El allanamiento del FBI a Mar-a-lago, la casa de Donald Trump en West Palm Beach, Florida, tiene indignados a los seguidores del magnate estadounidense.
A las afueras, con pancartas y banderas de Estados Unidos, mostraron su apoyo al exmandatario y aprovecharon para enviar puyas al partido de gobierno de Joe Biden.
“Llevan siete años tratándole de encontrar algo ilegal, no le han encontrado y ya hasta se le han metido, esto es una cosa que causa revoluciones, porque la gente está cansada de las trampas y de las mentiras de los demócratas”, expresó a los micrófonos de CNN en Estados Unidos, Nelson Martín, un cubano que pertenece a la organización Latinos por Trump.
Pero este ciudadano no fue el único indignado. Eric Trump, hijo del expresidente, también habló en medios de comunicación de Estados Unidos y se quejó frente a los atropellos que sufrió su padre.
“Tener 30 agentes del FBI que ingresan por la puerta y comienzan a allanar la oficina, abrieron una caja de seguridad donde no había nadie, por favor, esta orden viene de donde, ¿de los Archivos Nacionales?”, se preguntaba molesto el heredero de Trump en Fox News.
El pasado martes 9 de agosto, en horas de la mañana, un grupo de agentes del FBI llegó a Mar-a-Lago. Trump se encontraba en Nueva Jersey en ese momento. No fue un allanamiento por la fuerza, ya que los agentes del FBI avisaron al Servicio Secreto, que protege al expresidente, antes de su llegada, según informó la cadena NBC.
Una vez dentro registraron la residencia durante horas, e incluso abrieron una caja fuerte. El medio digital Politico, citando a una fuente familiarizada con los hechos, dijo que los agentes se llevaron “expedientes en papel”.
“Nada así le había sucedido antes a un presidente de Estados Unidos”, dijo Trump en un comunicado, calificando el allanamiento como “no necesario ni apropiado”. El Departamento de Justicia y el FBI no se han pronunciado sobre la investigación.
Según expertos, allanar una residencia de Trump, quien podría volver a postularse a la Casa Blanca en 2024, es algo tan políticamente sensible que tuvo que ser aprobado por el fiscal general Merrick Garland y el director del FBI, Christopher Wray.
Para hacerlo, el FBI debe haber necesitado una orden judicial, lo que requeriría la revisión de un juez de su justificación para entrar en la casa de un expresidente. Pero la orden, que podría revelar la naturaleza de la investigación, permanece en secreto.
Seamus Hughes, subdirector del Programa sobre Extremismo de la Universidad George Washington y experto en documentos judiciales, dijo que el fiscal federal en el sur de Florida por práctica mantiene selladas las órdenes de allanamiento.
“Cada distrito judicial puede establecer sus propias reglas locales para el acceso público a los documentos”, explicó. A principios de este año, el exmandatario se vio obligado a entregar 15 cajas de esos documentos a los Archivos Nacionales, la institución que controla los registros presidenciales.
Posteriormente, los Archivos informaron al Departamento de Justicia que las cajas incluían algunos documentos altamente clasificados.
*Con información de AFP.