Carlos III fue coronado este sábado, 6 de mayo, en la Abadía de Westminster como rey de Inglaterra y sucesor de Isabel II en la primera ceremonia formal de coronación en 70 años en el Reino Unido.
El monarca ha asumido el reinado en la silla de coronación tras la unción privada del arzobispo de Canterbury, Justin Welby, en la culminación de una ceremonia que ha contado con la presencia de más de 2.000 invitados, entre los que se encuentran decenas de dignatarios internacionales, del pleno del Gobierno y la oposición británicos, además de artistas y personalidades de la cultura británica e internacional.
Es la primera vez en la era moderna en la que la consorte del rey ha elegido una corona ya existente para su coronación, en la que formalmente pasa de ser reina consorte a ser reina. Se trata de la corona de la reina María, que data de 1911. A la corona se le han añadido los diamantes Cullinan III, IV y V, parte del patrimonio personal de la reina Isabel II.
Después, de regreso al Palacio de Buckingham tras su segunda procesión del día, escoltados por miles de militares en uniforme de gala, los monarcas aparecieron en el balcón para saludar.
Desde allí presenciaron un desfile aéreo acortado por el mal tiempo.
Carlos III y Camila salieron acompañados por miembros de la familia real. Pero no estuvo Enrique, hijo menor del rey de 38 años, que mantiene tensas relaciones con la monarquía y acudió a la ceremonia sin su esposa Meghan, quien permaneció en Estados Unidos con sus dos hijos.
Estaban acompañados por unos 2.300 invitados, entre ellos la primera dama estadounidense Jill Biden, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y los reyes Felipe VI y Letizia de España, además de cientos de representantes de la sociedad civil británica.
Enrique se sentó discretamente junto a sus primos en la tercera fila.
“¡Dios salve al rey Carlos!”, gritaron los asistentes, dando inicio a la ceremonia con este reconocimiento, acompañado de una fanfarria de trompetas, después de que Carlos III y Camila entraran vestidos con capas ceremoniales tras una primera procesión en carroza desde el Palacio de Buckingham.
Con la mano sobre la Biblia, el rey prestó juramento. Después, en la parte más sagrada del acto, el arzobispo Welby ungió las manos, el pecho y la cabeza del monarca, oculto de la vista por una pantalla.
Sustituyendo el tradicional homenaje de los aristócratas, el religioso invitó entonces a todas las personas, desde donde estuviesen viendo o escuchando la coronación, a jurar lealtad al nuevo rey.
Camila, de 75 años, fue coronada por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, momentos después del monarca que subió al trono en septiembre tras la muerte de su madre.
Ha felicitado ya a Carlos III el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ausente de la coronación. Biden ha estado representado en Londres por su esposa, Jill Biden, considerada en un nivel inferior.
“Felicidades al rey Carlos II y a la reina Camila por su coronación. La duradera amistad entre Estados Unidos y Reino Unido es fuente de fuerza para nuestros dos pueblos. Estoy orgulloso de que la primera dama represente a Estados Unidos en este evento histórico”, ha apuntado Biden en Twitter.
La jornada también se ha caracterizado por la detención de varios simpatizantes de formaciones republicanas, entre ellas el responsable del principal movimiento antimonárquico británico, Graham Smith, junto a varios voluntarios al comienzo en la plaza de Trafalgar de Londres.
El director ejecutivo de Republic y otros cinco voluntarios han pasado a disposición policial en torno a las 06.30 durante los preparativos de la protesta convocada, entre otros, por la Alianza de Movimientos Europeos Republicanos, cuyos simpatizantes llegaron a la plaza con banderas y camisetas amarillas para protestar contra la celebración y la monarquía británica.
Entre los invitados también estuvieron personalidades del mundo del entretenimiento como la cantante Katy Perry, Andrea Bocelli, el bajo-barítono galés Sir Bryn Terfel, la cantautora Freya Ridings y el compositor de soul clásico Alexis Ffrench.
En un contexto de grave crisis por el disparado coste de la vida, el rey quiso una ceremonia más moderna y sencilla que la de su madre. Aun así, se utilizaron tres coronas engarzadas de diamantes: una para Camila y dos para Carlos III, ya que la de San Eduardo solo se lleva en el momento preciso de la coronación.
También lucieron varios ropajes antiguos bordados con oro, que el rey fue vistiendo progresivamente durante la ceremonia, tres cetros, una espada cubierta de piedras preciosas y un par de espuelas de oro.
Siguiendo las convicciones ecologistas del monarca, el óleo para la unción era vegano. Como exige la tradición, fue consagrado en la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén.