La tesis del “sabotaje” es privilegiada para explicar las fugas espectaculares de los gasoductos Nord Stream, una operación ciertamente compleja, pero posible para un grupo competente. La hipótesis de fallas accidentales simultáneas parecía descartada el miércoles, mientras que el método utilizado sigue siendo desconocido, al igual que su autor.
Zona vigilada
Las tres fugas identificadas desde el lunes se encuentran en el mar Báltico, frente a la isla danesa de Bornholm, entre el sur de Suecia y Polonia. Una zona muy vigilada desde hace décadas. “En el pasado, la URSS basó submarinos espías con habilidades especiales de ingeniería en los fondos marinos”, comenta el analista naval independiente HI Sutton en Twitter.
Desde entonces, los países bálticos pasaron del lado de la Otan. Pero las fugas se produjeron en aguas internacionales, donde todos pueden circular. “Hoy en día, la marina rusa tiene la mayor flota de submarinos espías del mundo. Están basados en el Ártico y podrían degradar un oleoducto en el Báltico”, asegura HI Sutton. Pero también consideró el martes la hipótesis como “improbable”.
Sabotaje complejo
La operación requiere operar a 70 metros de profundidad. “Dañar dos gasoductos en el fondo del mar no es sencillo, por lo que probablemente sea un actor estatal”, señala Lion Hirth, profesor de la Hertie School de Berlín, descartando implícitamente el acto terrorista o canalla.
Pero un ejército competente puede hacerlo. La zona está “perfectamente adaptada a submarinos de bolsillo”, le explica a AFP un alto responsable militar francés, evocando las opciones de buzos tácticos para colocar cargas, la de la mina móvil o el dron explosivo.
“El dron parte de un submarino que puede permanecer a varias millas náuticas del lugar. Lanza su dron explosivo, que navega a una decena de nudos, cerca del fondo. El objetivo es fijo. No es muy complicado”, explica.
En cambio, la hipótesis del torpedo, útil para un objetivo en movimiento, es menos verosímil. La explosión “corresponde a varios cientos de kilos equivalentes a TNT”, precisa. El Instituto Noruego de Sismología NORSAR, especializado en la detección de terremotos y explosiones nucleares, estimó la segunda detonación en 700 kilos.
Operación no reivindicada
Las cancillerías señalan a Moscú, pero Rusia recuerda que el gas que se escapa de los gasoductos le pertenece. “El mar Báltico está rodeado de tierra y es poco profundo. Casi todos los movimientos son conocidos y observados por los Estados ribereños y sus buques”, afirma Julian Pawlak, de la universidad Helmut Schmidt de Hamburgo.
“Barcos y submarinos son capaces de desplegar buzos de combate en secreto” y otros vehículos submarinos guiados a distancia. Nada es imposible para un ejército que aprendió el arte de las operaciones clandestinas, prosigue. Tal vez se necesite tiempo para que la verdad surja de manera creíble y algunos analistas observan que la vaguedad beneficia a muchos actores.
¿Quién?
Los adversarios de Nord Stream 2 son numerosos, empezando por estados. El 7 de febrero, poco antes de la invasión rusa a Ucrania, el presidente Joe Biden planteó la posibilidad de “ponerle fin”. Cuando se le preguntó sobre el método utilizado para una infraestructura bajo el control de su aliado alemán, respondió: “Les prometo que seremos capaces de hacerlo”. El video circuló por las redes sociales durante 24 horas.
El martes, Polonia, Noruega y Dinamarca inauguraron un gasoducto estratégico que les permitirá a los polacos y europeos ser menos dependientes de las entregas de Moscú. “La era del dominio ruso en el sector del gas llega a su fin”, afirmó el primer ministro polaco Mateusz Morawiecki en su inauguración.
Hay dos certezas: en primer lugar, el evento está relacionado con la guerra a Ucrania. “El comando marítimo de la Otan y los buques aliados están considerando y preparándose para actividades híbridas, incluyendo el sabotaje de infraestructuras críticas, al margen del objetivo principal de la defensa colectiva”, asegura Pawlak.
En segundo lugar, crea una mayor inestabilidad en la economía europea. “Representa un fuerte recordatorio de la vulnerabilidad de nuestra infraestructura energética”, destaca Hirth.
Quienquiera que haya atacado Nord Stream, da a entender que podría atacar otras infraestructuras energéticas que sirvan a una Europa sedienta de gas y petróleo.
Con información de AFP.