En la trastienda de un bar moscovita, entre paletas de maquillaje y trajes relucientes, un grupo de drag queens se prepara para subir al escenario en lo que puede ser uno de sus últimos espectáculos.
Estas representaciones se ven amenazadas por el próximo endurecimiento de una ley sobre “propaganda gay”.
La nueva norma podría volverlas ilegales e implicaría una presión aún mayor hacia la comunidad LGBTQ+ marginada desde hace años en Rusia.
Mientras tanto, la organizadora del espectáculo, Margot Hae Hunt, hace todo para que el ambiente no decaiga en el bar. Con un vestido blanco y grandes plumas en su peluca rubia, logra transmitir su buena energía.
“¡Es genial! ¡Nos estamos divirtiendo! El ambiente es súper cálido”, dice a los artistas reunidos a su alrededor. “Hoy, queridos, vamos a disfrutar”, les dice.
La razón por la que la joven tiene tantas ganas de vivir el momento es que el espectáculo llamado Draglesque Brunch, que combina artistas de burlesque y drag queens, podría ser prohibido pronto.
La cámara baja del Parlamento, la Duma, votará en breve las enmiendas que ampliarían una ley muy criticada de 2013 destinada a “proteger” a los niños de la “propaganda” LGBTQ+.
El presidente ruso, Vladimir Putin, emprendió un giro conservador en plena ofensiva en Ucrania, con una defensa de valores que califica de “tradicionales”.
Las enmiendas pretenden prohibir también la “propaganda” dirigida a los adultos. Los defensores de los derechos LGBTQ+ temen que la norma abarque desde los libros hasta las películas, pasando por las publicaciones en las redes sociales y los espectáculos como el Draglesque Brunch.
Guerra ideológica
“De momento no está claro el impacto que podría tener esta (...) Tratamos de no pensar en ella”, dice Skinny Kennu, una de las drag queens del grupo.
Con un vestido de flores y un elegante pañuelo blanco, cree que ni ella ni sus colegas hicieron algo malo.
“Lo único que hacemos es escenificar el arte del travestismo, que existe desde hace años y años. No solo en el extranjero, sino también en Rusia”, señala la artista de 26 años a la AFP.
“Seguimos aquí y seguimos dando alegría a la gente”, añade, mientras otras artistas se ajustan los corsés o se maquillan.
“Lo que necesitamos, en este momento, es una dosis de vida, de belleza, de alegría, de amor”, añade la organizadora Margot Hae Hunt. “Es exactamente el objetivo del burlesque”, dice.
Ser optimista es una tarea difícil actualmente, cuando las personas LGBTQ+ están en el punto de mira de las autoridades.
Rusia declaró a varias asociaciones y activistas como “agentes extranjeros”, un estatus que debe aparecer sistemáticamente mencionado en toda publicación, so pena de sanciones.
La situación se empeoró aún más tras la ofensiva contra Ucrania en febrero. Las autoridades alegaron entonces que el endurecimiento de la ley sobre la “propaganda” LGBTQ+ era un acto de defensa en la guerra ideológica contra los occidentales.
“La operación militar no tiene lugar únicamente en el campo de batalla, sino también en los espíritus de la gente”, declaró un diputado pro-Putin, Alexandre Khinchtein, uno de los autores del texto.
Continuar de manera clandestina
Según las últimas enmiendas, quienes sean declarados culpables de “propaganda” LGBTQ+ se enfrentarán a fuertes multas y hasta dos años de prisión.
La nueva amenaza preocupa también a la decena de clientes en el bar.
Marie, de 37 años, aprecia “la atmósfera calurosa y confortable, el buen humor”. Pero al mismo tiempo, teme que la nueva ley traiga “miedo, confusión e indignación”.
“Da la sensación de que cada espectáculo podría ser el último”, dice a la AFP.
¿Es este realmente el tema más urgente en Rusia?”, pregunta Margot Hae Hun, mirando al público que ríe.
“Realmente quiero esperar lo mejor, pero nos estamos preparando para lo peor”, continúa.
Si se prohíben sus espectáculos, ella ya lo tiene todo planeado: “¡Los organizaremos en la clandestinidad y seremos aún más legendarios!”, sentencia.
Con información de AFP