La Organización Panamericana de la Salud (OPS) confirmó en su más reciente actualización epidemiológica, con fecha del 6 de octubre, que en 2021 tres países de la región (Brasil, Perú y Venezuela) notificaron casos confirmados de fiebre amarilla.
En el vecino país fueron detectados siete casos de fiebre amarilla, específicamente en el estado Monagas. Los casos fueron confirmados con la técnica de reacción en cadena de polimerasa (PCR) en el Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel (Inhrr), de Venezuela.
De acuerdo con el informe, en 2020 fueron dos los países de la región de las Américas los que notificaron casos confirmados de fiebre amarilla: Brasil y Perú.
Según el reporte epidemiológico, el primer caso notificado en Venezuela corresponde a una adolescente de 16 años con antecedente de vacunación que sufrió un aborto al momento de su detección.
“De los otros seis casos, cinco son hombres con un rango de edad entre los 24 y 82 años, todos sin antecedente de vacunación”, precisó el informe.
De estos casos de fiebre amarilla, tres fueron asintomáticos y cuatro desarrollaron signos y síntomas durante la semana epidemiológica 38 de 2021, detalló el Instituto Nacional de Higiene Rafael Rangel.
El diario El Nacional, de Venezuela, en su página web, precisó que el lugar probable de infección de todos los casos confirmados fue la localidad Carapal, parroquia rural del sur del municipio Maturín, en el oriente de ese país.
La OPS también informó que se detectaron 10 casos en primates no humanos en los estados venezolanos Anzoátegui y Monagas, durante las semanas epidemiológicas 32 y 39, entre el 8 de agosto y el 2 de octubre.
Siete de los casos están en Monagas y tres en Anzoátegui, dos se confirmaron por laboratorio en el laboratorio nacional de referencia y ocho se confirmaron por nexo epidemiológico.
La fiebre amarilla es una infección viral transmitida por la picadura de un mosquito. Se presenta con mayor frecuencia en zonas tropicales de África y Suramérica.
En los casos más leves, este virus causa fiebre, dolor de cabeza, náuseas y vómitos. Sin embargo, si se complica puede provocar problemas cardíacos, hepáticos y renales, además de sangrado. Un alto porcentaje de las personas que padecen la forma más grave de la fiebre amarilla muere a causa de la enfermedad.
No hay tratamiento específico, pero vacunarse antes de viajar a una zona donde existe el virus puede generar mecanismos de protección.
Según la OPS, el periodo de incubación del virus es de tres a seis días. Muchos casos son asintomáticos, pero cuando hay síntomas los más frecuentes son fiebre, dolores musculares sobre todo de espalda, cefaleas, pérdida de apetito y náuseas o vómitos. En la mayoría de los casos, los síntomas desaparecen en tres o cuatro días.
Sin embargo, un pequeño porcentaje de pacientes entra a las 24 horas de la remisión inicial en una segunda fase, más tóxica. La fiebre se eleva y se ven afectados varios órganos, generalmente el hígado y los riñones. En esta fase son frecuentes la ictericia (color amarillento de la piel y los ojos, hecho que ha dado nombre a la enfermedad), el color oscuro de la orina y el dolor abdominal con vómitos. Puede haber hemorragias orales, nasales, oculares o gástricas.
De acuerdo con la OPS, la mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica muere en un plazo de siete a diez días. Esta organización también indica que diagnosticar la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas. En los casos más graves puede confundirse con el paludismo grave, la leptospirosis, las hepatitis víricas, otras fiebres hemorrágicas y las intoxicaciones.
Esta enfermedad es causada por un virus propagado por el mosquito Aedes aegypti. Estos insectos prosperan en las viviendas y cerca de ellas, donde se reproducen incluso en el agua más limpia. La mayoría de los casos de fiebre amarilla se produce en el África subsahariana y en las zonas tropicales de América del Sur.
Hay algunos factores de riesgo que deben tenerse en cuenta. La persona puede contraer la enfermedad si viaja a una zona donde los mosquitos siguen portando el virus de la fiebre amarilla, como es el caso de Suramérica y África. Para protegerse, es importante aplicarse la vacuna contra esta enfermedad al menos cuatro semanas antes de viajar.
Según los expertos de la OPS, la instauración temprana de un buen tratamiento de apoyo en el hospital aumenta la tasa de supervivencia de las personas infectadas con fiebre amarilla. No hay tratamiento antivírico específico para la fiebre amarilla, pero el desenlace mejora con el tratamiento de la deshidratación, la insuficiencia hepática y renal, y la fiebre. Las infecciones bacterianas asociadas pueden tratarse con antibióticos.