Las tensiones en Oriente Medio van en aumento. Desde que en octubre pasado Hamás atacó territorio israelí y la nación judía decidió responder en Gaza, la crisis se ha intensificado en la región en medio de conflictos –directos e indirectos– entre varios países y grupos armados.
Esta semana se dio un nuevo capítulo que podría tener graves consecuencias.Ismail Haniyeh, alto dirigente político de Hamás, fue asesinado el pasado miércoles en Teherán, capital de Irán, en una operación que se sospecha fue liderada por el Mossad. El líder del grupo terrorista islámico era la cara visible de la organización y desde que estalló el conflicto con Israel se convirtió en el líder de las negociaciones con el Gobierno de Benjamin Netanyahu.
Incluso era la persona con la que se pactaba la liberación de rehenes en Gaza. Se recuerda que decía que estaba dispuesto a llegar a un acuerdo si Israel abandonaba la ciudad atacada. La muerte del dirigente tuvo un particular trasfondo.
Desde hace meses, una bomba estaba escondida clandestinamente en un complejo ubicado en un lujoso barrio en la capital de Irán, esperando a que el líder de Hamás llegara a hospedarse para la posesión presidencial del nuevo mandatario de la nación.
El dispositivo burló cualquier tipo de seguridad de los Guardianes de la Revolución Islámica y cuando se confirmó que Haniyeh estaba en la habitación, el artefacto explotó, matando además a un guardaespaldas.“Él es responsable directo de la masacre del 7 de octubre. Eso por hablar de cosas recientes, pero él fue el líder de Hamás cuando se tomó por la fuerza la Franja de Gaza, expulsando al Gobierno legítimo y desde entonces, como líder de Gaza, se dedicaron a atacar a Israel, a lanzar cohetes a la población civil de Israel.
Y en ese caso era un combatiente y a pesar de su título, usó el terrorismo contra civiles israelíes. Por lo tanto, Israel tenía el derecho de enfrentarlo como lo que era, un terrorista”, manifestó a SEMANA Marcos Peckel, director de la Confederación de Comunidades Judías de Colombia.
El hecho ha desatado una tormenta geopolítica en la que Irán y Hamás han declarado que tomarán represalias por la muerte del líder. “Queremos venganza de sangre por el martirio de Ismail Haniyeh. El régimen usurpador sionista debe saber que pagará un alto precio por el cobarde ataque nocturno que llevó a cabo contra el territorio de la República Islámica”, dijo el líder del parlamento iraní en una sesión.
Este acontecimiento ha escalado las tensiones entre Israel e Irán a un punto máximo desde que ambos países se atacaron en abril, y crece el miedo por una guerra que arrastre a más actores hacia un conflicto a gran escala. “El deseo de los políticos israelíes parece estar claro.
Arrastrar a Estados Unidos a una guerra directa con la República Islámica de Irán y así deshacerse de este actor geopolítico. Las tensiones están en un punto álgido en este momento y lastimosamente estamos esperando cuál será el golpe de vuelta de Teherán”, analiza Felipe Medina Gutiérrez, docente de Estudios de Medio Oriente de la Universidad Javeriana.
Además, el ataque podría significar otro palo en la rueda para los intentos de una tregua en Gaza entre Israel y Hamás, donde, desde el inicio del conflicto, casi 40.000 personas han fallecido. Con el líder negociador muerto, parece más que improbable cualquier avance en llegar a un acuerdo. Todo mientras cada vez más se abre la posibilidad de una guerra directa entre la nación judía e Irán, que podría tener consecuencias devastadoras.