidas por salvar las de decenas de miles”, citándolos con nombre, apellidos y rango. El secretario de Estado, Antony Blinken, abundó en el mensaje de Biden sobre el necesario compromiso de los talibanes. “Tendrán que ganarse la legitimidad y el apoyo de la comunidad internacional”, dijo.
El Pentágono había admitido el lunes que no pudo evacuar a tantas personas de Afganistán como hubiera querido, un fracaso que despertó vivas críticas en la oposición republicana.
El presidente abandonó “a estadounidenses a la merced de terroristas”, aseguró el líder de la minoría republicana en el Congreso, Kevin McCarthy.
El secretario de Estado Antony Blinken anunció la suspensión de su presencia diplomática en Afganistán y el traslado de las operaciones a Doha (Catar), desde donde seguirá “ayudando” a los entre 100 y 200 estadounidenses que estiman que se quedaron en el país.
También aseguró que Washington “trabajará” con los talibanes si estos cumplen sus promesas. “Cada paso que demos se basará no en lo que diga el gobierno talibán, sino en lo que haga para cumplir sus compromisos”, aseveró.
Tensión hasta el final
El regreso de los islamistas al poder obligó a los occidentales a evacuar precipitadamente desde el aeropuerto de Kabul a sus ciudadanos y afganos que podían ser objeto de represalias de los talibanes, especialmente por haber trabajado para las fuerzas extranjeras.
Miles de personas acudieron desesperados al aeropuerto de Kabul, donde se vivieron escenas de caos y pánico, con personas tratando de aferrarse a los aviones que despegaban.
La tensión aumentó en los últimos días por la amenaza del Estado Islámico del Khorasan (EI-K).
El domingo, el Pentágono aseguró haber destruido con un dron un coche bomba de este grupo que se dirigía al aeropuerto, un ataque que podría haber causado muertes civiles.
Y el lunes, el grupo yihadista reivindicó el lanzamiento de seis cohetes contra el aeródromo, que pudo continuar con su operativa.
Aunque también son sunitas radicales, el EI-K es enemigo de los talibanes y responsable de las peores masacres en Afganistán y Pakistán en los últimos años.
En una entrevista a la AFP, el portavoz talibán Zabihullah Mujahid indicó que estas acciones del grupo yihadista deben terminar “cuanto vean que se pone en marcha un gobierno islámico con la salida de las potencias extranjeras”.
En su retorno al poder, los islamistas prometieron un régimen diferente al impuesto entre 1996 y 2001, basado en una interpretación ultrarrigorista de la ley islámica que prohibía los juegos, la música, las fotografías, la televisión o el trabajo femenino.
Horas antes de la marcha estadounidense, un avión de la Organización Mundial de la Salud aterrizó en la ciudad de Mazar-i-Sharif con 12,5 toneladas de medicamentos y material médico, en el primer envío de ayuda médica al país desde el ascenso de los talibanes.
Con información de AFP.