Un centenar de salvas de cañón en Londres marcará el jueves el 96º cumpleaños de la reina Isabel II, pero la monarca, afectada en los últimos meses por crecientes problemas de movilidad, celebra la ocasión “de forma privada”.
Como dicta la tradición, los cañones de la Torre de Londres dispararán 62 salvas y otras 41 se lanzarán desde el céntrico Hyde Park. Pero habrá poco más, ya que desde el siglo XVIII el soberano británico celebra su cumpleaños oficialmente en junio para disfrutar del buen tiempo.
Además, este año, este festejo coincidirá con las fastuosas actividades organizadas para el “jubileo de platino”, los 70 años de reinado de Isabel II, que llegó al trono el 6 de febrero de 1952.
Ha sido un año complicado para la reina, entre la muerte de su esposo el príncipe Felipe; la demanda por abuso sexual a una menor que su hijo Andrés, que acabó cerrando con un acuerdo financiero extrajudicial en Estados Unidos, y sus crecientes problemas de salud. En este contexto, Isabel II preveía soplar las 96 velas “de forma privada”, dijo a la AFP una portavoz del Palacio de Buckingham.
Una foto y una muñeca Barbie
Coincidiendo con el cumpleaños, el fabricante estadounidense de juguetes Mattel sacó a la venta una muñeca Barbie con los rasgos de una joven Isabel II. El Palacio de Buckingham simplemente publicó una fotografía de la reina, gran amante de los caballos, con dos de sus percherones blancos.
Y durante el cambio de la guardia en el Castillo de Windsor, los soldados ataviados con sus grandes gorros negros de pelo de oso y sus casacas rojas, tocaron “cumpleaños feliz” antes los numerosos curiosos congregados en una soleada mañana.
Sin embargo, Isabel II no estaba en este palacio, situado unos 40 km al oeste de Londres, donde vive retirada desde el inicio de la pandemia, sino que había volado en helicóptero hasta su residencia de campo de Sandringham, en el este de Inglaterra.
Allí, planeaba recogerse en la pequeña casa, alejada de la mansión principal, en que residía el príncipe Felipe tras retirarse de la vida pública en 2017. La muerte del hombre con que estuvo casada 73 años dejó un “enorme vacío” en la vida de la reina, en palabras de Andrés, de 62 años, considerado su hijo favorito. Y marcó el principio en la degradación de la salud de una monarca que ahora enfrenta sola los numerosos escándalos que sacuden a la familia real británica.
Cuestiones sucesorias
La salud de la reina es motivo de preocupación desde que los médicos la obligaron a guardar reposo en octubre y después se supo que había pasado una noche hospitalizada para someterse a “pruebas”, cuya naturaleza nunca se especificó. En los últimos meses ha renunciado a participar en numerosos actos relevantes, como la conferencia sobre el cambio climático de la ONU COP26 de Glasgow, y ha aparecido caminando con bastón, reconociendo que le cuesta “moverse”.
La última vez que se la vio en público fue el 29 de marzo en la abadía de Westminster, en Londres, en una misa en honor de su difunto marido a la que asistieron representantes de una docena de casas reales y antiguas monarquía de Europa y Oriente Medio, entre ellos los reyes Felipe y Letizia de España y Máxima y Guillermo Alejandro de Holanda.
La drástica reducción en la agenda oficial de la monarca dejó mayor espacio en los últimos meses a su hijo Carlos. El heredero al trono, de 73 años, que la ha remplazado en numerosos actos, podría volver a hacerlo para el tradicional discurso real que da inicio a la nueva sesión parlamentaria, previsto el 10 de mayo.
Sin embargo la popularidad del príncipe de Gales (43 %) sigue siendo muy inferior a la de su madre (69 %) e incluso a la de su hijo mayor, Guillermo (64%), al que muchos británicos consideran que debería ceder la sucesión al trono cuando llegue el momento.
Con información de AFP.