No hay ninguna duda de que la muerte de la jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos Ruth Bader Ginsburg, quien luchó por casi dos décadas contra el cáncer, fue una noticia devastadora y dolorosa para el país por la intachable huella que dejó ante su compromiso con la igualdad y la justicia. Además, a sus 87 años, era un estandarte para las causas liberales y el feminismo, y un ícono de los millenials norteamericanos.

Sin embargo, en medio de la nostalgia de los estadounidenses, el presidente Donald Trump volvió a causar controversia luego de que, por medio de un mensaje compartido en Twitter, le insistiera a los republicanos que hay que cubrir “sin demora” la vacante que dejó Ruth Bader Ginsburg (RBG) en el Tribunal Supremo.

“Se nos ha puesto en una posición de poder e importancia para tomar decisiones por la gente que nos eligió con orgullo y una de las más importante ha sido la selección de los jueces del Tribunal Supremo de EE. UU. ¡Tenemos esta obligación, sin demora!”, escribió Trump.

De hecho, el presidente de los Estados Unidos refirió posteriormente que muy pronto tendrán un nominado y que "lo más probable es que sea una mujer”. Con sus declaraciones, Trump avivó la prisa que hay entre republicanos y demócratas por la búsqueda de un sustituto de Ruth Bader Ginsburg, situación que podría traer importantes novedades en medio de la campaña para las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre.

Aunque todavía no se conocen detalles oficiales de quién podría ocupar el cargo de RBG, se especulan los nombres de la abogada Amy Coney Barrett y la jueza Joan Larsen. Ambas cuentan con unas brillantes carreras académicas y profesionales, además de haberse desempeñado como asistentes de importantes jueces de la Corte Suprema.

Entretanto, queda esperar el anuncio oficial de Donald Trump, que tiene el deber de nombrar a los nueve magistrados que conforman el Tribunal Supremo de EE.UU., quienes tienen la responsabilidad de modificar las leyes del país por varios años, especialmente en temas como los migrantes, la pena de muerte, el aborto, la tenencia de armas, entre otros.

El legado que dejó Ruth Bader Ginsburg

La famosa jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos se había convertido en un símbolo no solo de la independencia judicial, sino del feminismo y el progresismo en el mundo. Falleció por un cáncer pancreático el pasado viernes 18 de septiembre.

La magistrada era un gran contrapeso porque lideraba el ala liberal de la Corte Suprema, tribunal cuyas sentencias son inapelables y de obligatoria aplicación en todos Estados. Si Donald Trump ha referido que pretende lograr un viraje en la Corte, la magistrada Ginsburg había hecho saber que defendería su legado hasta el último aliento. Por eso, su fallecimiento tiene connotación de sismo político, no solo en Washington sino en todo el país.

La magistrada era un símbolo también de que todo se podía lograr con trabajo y esfuerzo. Proveniente de una familia de inmigrantes rusos, nació en Brooklyn, Nueva York. Cuando era una bebé perdió a su hermana. Y su madre falleció el día en que ella se graduó del colegio. Luego, gracias a su inteligencia consiguió un cupo en Harvard donde destacó como la mejor de la clase entre una jauría de 600 alumnos brillantes.

En su época universitaria ya era madre y su esposo fue diagnosticado con cáncer cuando ella estudiaba códigos en la biblioteca. Desde muy joven su convicción ha sido la de cerrar la brecha que diferencia a mujeres de hombres de cara a la ley y las oportunidades. Una de sus máximas es: “Las mujeres solo tendrán igualdad verdadera cuando los hombres compartan con ellas la responsabilidad de criar a la próxima generación”.