Una pequeña llave de metal con la que se cerraba la celda en la que estuvo recluido el líder sudafricano Nelson Mandela será subastada la próxima semana en la ciudad de Nueva York. De acuerdo con medios internacionales, se estima que la reliquia podría ser comprada por una cifra cercana a 1 millón de libras esterlinas, alrededor de 1,34 millones de dólares.
La llave es de la vieja prisión de la Isla de Robben, cerca de Ciudad del Cabo, donde Mandela estuvo encarcelado entre 1962 y 1982, tras luchar gran parte de su juventud contra la supremacía blanca que dominaba su país y que impuso la política de segregación racial conocida como el apartheid. En 1982, el ganador del premio Nobel de Paz fue transferido a la prisión de Pollsmoor y seis años después fue llevado a Víctor Verster, la que sería la última cárcel en la que estaría antes de ser liberado, el 11 de febrero de 1990.
Durante más de dos décadas, la llave que será subastada perteneció a Christo Brand, uno de los guardias de la cárcel, quien se convirtió en amigo de Mandela. Según señaló el medio británico Daily Mail, los dos hombres forjaron un vínculo de amistad que continuó hasta la muerte del líder sudafricano a finales de 2013 a la edad de 95 años.
El fundador y presidente de la casa de subastas Guernseys, Arlan Ettinger, calificó de extraordinario que un objeto como este pueda ser vendido por una cifra tan alta.
“La idea de que una llave ordinaria que vale unos centavos sea tan importante es extraordinaria. Pero esta representa lo mejor y lo peor de la humanidad: Mandela fue encarcelado injustamente durante 27 años y su primer carcelero fue un joven de 18 años en su primer trabajo”, dijo. “Lo que esa llave simboliza es una parte extraordinaria de la historia no solo de Sudáfrica sino del mundo”, agregó.
Ettinger afirmó que espera que la llave no sea comprada por un coleccionista. “Realmente esperamos que no lo compre un coleccionista que solo quiera tenerla; es una llave tan simbólica que todos deberían poder verla”, sostuvo.
27 años en la cárcel
A sus 46 años, Mandela, que era activista de la etnia thembu, fue condenado a prisión perpetua como castigo a sus acciones en defensa de la igualdad y los derechos de la comunidad negra.
El 12 de junio de 1964, el Partido Nacional acusó a Mandela de alta traición y sabotaje al gobierno, junto a otros cientos de miembros de su partido Congreso Nacional Africano (CNA) que fueron condenados a penas similares, aunque algunos de ellos escaparon de la prisión y se sometieron al exilio para evitar la pena.
En principio, la batalla del CNA se basó en protestas y actos pacíficos contra el apartheid, pero la impotencia de no conseguir resultados por la vía del diálogo llevó a que, comandados por Mandela, los integrantes de este movimiento lanzaran un plan de sabotaje económico y protagonizan algunos actos violentos apoyados en la Lanza de la Nación, un especie de guerrilla civil que se convirtió en el brazo armado de la organización.
“He luchado contra la dominación blanca y he combatido la dominación negra. He promovido el ideal de una sociedad democrática y libre en la cual todas las personas puedan vivir en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal por el que espero vivir, pero si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”, dijo Mandela mientras enfrentaba el juicio que lo condenaría a prisión durante un tercio de su vida.
Aunque hubo múltiples pedidos de la comunidad internacional para que se reconsiderara la condena de Mandela, solo hasta el 11 de febrero de 1990 el presidente Frederick de Klerk autorizó la liberación del ahora símbolo de la comunidad negra a nivel mundial.
Klerk estaba dispuesto a acabar con la segregación racial que por años separó a negros y blancos en las escuelas, los barrios y las actividades productivas. El presidente sostuvo una reunión con Mandela, previo a su salida de la cárcel, para discutir su situación política y la legalización de los partidos movimientos clandestinos que se habían unido a la lucha por democrática en Sudáfrica.
Pese a que el camino fue largo y sufrido, Nelson Mandela comenzó a reactivar su carrera política al poco tiempo de dejar la prisión. Con un largo viaje a través de África, él intentó concientizar a los mandatarios de países como Zambia, Zimbabue, Libia y Argelia de que era momento de cambiar las políticas que iban en contra de los Derechos Humanos sin importar el color de piel. Juan Pablo II, Margaret Thatcher y hasta Fidel Castro lo recibieron para escuchar su mensaje pacificador.
En 1994, luego de haber recibido el Premio Nobel de la Paz, de manera compartida con el presidente de su país Frederick de Klerk, el CNA postuló a Mandela como su candidato a las elecciones generales donde arrasó con el 62 % de los votos. Sudáfrica por primera vez tuvo un presidente negro. Su mandato se centró en la reconciliación nacional, en la igualdad de derechos para todos los habitantes, en la erradicación de la pobreza y en la lucha con enfermedades tan graves como el sida. En 2004, Mandela se retiró de la vida pública y solo tuvo pequeñas, pero importantes apariciones como aquella que protagonizó en el Mundial de fútbol 2010.