El miércoles, una escena como de película de terror irrumpió el idilio de uno de los países más felices y apacibles del mundo. “Creí que esto era Kabul”, le dijo, en medio del pánico, uno de los testigos a la Agencia Francesa de Prensa. La expresión reflejaba perfectamente cómo de un momento a otro la vida les había cambiado a quienes habían tenido la desventura de estar en ese lugar en ese instante.

Como si se tratara de los tiempos en que los vikingos imperaban en esa región, rodeada de imponentes montañas, la muerte estremeció a la ciudad de Kongsberg de la peor manera. Un hombre, fuera de sí, comenzó a apuntar a transeúntes inocentes con su arco y sus flechas. Cinco fallecieron y tres más quedaron heridos. El lugar en el que nunca pasa nada se llenó de gritos, sirenas y personas corriendo de un lado a otro, intentando esconderse donde se pudiera.

Apenas pasaron 35 minutos desde que disparó la primera flecha hasta que fue capturado por la Policía. Las autoridades desplegaron un equipo de 22 patrullas para impedir que siguiera hiriendo gente a su paso. “Sí, yo hice todo esto”, dijo el hombre apenas se produjo su arresto.

La masacre dejó cinco muertos y otros cinco heridos después de que las víctimas fueran atacadas con arco y flecha. Foto: AFP | Foto: HÂkon Mosvold Larsen / NTB

Poco tiempo después se supo que se trataba de un foráneo: Espen Andersen Bråthen, un danés de 37 años, del que aún se desconocen muchas cosas, entre ellas qué fue lo que lo llevó a cometer semejante locura. Las autoridades nórdicas tienen algunas pistas. Lo primero que concluyeron es que sí tiene todos los indicios para tratarse de un acto de terrorismo.

Sin embargo, aclararon que Andersen habría actuado como un lobo solitario. El hombre se habría convertido al islam hace un tiempo y sus allegados aseguran que se había radicalizado. También agregan que había tenido un pasado traumático.

El hecho desató un debate en el país. Los arcos y las flechas no son consideradas armas ilegales en Noruega y representan en gran parte un símbolo de su pasado vikingo. ¿Por qué lo hizo? Para el país, se trata de un caso que la psicología forense intentará resolver. “Pueden pasar meses antes de que se llegue a una conclusión”, explicó la fiscal del caso.

Policías en el lugar de un ataque con arco y flechas que dejó varios muertos y heridos en Kongsberg, Noruega, el miércoles 13 de octubre de 2021. (Hakon Mosvold Larsen/NTB Scanpix vía AP) | Foto: Håkon Mosvold Larsen / NTB

Lo que es claro es que se trata de alguien atormentado. El hombre había recibido ya varias advertencias judiciales y se le había prohibido visitar a sus familiares por su agresividad. También tenía reportes policiales por ser un comprador de drogas ilegales como hachís y por haber hecho robos menores.

Los vecinos lo describen hoy como un hombre muy difícil de leer al que nunca le sacaron una sonrisa. Sin embargo, jamás lo creyeron capaz de cometer el peor acto violento que ha vivido Noruega en la última década.

Ese país tiene algunos de los mejores indicadores de seguridad y calidad de vida del mundo y solo ha sufrido hechos así por ataques de hombres aparentemente enajenados mentalmente. Justamente se cumplen diez años del ataque de Anders Behring Breivik, un joven que mató a 77 personas al detonar una bomba cerca de la sede del Gobierno en Oslo y posteriormente hacer un tiroteo. El país conmemoró este aniversario hace poco. Hoy, con decenas de flores y osos de peluche honran en las calles a quienes fallecieron por este acto tan delirante y cruel.